Antisemitismo y fe cristiana

A nadie le sorprende que a los nazis les encantaba citar a Lutero. La sistemática enseñanza “cristiana” sobre los judíos por activa y por pasiva contribuyó a las cruzadas, pogromos y finalmente al holocausto.

23 DE OCTUBRE DE 2019 · 10:45

Grabado de Europa Central del siglo XV que representa a figuras humanas con vestimenta típica judía abrazando a una puerca o mamando de sus ubres. / Wikimedia Commons,
Grabado de Europa Central del siglo XV que representa a figuras humanas con vestimenta típica judía abrazando a una puerca o mamando de sus ubres. / Wikimedia Commons

La principal razón por la cual un judío no se siente particularmente atraído por la fe cristiana tiene que ver con la mala experiencia que los judíos han tenido con los cristianos a lo largo de su historia. 

La semilla del antisemitismo se remonta a la época de la helenización de la fe cristiana en los primeros siglos. Un ejemplo famoso es Crisóstomo (354-430), el arzobispo de Constantinopla. Este padre de la Iglesia despreciaba a los judíos con todo su corazón y los acusaba entre otras cosas de haber alojado al mismo diablo en sus sinagogas. 

En su “primera homilía contra los judíos”, Crisóstomo llama a los judíos gente que está en el error a raíz de sus glotonerías y borracheras (II, 5). Para él son animales, no aptos para trabajar, pero sí, dignos de ser matados (II, 6). Crisóstomo consideraba su sinagoga peor que un prostíbulo (III, 1). “Odio a la sinagoga y la detesto”, deja saber a sus feligreses (V, 2). Y sigue: “Por lo tanto, los tenemos que odiar a ellos y a su sinagoga” (V, 4). 

Al final de su homilía resume (VII, 1): “¿Que más os voy a contar? ¿Os hablo de sus robos, sus envidias, su desprecio hacia los pobres, sus engaños en el comercio? Un día entero no será suficiente para hablar de todo eso“.

Es chocante, no cabe duda. Pero no es ni muchísimo menos una excepción o un desliz de uno de los padres de la iglesia más importantes. Más bien lo contrario: marcaba la pauta. Es un hecho triste e innegable que este rechazo que en muchos casos se vuelve en odio, es detectable desde Orígenes pasando por Agustín de Hipona y llegando a los tiempos de la Reforma y más allá.

Esta actitud antisemita y hostil se refleja en el panfleto de Martín Lutero titulado: “De los judíos y sus mentiras”, donde llamaba a quemar los textos religiosos judíos y a quitar de en medio sus sinagogas. 

Al final de su escrito, Lutero da consejos de cómo habría que tratar a los judíos. Solamente voy a citar el primero y el segundo:

“Primero prendamos fuego a sus sinagogas o escuelas y sepultemos y cubramos con tierra cualquier cosa que no se queme, para que ningún hombre vuelva a ver una piedra o ceniza de ellos. Esto se debe hacer en honor de nuestro Señor y de la cristiandad, para que Dios pueda ver que somos cristianos, y no toleramos a sabiendas tales mentiras públicas, maldiciones y blasfemias contra su Hijo y sus cristianos. Porque de todo lo que toleramos en el pasado sin saberlo y yo mismo no lo sabía, seremos perdonados por Dios. Pero si nosotros, ahora que estamos informados que los judíos que existen justo delante de nosotros, blasfeman, maldicen, difaman a Cristo y a nosotros (como se escuchó anteriormente), sería lo mismo que si estuviéramos haciendo todo esto y aún peor.

En segundo lugar, aconsejo que sus casas también sean arrasadas y destruidas. Pues persiguen en ellos los mismos fines que en sus sinagogas. En su lugar, podrían alojarse bajo un techo o en un granero, como los gitanos. Esto les hará comprender que no son maestros en nuestro país, ya que se jactan, sino que viven en el exilio y en cautiverio, ya que lloran y se lamentan incesantemente sobre nosotros ante Dios.”

A nadie le sorprende que a los nazis les encantaba citar a Lutero. 

 

Relieve en la iglesia de Santa María de Wittenberg que representa judíos alrededor de una cerda. / Wikimedia Commons

No queda duda de que la sistemática enseñanza “cristiana” de este tipo por activa y por pasiva contribuyó a las cruzadas, pogromos y finalmente al holocausto. Y este bagaje histórico - por no hablar del anti-semitismo latente y a veces no tan latente en ciertos segmentos católicos y protestantes hasta el día de hoy - se ha convertido en obstáculo casi infranqueable a la hora de querer compartir el evangelio con un judío. 

Hoy, el antisemitismo tiene muchas formas y caras: desde teorías pseudo-académicas hasta el odio abierto de extremistas de izquierdas y derechas – pero también de gente no tan extremista. En su común odio contra todo lo que es judío, no hubo nunca ninguna diferencia entre ideologías y nacionalidades. 

Y vale la pena mencionar brevemente una muestra de estas acusaciones. Algunas de ellas gozan de popularidad hasta el día de hoy

1. Sacrificios de niños

A raíz de la desaparición de un niño de 12 años en el año 1144 en Norwich se le acusó a la comunidad judía de haber matado al niño para tener un sacrificio humano para la celebración del pesaj. La tumba del pequeño pronto se convirtió en un sitio de peregrinaje que fomentaba el odio hacia los judíos. Se extendieron rumores de que los judíos necesitaban sangre de niños  para hornear el pan especial para el pesaj (fiesta de la pascua judía). Es la razón por la que la fiesta que conmemora la salida de Israel de Egipto se convirtió en toda Europa en un tiempo particularmente peligroso para los judíos porque muchos sacerdotes instigaron a sus feligreses en contra de los judíos. Por supuesto, a nadie le interesaba que la ley de Moisés prohíbe tajantemente el consumo de sangre. Aun así, esa falsa acusación iba a poner en peligro la vida de muchos judíos durante siglos.

Aunque hubo incidentes anti-judíos en toda Europa, esta acusación gozaba de popularidad particularmente en los territorios alemanes durante la Edad Media. De nuevo, no es de extrañar que los nazis usaban entre otras estas historias para justificar el holocausto. 

Pero incluso después de la Segunda Guerra Mundial, hubo incidentes aislados. El más famoso es el de Kielce,en Polonia, del año 1946 donde murieron muchos judíos que habían sobrevivido a los campos de concentración bajo la acusación de haber matado a niños y bebido su sangre a manos de una turba de polacos enfurecidos.

 2. Desagración de la hostia

En el año 1215 fue promulgado el dogma de la transubstanciación por la Iglesia Romana. Esa doctrina considera la hostia y el vino de la misa como autentico cuerpo y sangre de Cristo. Al poco tiempo se les acusaba a los judíos de robar hostias de sus receptáculos en las iglesias y agujerarlos con agujas “crucificando” y “torturando” de esta manera a Cristo de nuevo. En algunos informes oficiales se hablaba de la sangre que salía de las hostias y que otras “escaparon” convirtiéndose en ángeles, palomas y mariposas. Estas historias podrían simplemente tener el carácter de invenciones supersticiosas absolutamente ridículas si no fuera por el triste hecho de que se tiene constancia de por lo menos 100 incidentes que derivaron directamente en matanzas de la población judía de ciertos lugares. Solo en el año 1298, 150 comunidades judías fueron exterminadas en Alemania y Austria, causando la muerte de más de 100.000 judíos.

3. Los judíos como diablos

La figura del diablo causaba auténtico terror entra la población en Europa durante la Edad Media. A los judíos se les representaba en esculturas como cerdos. Parece mentira que algunos de ellos siguen hasta el día de hoy como “obras de arte”, por ejemplo en la famosa catedral de Colonia o en la misma ciudad de Lutero en Wittenberg. Muchos judíos aparecieron con rabo y cuernos y se les acusaba de ser brujos y magos. 

4. El judío errante

Existe una leyenda muy antigua en la que se dice que Jesucristo maldijo a un judío que se había burlado de él. Se conoció a esta figura mítica en círculos cristianos bajo el nombre de Ahasuero. En toda la Europa medieval hubo testimonios de personas que supuestamente habían coincidido con él. En 1602, un pastor luterano alemán publicó un libro sobre el tema que se hizo tan popular que en total se imprimieron 50 ediciones en tan solo unos pocos años. La última persona que pretendía haber visto a Ahasuero era un neoyorquino que en 1940 supuestamente había coincidido con él en la biblioteca municipal de su ciudad.

5. Sangre enferma

Muy popular hasta una fecha muy reciente era la creencia en Europa de que los judíos eran gente que sufrían de muchas enfermedades porque su sangre tenía una calidad inferior. Por esta razón intentaban casarse con cristianos. Se mantiene esta idea hasta el día de hoy en círculos antisemitas después de que los nazis la habían repetido hasta la saciedad en su obsesión por la “pureza de la raza germana.”

6. Envenenamiento de fuentes

En el siglo XIV, cuando la peste se cobró la vida de la mitad de la población europea, los culpables eran por supuesto los judíos. Es interesante que sufriesen menos casos de la plaga precisamente por sus ritos que favorecían la higiene. No tardó mucho tiempo hasta que se hubiese encontrado la causa de tan terrible azote: los judíos habían envenenado las fuentes de agua. Había predicadores que andaban de ciudad en ciudad para convencer a la gente de que la plaga era un castigo divino y que esto solamente tenía un remedio: matar a los judíos. En muchísimas comunidades muchos judíos perdieron la vida – pero no por la plaga.

7. La gran conspiración de los judíos

A los mayores entre los lectores aún sonará lo de la “conspiración judeo-masónica” que formaba parte del vocabulario oficial no solamente del anterior régimen en España, sino también de otros países. Aquí estamos hablando de la invención que más goza de salud hasta el día de hoy entre círculos que se definen por su antisemitismo. El origen de esta idea de que los judíos querían hacerse con el gobierno mundial de hecho tiene sus conexiones con España. Los defensores de este tipo de convicciones hablaron de rabinos españoles que se reunieron una vez al año secretamente para decidir de qué ciudad iba a venir la víctima humana que serviría de sacrificio para el día de Yom Kippur. 

En el siglo XIX se cambió el enfoque de esa mentira: ya no era el tema el supuesto sacrificio humano, sino nada menos que el dominio del mundo a través de las instituciones financieras. El “documento” que pareció comprobar esta visión interesada y falsificada de la historia, lleva el título de “Los protocolos de los ancianos de Sión”. Aunque se ha demostrado de sobra que obra es una simple falsificación, goza de mucha popularidad hasta el día de hoy en los países árabes de Medio Oriente pero también en Europa.

Todo esto llevó a la amenaza, persecución y expulsión de los judíos literalmente de todos y cada uno de los países europeos en algún momento de la historia.

Como cristianos evangélicos hacemos bien en ser conscientes de esta hipoteca histórica.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Teología - Antisemitismo y fe cristiana