La fuerza de una madre

Lucha por su hijo y renuncia a sus sueños para atender a alguien que ha salido de sí misma. No hay ayuda oficial para ellas en estas cuestiones y tristemente lo tienen asumido.

30 DE NOVIEMBRE DE 2018 · 09:00

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Las oí por casualidad, pasaba junto a sus sombras caminando sin prisa. La persona que me acompañaba ni siquiera se dio cuenta de la situación, quizá porque no es madre y no se le encienden las alarmas ante estos casos. Tres mujeres hablaban. Una de ellas, la más joven, sujetaba en su brazo a un bebé de unos cuatro o cinco meses que sonreía feliz ajeno a las circunstancias. Acariciaba su cabecita mientras le contaba apenada a las otras dos su historia, que asentían con la cabeza y la consolaban verbalmente. Vi que se trataba de mujeres que se esparcen como semillas y apoyan en otras mujeres. Mujeres que se ayudan mutuamente. Mujeres que comprenden a otras mujeres porque se han visto en la misma situación que ellas o la han vivido de cerca y se duelen. 

Tengo que dejar de trabajar, no puedo seguir así, ya he tomado la decisión y no hay vuelta atrás. Hablaré con mi jefe esta misma semana para decirle que me despido. ¿Cómo no voy a atender a mi niño? Haré lo que haga falta con tal de que no le falte mi cariño y mis cuidados. Si no lo hago yo, ¿quién lo hará? Los análisis están saliendo bien, eso me ha dicho el pediatra, que de momento todo está controlado pero hay que seguir indagando, haciendo más pruebas hasta descubrir la raíz del problema, así que no sé cuál será el resultado final. Ya me las apañaré como sea, tengo claro que a mi hijo no puedo dejarlo cada mañana en estas circunstancias.

Es triste, muy triste. Otra madre más que sin dudarlo abandona su profesión, que pierde su sueldo, que lucha por su hijo y que renuncia a sus sueños para atender a alguien que ha salido de sí misma. No hay ayuda oficial para ellas en estas cuestiones y tristemente lo tienen asumido. Lo que no hagan por sus vástagos, no lo hará nadie. 

Los hay que de "boquilla" juzgan esta actitud porque no la viven en sus carnes, o aseguran que buscarían otras soluciones, más técnicas, o que no se duelen porque no logran entender lo que una mujer puede sentir por sus indefensas criaturas que se encuentran a merced de las inclemencias de la vida. Bravo por ellas, que el Señor las bendiga, las guarde y les siga dando fuerzas.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - La fuerza de una madre