Riesgos al combatir la persecución (I)

Es mejor poner en riesgo la capacidad de comprensión sobre el alcance y severidad de la persecución antes que arriesgarse a exagerar el problema.

  · Traducido por Patricia Bares

28 DE MARZO DE 2019 · 10:00

los cristianos de Occidente tienen que dejar de pensar en sí mismos como liberadores nobles de sus ignorantes hermanos. / Markus Spiske, Unsplash CC,
los cristianos de Occidente tienen que dejar de pensar en sí mismos como liberadores nobles de sus ignorantes hermanos. / Markus Spiske, Unsplash CC

Resumen

Un gran número de cristianos occidentales han invertido de forma loable su tiempo, dinero y energía en confrontar el gran desafío global de la persecución religiosa. Desafortunadamente, su efectividad a menudo se ha visto limitada por varios errores habituales. Este artículo examina siete riesgos y señala los principios cristianos que nos permiten avanzar de forma más efectiva hacia una libertad religiosa para todos. Mi objetivo señalando estos riesgos no es condenar ninguna organización o planteamiento en particular, sino recomendar una forma de promover la libertad religiosa más considerada, amplia y constructiva.

 

Introducción

Durante un paseo en una visita reciente a Basilea, Suiza, me topé con una placa conmemorativa del teólogo del siglo XVI Sebastian Castellio. En la placa vi grabada su famosa breve denuncia que hizo sobre la persecución religiosa: “matar a un hombre no es proteger una doctrina, es matar a un hombre”. [1] 

Me senté en un banco junto a la placa para reflexionar sobre la vida y el legado de Castellio. 

 

Riesgos al combatir la persecución (I)

Este hombre tuvo una existencia trágica en muchos sentidos. Se discutió con Juan Calvino y perdió su posición de rector en la Universidad de Génova. A pesar de ser uno de los intelectuales europeos más prometedores, en varias ocasiones Castellio se sumió en una increíble pobreza, hasta el punto que tuvo que mendigar para alimentar a su familia. Fue calumniado por su crítica de la defensa de la tolerancia y censurado por las autoridades municipales. Después de que falleciera en Basilea, sus enemigos exhumaron y quemaron su cuerpo. Además, esparcieron sus cenizas para no dejar ni rastro de él. ¡Fue perseguido incluso estando muerto! 

Su cuerpo puede haber sido destruido, pero las ideas de Castellio —principalmente su llamado a la tolerancia y limitación del gobierno— siguió vigente y ha prevalecido en gran medida. Aquel reclamo controvertido acerca de que las autoridades no deberían castigar a las personas con creencias teológicas disidentes, más o menos se da por sentado en la actualidad a lo largo de todo Occidente. Como si fuera para subrayar la gran victoria a largo plazo de Castellio con su compromiso con la tolerancia y libertad religiosa en Europa, la placa conmemorativa se encuentra frente a una antigua iglesia protestante que actualmente tiene alquilada la comunidad ortodoxa serbia de Basilea.  

No obstante, cuando consideramos la persecución religiosa actual fuera de la comunidad de democracias liberales —con el auge en Occidente del populismo de derechas que estigmatiza las etno-religiones minoritarias y de las ideologías de izquierdas que crean fobia contra creencias tradicionales—, se nos recuerda que todavía tenemos mucho que hacer antes de que podamos vivir en un mundo donde la visión de Castellio esté completamente actualizada. 

Podemos tomar a Castellio como un modelo cristiano de cómo continuar la lucha por la libertad religiosa. Castellio vivió y trabajó en un contexto sociopolítico muy alejado al nuestro. Nuestro desafío contemporáneo no es saber cómo tratar a los herejes cristianos, sino más bien saber cómo vivir pacíficamente en medio de una gran diversidad de etnias, nacionalidades, ideologías y morales. A pesar de todo, en Castellio encontramos muchos argumentos y principios que perduran y que podemos aplicar a los esfuerzos cristianos para avanzar hacia el pluralismo y el respeto.

Vemos este manifiesto en el trabajo más famoso de Castellio: Sobre los herejes, si deben ser o no perseguidos, publicado en respuesta a la ejecución del antitrinitario Miguel Servet, en Génova. Haciendo referencia a las Escrituras, la tradición cristiana, la razón y la experiencia, Castellio demuestra que proteger la conciencia contra la coacción es un deber moral y un bien práctico. Lo relaciona con anotaciones de pasajes bíblicos y textos teológicos para demostrar que perseguir herejes es incompatible con el ejemplo y enseñanzas de Cristo, el cual es la culminación de la ley del Antiguo Testamento. Castellio señala con sarcasmo que el mismo Jesús también fue matado por hereje.

Y no son solos los herejes cristianos los que merecen libertad. Castellio argumenta que el respeto de la libertad de los judíos y musulmanes es una extensión lógica de la ética del Nuevo Testamento, especialmente la exhortación de Pablo en Romanos 14 de “no tratar con desprecio” a aquellos cuyas conciencias les llevan a tener creencias y prácticas divergentes. La magnanimidad de Castellio es digna de imitación en nuestros tiempos. Si bien es fácil abogar por los derechos de nuestra propia comunidad, es difícil promover la tolerancia de grupos que son ampliamente temidos o injuriados y que son vistos como enemigos o rivales religiosos. 

Castellio estaba convencido de que coaccionar la conformidad religiosa no engendra armonía social. “Una investigación rigurosa”, decía, “revelará que los perseguidores siempre han sido la causa de los grandes problemas”. [2] Castellio cita el ejemplo de Constantinopla, donde reinaba una gran diversidad religiosa y las tres fes abrahámicas “convivían en paz, lo cual no podría pasar si hubiera persecución”. [3]

Afortunadamente, hay muchos héroes del siglo XXI por la libertad religiosa y otros derechos humanos que llevan el legado de Castellio, el cual está estudiado, es magnánimo, bíblico y está fundamentado teológicamente. Desafortunadamente, hay demasiados ejemplos de cristianos que están muy alejados del modelo de Castellio. Discuten por libertad de formas inefectivas o incluso contraproducentes. En mis años de trabajo en derechos de creencias, primero como diplomático en el departamento de Libertad Religiosa Internacional en Estados Unidos y actualmente como el director de un centro de investigación sobre religión y estudios internacionales en la Universidad de Cambridge, he visto muchos ejemplos de cómo no combatir la persecución.

En este artículo examinaré siete de estos riesgos y señalaré los principios cristianos que nos permiten avanzar de forma más efectiva hacia la libertad religiosa para todos. Mi objetivo señalando los riesgos no es condenar ninguna organización o planteamiento en particular, sino recomendar una forma de promover la libertad religiosa más considerada, amplia y constructiva. Quiero ver a cristianos trabajando de forma más efectiva hacia un mundo en el que nadie sea asesinado (o maltratado o privado de privilegios) por causa de sus creencias

 

Placa conmemorativa a Sebastian Castellio en Basilea. / EinDao, CC-BY-SA-4.0

Riesgo 1: ignorar el problema de la persecución

Por mucho que subraye algunos de los riesgos que he visto en cristianos al intentar combatir la persecución, es necesario que se reconozca al principio que el hecho de ignorar el problema continúa siendo un gran problema, valga la redundancia. Entre los cristianos, la inacción voluntaria puede provenir de una visión milenaria que considera la persecución un presagio del escatón y que por lo tanto no se puede detener, o la creencia de que como la persecución puede ser enriquecedora espiritualmente, no debería detenerse. [4] Sea cual sea la razón, el único gran riesgo que se debe evitar es no hacer nada.

En su volumen editado recientemente, Bajo la espada de César, Dan Philpott y Tim Shah observan lo siguiente:

La amplia mayoría de los cristianos en el mundo… tiene poca experiencia directa con la intensa represión religiosa que cada vez absorbe a más compañeros cristianos. Esta falta de experiencia ayuda a explicar la falta de atención de Occidente vis-a-vis el gran desafío global de persecución religiosa en general y la persecución cristiana en particular.

Para contrarrestar esa falta de atención, debemos tomarnos en serio las enseñanzas del Nuevo Testamento que habla a las iglesias locales y a la global como un solo cuerpo espiritual. Tal como Pablo escribe en 1ª de Corintios 12:26: “De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él”. Varios de mis amigos en Washington han empezado hace poco una organización benéfica llamada OneBody (un cuerpo) para “organizar encuentros de oración por la iglesia perseguida” [5], y muchas otras acciones alrededor del mundo enfatizan nuestra pertenencia a un solo cuerpo. Son santos dignos de elogio.

Sin embargo, quisiera dar dos advertencias. En primer lugar, los cristianos de Occidente tienen que dejar de pensar en sí mismos como liberadores nobles de sus ignorantes hermanos. Combatir la persecución no es una carga reciente que el hombre blanco debe asumir. Todas las naciones luchan hasta cierto punto para adaptar su diversidad religiosa, y estos ajustes con principios solo son posibles y sostenibles cuando se acogen desde el seno de cada país. Dicho esto, aquellos que seamos cristianos occidentales deberíamos reconocer que tenemos oportunidades para administrar de forma humilde y cautelosa nuestra relativa riqueza, además de disponer de poder para proporcionar recursos y reforzar el esfuerzo empleado en reformas indígenas. 

En segundo lugar, los cristianos deberíamos procurar no dar la impresión de que toda congregación o cristiano de forma individual tiene que tener como prioridad combatir la persecución (o cualquier otra causa que merezca la pena) y que de no hacerlo serán deficientes espiritualmente. Una vez más, debemos considerar la metáfora del “cuerpo”. En Romanos 12:4, Pablo dice: “De la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función”. (RVR1960)

 

Riesgo 2: exagerar el problema

Aunque se vaya con una actitud sumamente bienintencionada para reducir la falta de atención y para hacer que se pase a la acción, algunos defensores de la libertad religiosa exageran el problema u ofrecen unos datos imprecisos que no representan la escala o gravedad de la persecución cristiana en un contexto concreto. Se suelen escuchar a menudo descripciones del estilo “Cristianos de X país están siendo atacados, encarcelados y asesinados por causa de su fe”. Afirmaciones como estas suelen ser verdad de forma literal hasta cierto punto, pero pueden dar la impresión de que quizás todos los cristianos de ese país están sufriendo ese destino, que están en un peligro inminente o que están sufriendo en general. Este tipo de lenguaje funciona mejor para recaudar fondos que para acabar con la persecución.

Varias organizaciones sí que intentan medir la escala de la persecución con una precisión cuantitativa, pero si dicho esfuerzo no se emplea de forma cautelosa, puede exacerbar el problema de la exageración. Por ejemplo, el Centro de Investigaciones Pew en Washington proporciona un estudio muy reconocido sobre las condiciones de la libertad religiosa global, cuyo informe más reciente muestra que el 83% de la población global vive en países con unas restricciones religiosas altas o muy altas. No obstante, si no se examinan rigurosamente las definiciones, la metodología y las advertencias narrativas de Pew, nos podemos llevar la impresión de que la amplia mayoría de personas en el mundo se enfrenta a una persecución activa. [6]

 

En 2015, Estado Islámico decapitó a 21 cristianos coptos en Libia y lo grabó en vídeo. / Captura de vídeo EP

En 2018 tuve el privilegio de trabajar con un equipo internacional de investigadores acerca del informe anual del Parlamento Europeo sobre la libertad de religión o creencia. [7]. La enseñanza clave que me llevé de ese ejercicio fue lo difícil que es medir el fenómeno tan ampliamente complejo y cuestionado de la persecución e intolerancia religiosa. Las cifras, más que aclarar, pueden llegar a ofuscar. Dada esta dificultad, abogo por estar del lado de la modestia y la cautela. Es mejor poner en riesgo la capacidad de comprensión sobre el alcance y severidad de la persecución antes que arriesgarse a exagerar el problema. Está en juego una defensa creíble de la libertad religiosa. Los regímenes abusivos temen el escrutinio público y buscan cualquier oportunidad para minar la credibilidad de un defensor de la causa. En un mundo repleto de noticias falsas e información errónea, los cristianos debemos ser personas de verdad e integridad. Tal como se nos recuerda en Proverbios 16:11: “Las balanzas y el peso justos son de Jehová; obra suya son todas las pesas de la bolsa”.

Judd Bridsall, director general del Instituto de Religión y Estudios Internacionales de Cambridge. 

Este artículo se publicó por primera vez en la página web del Jubilee Centre y se le ha concedido permiso para ser publicado de nuevo. 

 

Notas

[1] Esta cita pertenece al libro de Castellio titulado Contra Libellum Calvini, fol. E1v.

[2] Roland H Bainton, trans. Concerning Heretics, Columbia University Press, 1935, p.225.

[3] Ibid.

[4] Es importante puntualizar aquí que la Biblia no contiene afirmaciones generalizadas de libertad religiosa ni un llamado explícito para combatir la persecución. Como observa Timothy Shah, “Incluso un examen superficial de los principales [autores] del Nuevo Testamento demuestra que estos apóstoles no solo tenían poca inclinación a argumentar contra la persecución, sino que mostraron una fuerte tendencia a aceptarla y acogerla como parte integral de los propósitos redentores de Dios”. Sin embargo, tal como atestiguan los dos volúmenes de Cristianismo y libertad, co-editados por Shah, una reflexión adicional de las Escrituras llevada a cabo por generaciones posteriores de cristianos, llevó al desarrollo de una explicación sólida de libertad religiosa basada en una comprensión bíblica del ser humano, la iglesia y el gobierno.  

[5] Ver prayforonebody.org

[6] Por ejemplo, Pew considera que los fondos gubernamentales para escuelas con base creyente, educación religiosa obligatoria en escuelas públicas y apoyo estatal para el mantenimiento de los bienes religiosos, son “restricciones” para la libertad de religión. Pew matiza de manera útil el hallazgo del “83%” en su narrativa del informe, pero me temo que lo que se queda en la mente de las personas es la alarmante estadística, no la advertencia descriptiva. 

[7] Si desea leer un informe completo de nuestra metodología en la investigación y los resultados, puede acceder al “Anexo del Informe Anual 2017” en www.religiousfreedom.eu/wp-content/uploads/2018/09/RS_Annex_v1_forprint_withbleed.pdf

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