Los niños estimulados se concentran más y tienen menos dificultades para aprender

Si quiere sacar todo el potencial de su hijo y que su capacidad intelectual aumente debe estimularle ya desde bebé. Nuevos estudios apoyan la eficacia de las técnicas de aprendizaje precoz mientras llegan a España los primeros centros especializados.

MADRID · 22 DE OCTUBRE DE 2006 · 22:00

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La estimulación temprana a través de los cinco sentidos mediante ejercicios, juegos, masajes, música o imágenes logra que los niños aprendan antes. Los menores motivados son más curiosos, menos llorones, más tranquilos, con más habilidades para aprender y, a la larga, tienen menos fracaso escolar No tiene por qué haber niños brillantes y otros 'merluzos'. No es cierto que unos valgan para las matématicas y otros para las letras. Todos pueden defenderse en álgebra o literatura. ¿El motivo? Sencillamente, porque la estimulación temprana del bebé favorece el aumento de la inteligencia. Mientras los estudios científicos avalan su utilidad, en nuestro país empiezan a surgir los primeros centros especializados en este área. Los padres más 'precoces' que han sabido de su existencia y llevan ya a sus hijos afirman que sus retoños han cambiado: son más espabilados, más curiosos, lloran menos y aprenden antes. De mayores, se concentrarán más, tendrán menos fracaso escolar y sacarán mayor partido a sus habilidades intelectuales. Si aún está embarazada, sepa que a partir del quinto més de gestación puede empezar a estimular a su hijo. Es a mediados del siglo pasado cuando irrumpe el concepto de estimulación temprana con el fin de facilitar el desarrollo máximo del potencial de niños con alguna discapacidad psíquica o física. Distintos estudios constataron entonces que los menores con deficiencias detectables o evidentes desde el momento del nacimiento; con algún factor de riesgo de desarrollar ciertas minusvalías, como los prematuros o los que han sufrido un parto complicado o aquéllos que proceden de ambientes con carencias sociales, familiares o económicas, lograban mejorar su desarrollo y evolucionar de una forma más favorable si se les proporcionaban los estímulos adecuados. Fueron estas evidencias las que fomentaron la idea de aplicar la estimulación precoz a los menores sanos y elevar así su inteligencia, su desarrollo emocional y sus capacidades. En parte, porque nacemos con un enorme potencial neuronal que todavía está inmaduro. Al quinto mes de embarazo, está determinada la cantidad total de células nerviosas que va a tener el cerebro del recién nacido, un número suficiente para toda su vida. Pero el mapa de conexiones entre ellas (sinapsis) aún no está dibujado. Es esta plasticidad del cerebro la que permite intervenir para sacarle el máximo rendimiento. De hecho, la estimulación temprana, mediante juegos adecuados a cada edad, masajes, ejercicios corporales, entre otras técnicas, favorece el desarrollo y armonización simultánea de los hemisferios cerebrales, el córtex izquierdo responsable de las funciones cognitivas y analíticas (como el lenguaje y las matemáticas) y el derecho, involucrado en la imaginación, el desarrollo artístico y musical, lo que fomenta el desarrollo de la inteligencia. Pero también ayuda a que los niños se concentren más, aprendan mejor, lloren menos y tengan más inquietudes e imaginación. Esta realidad está quedando reflejada en un número cada vez mayor de estudios científicos, como el recogido el mes pasado por la revista 'Brain.' Laurel Trainor, profesor de psicología, neurociencias y comportamiento de la Universidad McMaster, en Hamilton (Ontario), es el director del primer trabajo que ha constatado cómo el cerebro infantil responde cuando se toman clases de música y las diferencias existentes, tras un año de formación, entre los niños que acuden a escuelas que siguen el método Suzuki y los que no. Precisamente, este sistema, desarrollado por el violinista del mismo nombre, se basa en la creencia de que todos los niños tienen talento para hacer aquello que se propongan. Si todos son capaces de aprender correctamente su lengua materna, también lo son para interiorizar el lenguaje musical. Con este sistema, los niños entran en contacto con la música a los dos o tres años. No es la primera vez que se comprueban los efectos beneficiosos delos sonidos musicales. Casi todo el mundo ha oído hablar del llamado 'efecto Mozart'. Pero encontrar un centro de estas características es una tarea ardua. Mientras que en EEUU y Latinoamérica proliferan estos establecimientos, en «nuestro país no hay más de 10», señala Elizabeth Fodor, la primera en abrir uno dentro de nuestras fronteras, conocido como Centro de Orientación Paterno Filial de Madrid, y autora de numerosos libros de ayuda a padres y profesionales para la incitación temprana de los menores, y en cuya metodología se basa Debebé. DE PADRES «GENIO»: ¿HIJOS GENIALES? La historia se ha vuelto a repetir. El ganador del premio de Nobel de Química de este año, el estadounidense Roger Kornberg, por sus hallazgos sobre el mecanismo clave que permite copiar genes para que puedan producir proteínas, también es hijo de otro Nobel. Con esta ocasión ya son ocho las veces que se otorga el galardón a alguien cuyo padre o madre lo había ganado con anterioridad. Otro ejemplo es el de Sir William Henry Bragg, que compartió el Nobel de física con su hijo, Lawrence Bragg por sus estudios sobre la estructura de los cristales, Irene Joliot Curie, hija del matrimonio Curie que fue premiado por sus trabajos sobre la radioactividad. La estimulación temprana favorece el desarrollo de la inteligencia, pero también el ambiente en el que se desarrolla un menor. Está demostrado que los hijos de padres que leen desarrollan una mayor afición por la literatura. Este hecho se traslada a otras disciplinas como la pintura o la música. Lo mismo sucede con los entornos familiares equilibrados, en los que existe cariño, comunicación y se festejan lo logros del menor. Los niños a los que se les habla el mayor tiempo posible y se les insiste en lo bien que hacen las cosas crecen con mayor autoestima y seguridad en ellos.

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