Un australiano elige paz interior y fidelidad a su clan antes que ser multimillonario

Jeffrey Lee, un australiano de 37 años, podría ser uno de los hombres más ricos del mundo, pero ha decidido ser uno de los más felices a su manera. El último superviviente del clan Djok recibió una oferta millonaria por la tierra de sus antepasados, donde reside una riqueza en uranio de 5.000 millones de dólares y la rechazó.

MADRID · 15 DE JUNIO DE 2008 · 22:00

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Pero a Lee no le interesa el dinero ya que, como dice, tiene un trabajo y puede ir a pescar y cazar. Sin embargo, como único superviviente del clan Djok, Lee aún no tiene hijos a los que ceder la tierra. LO SAGRADO, PARA LA ETERNIDAD El dinero va y viene, pero los lugares sagrados permanecen para la eternidad, dice Lee que es ahora el guardián de Koongarra, 12 kilómetros cuadrados que son las tierras de su clan en las afueras del Parque Nacional Kakadu. Allí están enterrados sus antepasados, lo que le importa sólo a él, pero hay algo más que sí interesa a muchas personas: 14.000 toneladas de uranio. Jeffrey Lee ha jurado proteger su hogar y su tierra para que puedan heredarlo en el futuro sus hijos. Su deseo es lograr que el parque sea considerado patrimonio natural por la UNESCO. El guardabosques está presionando al Gobierno australiano para incluir su parcela en Kakadu. Y probablemente tenga éxito: el Ejecutivo ha pedido a la ONU para incorporar el terreno al Parque Nacional siempre que su propietario lo permita. VENENO EN LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA La determinación de Jeffrey Lee es encomiable. Amante de la naturaleza, dice que su padre y abuelo estuvieron a favor de abrir la tierra a la minería cuando fue descubierto el uranio en 1970, pero que él aprendió que lo que existe es veneno bajo el suelo. Jeffrey Lee cuenta la leyenda que en un depósito rocoso de la zona descansa un lagarto gigante de lengua azul, el cual no debe ser nunca molestado. En una parte de las rocas aún se conservan las muescas de su mordedura, realizada durante un combate hace mucho tiempo, afirma Lee. Su creencia es que si se molesta a la tierra, ocurren cosas malas... habrá inundaciones, habrá terremotos y la gente tendrá graves problemas. Tiene razón en que se haría un daño irreversible a toda la región, por la contaminación de las aguas con material radioactivo y por la polución del aire por el terrible gas radón, debido a su potente acción cancerígena para la población.

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