Un buen día

Dependemos demasiado de las circunstancias y de nuestros sentimientos hacia ellas.

01 DE JULIO DE 2019 · 08:00

,

John Wayne seguía trabajando como protagonista en la película El último pistolero (1976) aún sabiendo que tenía un cáncer que terminaría con su vida. Una de las personas en la que más confiaba era su compañera de reparto, Lauren Bacall, a la que le contaba siempre cómo se sentía. A veces tenía que rodar escenas en altitud que le causaban mucho dolor, de hecho le colocaban oxígeno para que pudiera seguir trabajando. Un día, al llegar al trabajo, Lauren le dijo: “Hace un buen día”; John la tomó de la mano, la miró por un largo tiempo y le respondió: “Cualquier día que en el que puedes levantarte es un buen día”.

Cada día es un regalo que Dios nos hace. Cada mañana es un nuevo momento para comenzar, para disfrutar, para ver a nuestros seres queridos, para imaginar y crear, para deleitarse en la naturaleza… o simplemente para vivir ¡Que ya es bastante! A veces nos levantamos de cualquier manera, preocupados y con mal humor; las circunstancias, algún pequeño problema o el hecho de no sentirnos bien físicamente, nos arrastran por el camino de la amargura desde el primer momento, con lo que dejamos de agradecer y sentir que es impresionante estar vivíos.

Dependemos demasiado de las circunstancias y de nuestros sentimientos hacia ellas. Si algo va bien nos sentimos felices y parece que el mundo está a nuestros pies. Cuando las cosas se tuercen no queremos ver a nadie y comenzamos a compadecernos de nosotros mismos ¡Hay una forma diferente de levantarse cada mañana! el salmista lo explicó de una manera sublime: “Este es el día que el Señor ha creado, estemos hoy contentos y felices” (Salmo 118:24).

El Señor Jesús dijo un día que, cuando vivimos con Él, desde nuestro interior correrían ríos de agua viva (Juan 7:38). No importa lo que ocurra en el exterior   porque nuestra alma será una fuente inagotable de alegría, imaginación, tranquilidad, paz y vida ¡No se trata de nosotros! No tiene nada que ver con nuestra fuerza ni con derrochar optimismo enfrentando los problemas: el Señor dijo que el mismo Espíritu de Dios se encargaría de eso. 

Desde que vivimos con Él aprendemos a disfrutar siempre, y no tanto por lo que ocurre en el exterior ni por las circunstancias que nos rodean, sino por lo que hay dentro de nosotros: Esa agua que restaura, refresca y renueva surge cuando menos lo esperamos ¡Incluso a veces ni sabremos cómo puede ser posible, porque quizás estamos pasando por grandes dificultades! Pero de la misma manera que un río tiene la fuerza suficiente como para buscar un sendero por dónde abrirse camino, Dios hace lo mismo dentro de nosotros. La fuerza de su Espíritu no puede ser apagada por ninguna circunstancia.

Sea lo que sea lo que parece interponerse en nuestro camino, no tiene la fuerza suficiente como para apagar esa fuente de vida. Aún en los momentos más tristes y atravesando el desierto más árido, nuestro sendero encontrará un surco para recorrer… y disfrutar.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Un buen día