“Necesitamos claridad en cuanto a lo que la Biblia dice y compasión”

La Escuela Evangélica de Teología EET-Fieide celebró una jornada de estudio sobre la homosexualidad. Andrés Reid explica el enfoque y las ideas compartidas.

Daniel Hofkamp

CULLERA · 07 DE JULIO DE 2015 · 09:23

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La Escuela Evangélica de Teología de Fieide, recientemente celebró una jornada de estudio en su “Aula Abierta” en Cullera con el título “Un acercamiento a la homosexualidad”.

En el encuentro se abordó este tema desde cuatro perspectivas: teológica, pastoral, psicológica y apologética. Uno de los ponentes fue Andrés Reid, profesor y coordinador de formación continua en la Escuela que organizaba el encuentro.

 

Pregunta. ¿Cuál era el propósito de tratar el tema de la homosexualidad?

Respuesta. Básicamente reflexionar sobre un tema que está en el centro del debate ético-teológico en nuestras iglesias, y al mismo tiempo proporcionar herramientas a nuestros estudiantes para que puedan participar en ese debate con propiedad. Esta reflexión la hemos querido hacer desde la comprensión y la dignificación de la persona, sobre la base de la enseñanza de la Escritura, siendo conscientes de que la percepción de nuestra sociedad sobre la homosexualidad ha cambiado de forma significativa en estos últimos años.

Este cambio de percepción se refleja en un estudio de fecha 2013 llevado a cabo por la Pew Research Society y realizado en 38 países. Da como resultado que España es el país dónde se valora al hecho homosexual de forma más positiva: 88% de los que respondían lo hacían de forma afirmativa a la pregunta “¿Debe la sociedad aceptar la homosexualidad?”; superando el 87% en Alemania, ampliamente al 77% en Francia, el 80% en Canadá o el 60% en EEUU.

Esto a las iglesias evangélicas nos debe llevar a pensar. ¿Cómo reaccionamos nosotros? Debemos reconocer que en el pasado, también en las iglesias evangélicas, ha habido mucho temor y rechazo hacia personas que manifestaban atracción hacia personas del mismo sexo. Ahora, la sociedad ha cambiado. ¿Deberíamos nosotros también cambiar y concluir que nuestra comprensión de la enseñanza Bíblica ha estado equivocada?

También el marco legal en el que nos encontramos está cambiando muy rápidamente como demuestra la reciente ley Catalana contra la discriminación que en su artículo 30 establece la Inversión de la carga de la prueba. Ante cualquier acusación de discriminación contra personas LGBTI la ley establece que “Ahora corresponde a la parte demandada… la aportación de una justificación objetiva y razonable”. Es sólo un ejemplo de cómo habían razones sociales, teológicas, incluso legales por tratar el tema.

 

P. ¿Es éste un tema en el que los cristianos evangélicos tenemos poca formación?

R. Desgraciadamente tendemos a ser simples reflejos de la sociedad sin una reflexión adecuada. Si en el pasado la sociedad odiaba a los homosexuales también entre las iglesias se han dado actitudes de desprecio. Ahora vemos el error opuesto – argumentar que si “Dios es amor” entonces cualquier expresión de “amor” es válida como si realmente fuera al revés: “el amor es Dios”.

Nos han faltado las dos cualidades que resalta Thomas E. Schmidt en el título de su libro (altamente recomendable) “La Homosexualidad: Compasión y claridad en el debate” (Viladecavalls: CLIE, 2008). Necesitamos ambas, claridad en cuanto a lo que la Biblia enseña y compasión en cuanto a las personas.

 

P. Una de las cuestiones tratadas fue la homosexualidad desde las Escrituras. ¿Existe en la Biblia una enseñanza clara sobre esto?

R. Como es muy conocido, hoy día se proponen intentos de demostrar que la Biblia no condena la práctica homosexual para aquellos para quienes sea “natural” y donde sea expresión de una relación consensuada y comprometida de amor. Pero un estudio serio de los pasajes Bíblicos donde se tratan estos temas tiene que declarar muy poco convincentes estos intentos revisionistas. La práctica homosexual es sólo una de las múltiples maneras en las que nos salimos del bello plan de Dios para nuestra bendición, pero es claramente una de ellas. No es que sea un pecado peor que otros – viene a veces nombrado en listas de pecados donde también encontramos otros tan “respetables” como el hablar mal de otros o la avaricia; pero por otra parte no podemos negar que la enseñanza Bíblica es clara. La práctica homosexual no cuenta con la aprobación de Dios.

Igual de clara es la enseñanza Bíblica de que hay perdón absoluto y poder transformador disponible para todo ser humano, incluidos aquellos que hayan desobedecido a Dios en el área de la sexualidad como en cualquier otra área. Qué maravilloso es descubrir que en la membresía de la iglesia de Corinto habían aquellos que en el pasado habían practicado la homosexualidad “esto eráis algunos de vosotros” (1 Cor 6:11). El que nace de nuevo descubre un nuevo poder que actúa en su vida que le puede liberar no sólo del poder adictivo del adulterio, del robo o del hablar mal de otros sino también del poder adictivo de la práctica homosexual.

 

P. También se aportó un enfoque desde la psicología. A grandes rasgos ¿qué puede aportar este enfoque al tratamiento del tema homosexual en las iglesias?

R. Entre varias posibles aportaciones yo personalmente señalo dos. Creo que en primer lugar es muy útil que entendamos el enorme impacto de lo que se podría llamar el “aprendizaje precoz” en esos primeros años de la infancia cuyos recuerdos aparentemente han desaparecido pero que permanecen en nuestro inconsciente. Esto influye sobre el desarrollo de todas las distintas facetas de nuestra personalidad incluida también nuestra sexualidad.

Además es muy esclarecedor escuchar que es una simple realidad el que no nos encontramos con hombres homosexuales que hayan disfrutado de una buena relación con su padre. A título personal me ayuda a ser más sensible hacia la lucha que pueden experimentar incluso creyentes nacidos de nuevo que sin desearlo siguen encontrando que se sienten atraídos por personas del mismo sexo.

Nos ayuda a entender y diferenciar claramente entre lo que es la “orientación” homosexual, o sea el sentirse atraído hacia personas del mismo sexo, y el llevarlo a la práctica. La inclinación no justifica necesariamente la práctica. Los varones heterosexuales podemos sentirnos atraídos hacia la mayoría de las mujeres que nos encontremos. Pero ¡esto no justifica mantener relaciones sexuales con todas ellas! Entender mejor la sexualidad creo que nos ayuda a lograr esa “compasión y claridad” que necesitamos.

 

P. La jornada también trató sobre el pastorado. ¿Es necesario que la iglesia trabaje la atención a personas con tendencia homosexual?

R. ¡Claro que la iglesia debe responder a cualquier petición de ayuda de parte de una persona con tendencia homosexual! igual que ¡debe ayudar a cualquier otra persona que se nos acerca necesitada de Dios! Quizás la clave sencilla sea no pensar tanto en cuestiones abstractas o tendencias de la sociedad sino atender a las personas que acuden buscando ayuda. Para que vengan a nosotros habrá que trabajar cómo somos las iglesias. Si perciben que les rechazamos o que requerimos de ellos cambios antes de amarles, entonces no vendrán, ni se abrirán los que ya están entre nosotros, conviviendo en soledad con sus luchas.

Pero cuando vengan, debemos estar preparados para compartir el amor de Dios con ellos. Oramos con insistencia por ellos, les abrazamos y les apoyamos. Además este amor de Dios Él lo expresó de la forma más clara posible cuando Cristo el Hijo de Dios murió por nosotros y resucitó. Esto lo hizo no sólo para que seamos perdonados sino para que se produzca en nosotros el milagro del nuevo nacimiento y que el Espíritu Santo dinamice toda nuestra existencia, haciendo posible una nueva vida que agrade a Dios. Por lo tanto, también amamos al comunicar este mensaje transformador. Además en la medida que estas personas necesiten consejo para entender sus propias luchas y cómo pueden avanzar hacia la semejanza a Cristo debemos estar preparados para ofrecer esta ayuda también. Es aquí donde sería muy deseable una mayor preparación de nuestros pastores.

 

P. Estamos en una sociedad que considera que la iglesia “juzga” y “rechaza” a las personas homosexuales. ¿Es posible para los cristianos participar en el debate público con una aportación constructiva?

R. ¡A veces la iglesia en verdad juzga y rechaza a las personas homosexuales! Esto es hipocresía y fariseísmo, como si no fuéramos pecadores todos. “Solamente tendremos derecho de confrontar a otros con su pecado, si primero demostramos estar más preocupados por el nuestro” (Schmidt p255). Por otro lado no podemos imitar a la sociedad y llamar a lo malo, bueno. No porque Dios sea aguafiestas sino porque cualquier estilo de vida contraria a la voluntad de Dios acarrea consecuencias.

 

Andrés Reid.

 Dios en su amor no desea para la persona homosexual una vida tan afectada por la infidelidad, los celos, la promiscuidad, las enfermedades, la depresión, el abuso del alcohol y otras drogas. En el capítulo llamado “El precio del amor”, Schmidt cita en estos sentidos 200 estudios, no estudios llevados a cabo por evangélicos, sino estudios médicos publicados en medios seculares. Dios lo que desea para nosotros es una vida saludable, confiada, gozosa, llena de esperanza.

Estoy absolutamente convencido de que podemos y debemos siempre hacer aportaciones constructivas cuando se nos invite o requiera que lo hagamos. El mensaje del evangelio ofrece una esperanza que no se puede encontrar en ninguna otra parte. De lo que no estoy tan seguro es de que “debates públicos” sobre este tema en concreto sean siempre sabios ni de que constituyan nuestro llamado principal. Estamos llamados a llevar el mensaje claro y transformador del evangelio a toda persona y enzarzarnos en debates políticos puede no solo distraernos sino incluso volverse un obstáculo para llevar a cabo nuestra misión. Creo en este sentido que hay un equilibrio bello en la instrucción que nos da la palabra: “Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15).

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