Cementerio de gorriones

Un poema de Blanca Langa Hernández con motivo del 20 de noviembre, Día Universal del Niño y la Niña. (Selecciona Isabel Pavón)

22 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 08:15

,

Cuando quisimos darnos cuenta

el viejo cementerio de gorriones

ya no estaba en su sitio

y el ángel de la infancia

andaba loco

con el puzzle incompleto

entre las manos.

 

La varita del hada

que perdimos

segaba nuestras trenzas

y, -el sombrero de mago envejecido,

la magia mutilada -,

andábamos buscando cajitas-ataúdes

de nuestros diminutos zapatos infantiles,

(enterrad peter pan

stop

urgente).

El vendedor de globos no nos reconocía,

la confitera se había jubilado,

el alegre heladero

y aquel cine ambulante

no volvían…

 

Cuando quisimos darnos cuenta

debutábamos en un mundo de adultos,

-esta vez sin la máscara mimética -,

zapatos de tacón,

pantalón largo

y otro tipo distinto de ilusiones.

 

Las sillas ya no eran

carrozas,

autobuses,

diligencias…,

“el Señor Rey se fue a morir a China”,

mientras Roberto Alcázar y Pedrín

le seguían la pista a Blancanieves,

Cenicienta se había emancipado,

Caperucita era una “fille terrible”,

el más pequeño de los Tres Alpinos

se casaba por fin con la Princesa,

Pulgarcito “pasaba” de las piedras

Y Aladino, con pegamento y chicle,

recomponía el genio de su lámpara.

 

Detrás de los espejos y caretas

latía un cementerio de gorriones suicidas

y el ángel de la infancia

andaba loco

con el puzzle incompleto entre las manos.

 

Blanca Langa Hernández

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