Centro Buena Vista, Puerto Rico, casa de luz en el túnel de la droga

Ángel Roque estuvo envuelto en las droga durante veinte años. Vivió en la calle y hoy es el director de uno de los Centros Teen Challenge en Puerto Rico.

BAYAMÓN, PUERTO RICO · 10 DE AGOSTO DE 2013 · 22:00

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Tal vez los vecinos de Bayamón, Puerto Rico, lo hayan visto hace una década deambular por las calles, bajo el efecto de las drogas. Hoy no lo reconocerían ni podrían imaginar siquiera que se trata de la misma persona. Ángel Roque, director del Centro Teen Challenge de Buena Vista, en el municipio de Bayamón, Puerto Rico, tiene mucho que contar. Su historia es un mensaje de esperanza para todos aquellos jóvenes y adultos que han perdido el control de sus vidas. Ángel nació hace 44 años en Honolulú. Su padre era músico y formaba parte del grupo Latin Six. En una de las giras, como iban quedarse en Hawai un tiempo, Roque le dijo a su esposa -que estaba embarazada- que viajara a reunirse con él. Allí nació y se crió el niño hasta los tres años. “Eso me cuentan; yo no tengo recuerdos de Hawai”, aclara Ángel. En cambio, sí recuerda cuando, ya de regreso en Puerto Rico, su padre se dejaba crecer la barba al acercarse la Semana Santa y hacia el papel de Jesucristo en las procesiones católicas. LA CRISIS Ángel heredó de su padre el gusto y habilidad para la música. Eso los unió mucho. Para él fue un golpe muy duro cuando, contando con apenas 15 años, su padre falleció. Entonces comenzó a recibir mensajes como: “Ahora tú eres el varón de la casa” o “debes cuidar de tu hermanita y tu madre”. Ángel reconoce que “fue una autoridad dada a destiempo” y que “no tenía capacidad de enfrentarla”, por lo cual se frustraba mucho. La frustración, unida al dolor, lo llevó a buscar un escape. “Desde ese entonces me inicié en el uso de diferentes sustancias, el alcohol, la marihuana… poco después heroína y cocaína”. Aunque consumía drogas, el jóven seguía siendo funcional, terminó sus estudios básicos y comenzó a trabajar. Su madre trabajaba, casi no se veían, y ella no se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. A los 18 años Ángel se fue de casa, incursionó en sustancias intravenosas y perdió el control de su vida. “Mi vida tomó otro giro, perdí el trabajo y me internaron en un programa para rehabilitación”. La historia se repitió varias veces, entraba y salía de los programas sin obtener un resultado duradero. Por periodos vivía en la calle. VEINTE AÑOS DESPUÉS Fue a los 20 años de haberse iniciado con la marihuana que la vida de Ángel cambió radicalmente. Llevaba dos años sin hogar, viviendo en la calle, cuando llegó a Teen Challenge. Tenía 34 años. “Yo estaba en un ´punto de drogas´ y llegaron personas de una iglesia para darnos alimentos. Nos invitaron a ir a su iglesia y unos quince aceptamos. Nos llevaron hasta allí y nos entregaron ropa y una bolsita con elementos de higiene personal. Nos bañamos y luego se nos ministró la Palabra del Señor”, relata el hoy director de un centro de rehabilitación. “Yo estaba drogado pero cuando el predicador ya finalizaba su mensaje pude escuchar unas palabras que rompieron mi corazón: ´Piensa un momento en lo que el enemigo te ha robado´. Al instante hice una introspección de lo que había sido mi vida y comencé a llorar sin consuelo. Luego el predicador dijo: ´Ahora te voy a presentar a alguien que te va a devolver al ciento por uno lo que el enemigo te robó´ y nos presentó a Cristo”. RESTAURACIÓN En ese culto estaba presente un grupo de Teen Challenge y al finalizar la reunión ellos ofrecieron la alternativa de ingresar a un centro de rehabilitación. “Algunos aceptamos y esa misma noche -20 de mayo de 2004- nos llevaron al centro de Bayamón”, recuerda Ángel. Al día siguiente recibió la atención que necesitaba en la sala de “ditox”. El proceso de desintoxicación dura normalmente siete días, pero a los tres días Ángel se declaró limpio y renuncié a los medicamentos. “En otras ocasiones, yo consumía medicamentos más allá de los siete días. Pero esta vez comencé a sentirme libre al tercer día!”, declara. Como paso siguiente, fue enviado a un albergue para personas sin hogar, en el centro Teen Challenge de Buena Vista. “El mismo centro del cual hoy soy director, contando con 12 staff ”, afirma con una amplia sonrisa. A poco de iniciar el programa retomó contacto con su esposa Gloria, con quien había convivido poco tiempo a causa de su condición de drogadicto. Ella accedió a visitarlo y más tarde entregó su vida al Señor. “Dios fue restaurando nuestro matrimonio y al año nos casamos en la Iglesia Evangélica Ministerio Sanador. La misma iglesia donde nos bautizamos y congregamos hasta hoy”, comenta. SANIDAD FÍSICA Cuando Ángel ingresó al programa pesaba tan sólo 50 Kg. y tenía una mano inutilizada a causa de “un pinchazo mal dado en el cuello”. En una de las reuniones de adoración a Dios, recibió sanidad divina. “Mi mano comenzó a tener movimiento y no fue necesario que me operaran”, dice. En el marco del programa de rehabilitación fue discipulado y tuvo crecimiento espiritual. “Al año me dieron la oportunidad de ayudar en la oficina y al terminar los 18 meses de programa me ofrecieron pasar a ser empelado de la organización”, explica. En un principio trabajaba en el departamento de Asistencia Nutricional y más tarde se desempeñó como asistente del director. “Hace casi cuatro años soy director. En esta función he podido observar que hay un incremento del uso de nuevas sustancias en los jóvenes entre 18 y 25 años”, dice con preocupación. Él conoce de dónde vienen los que ingresan al centro, los comprende y ayuda a ser libres. “El Señor está utilizando en mi presente todas y cada una de mis experiencias pasadas, tanto negativas como positivas. Las que fueron mis mayores crisis, hoy son mi mayor testimonio del amor de Dios en un ser humano”. UNA PASIÓN QUE NO CESA La música es una de sus pasiones. “A través de ella es que el Señor me utiliza”, expresa Ángel. Forma parte del grupo de adoración de la iglesia a la que asiste y en el centro toma parte activa en los diferentes grupos que allí se forman. El ministerio tiene varios coros, formados por participantes de los diferentes centros de la Isla (cuatro en total). Hace tres años Dios le dio oportunidad de comprar una casa. “Esto ha sido un milagro porque con mis antecedentes no pensé que podría llegar a ser posible”, dice con humildad. Al momento de cerrar la operación, en el banco le dijeron: “A ti se te han alineado los planetas”. A lo que Ángel Roque respondió con certeza: “No se me han alineado los planetas; lo que sucede es que yo sirvo al que creó los planetas!”.

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