El Dios de la sed

¿Qué sed es la que padece el mundo hoy? Quizás la sed de Dios y no encuentran como saciarla.

11 DE ABRIL DE 2017 · 15:52

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“Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed”. Juan 19:28. Dolor y sed físicos. Algunos quisieron calmar la sed del mismo Dios, pero nadie dijo: ¡Traed agua limpia para el crucificado! No. Le acercaron a la boca una esponja empapada de vinagre que el Maestro aceptó. ¿Era una mezcla con vinagre que adormeció al Dios de la vida? ¿Fue, en el fondo un acto de misericordia? “Cuando hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”. ¿Se apagó allí la sed del Dios vivo?

La sed es un concepto que se usa mucho en la Biblia: Sed de Dios, sed de justicia, el que cree no tendrá sed. La sed es una especie de tormento terrible en situaciones extremas. La boca seca como símbolo del sufrimiento, de la cercanía de la muerte. Sin embargo, ante esta sed, muchos buscan algún sucedáneo que adormezca, que acelere la muerte, una mezcla de vinagre con hiel. No acercan un agua fresca y limpia a los sedientos del mundo. Es preferible adormecer a los sedientos, a los que tienen sed real de aguas limpias, a los que tienen sed de justicia. Quizás en este mundo sea más cómodo adormecer que trabajar por el agua limpia para todo tipo de sedientos que sufren en el mundo.

El mundo tiene sed. La justicia no llega a todos. ¿Seguirá vigente el grito de Jesús: ¿“Tengo sed”? Jesús sufrió esa sed a causa del hombre, para que el hombre pudiera ser librado de ella. Si la sed de Jesús era típica de los crucificados cercanos a la muerte por el derramamiento de sangre, ¿qué sed es la que padece el mundo hoy? Quizás la sed de Dios y no encuentran como saciarla, quizás la sed de justicia para muchos que no encuentran ni siquiera el acto de misericordia de la esponja empapada con esa mezcla de vinagre que adormecía y calmaba.

¿Cómo podremos calmar los seguidores de Jesús la sed de justicia? ¿Cómo podremos eliminar la sed del propio Jesús que hoy observa el sufrimiento de sus criaturas? Quizás no se trate de un acto de misericordia con un sufriente para que se aproxime más aún a la muerte. Para nosotros esa llamada de “sed tengo” debe ser una voz que nos anima a la práctica de una misericordia liberadora, una llamada a la solidaridad con tantos sedientos de justicia en el mundo hoy. Sería una buena manera de recordar la Semana Santa, la sed de Dios, del Dios vivo que aprobará nuestra acción: “Tuve sed y me disteis de beber”, no con una esponja mezcla de vinagre y hieles que adormezca, sino con verdadera agua que exprese la vivencia de la projimidad.

Hay muchos condenados en el mundo hoy que asumen la sed de Jesús en la cruz. Quizás ya no sean tiempos de vinagres, sino de justicias, de dignificación de las personas, de redistribución de bienes, de aliviar las bocas secas y próximas a la muerte. El mundo pide agua, Dios pide agua para el mundo.

¿Sufre Jesús hoy con los sedientos del mundo? ¿Nos pide Jesús de beber en nombre de los sedientos de nuestra historia en nuestro aquí y nuestro ahora? ¿Cómo vamos a responder desde la experiencia de Semana Santa en donde el Maestro, ante la muerte, nos deja esa petición de agua? La sed, agonía insufrible, tormento inaguantable, tortura extrema. Muchos en el mundo tienen sed.

¿Por qué no respondemos a la frase de Jesús con una búsqueda de justicia? Sed de justicia, sed de Dios, del Dios vivo. No respondamos con mezclas de vinagres adormecedores, sino con la búsqueda de aguas limpias capaces der calmar la sed de justicia, la sed de Dios que tiene el mundo. Evangelización, práctica de la misericordia, solidaridad humana, trabajo por una mayor justicia social entre los hombres entre los cuales a muchos les gustaría adormecerles como si también quisieran que entregaran ya su espíritu.

Evangelización, calmar la sed, ofrecer aguas limpias, solidarias, aguas de justicia. Dios tiene sed y la podemos calmar liberando a los hombres de la injusticia, dándoles de beber. “Venid, benditos de mi Padre, porque tuve sed y me disteis de beber”. 

Sí, la sed de Jesús va más allá de la sed física. Preocupación de Jesús por la sed del mundo, por el despojo de los empobrecidos, de los excluidos, de los que no tienen acceso al agua potable y mueren por infecciones. Sí, muchos de ellos niños. No tienen agua potable y limpia y beben de charcas infectas hasta morir. Tienen sed. Mueren uniéndose al grito de Jesús. La voz cansada de Jesús en la cruz sigue diciéndonos: “Tengo sed”.

No niegues el agua a Dios. Le negamos el agua al Jesús crucificado cuando nos resistimos y damos la espalda como respuesta a la ayuda a los humillados y dejados en el sin vivir de los márgenes del camino. Negamos el agua a Dios cuando negamos el agua al hombre. Cuando Jesús grita su sed, pide nuestra práctica de la projimidad a los sedientos del mundo. Muere por ellos.

“Tengo sed”, nos invita a la acción, a que tomemos nuestras esponjas y las empapemos, pero de agua limpia, pues si el mundo cambiara sus valores, sería posible. “Tengo sed” es la frase que deberían asumir los cristianos no sólo en épocas de celebración de la Semana Santa, sino que la deberíamos asumir como solidaridad con el prójimo empobrecido y sufriente. Es el grito por sed solidaria. Danos esa sed solidaria Señor y que no se nos calme hasta que no seamos agentes de liberación del Reino que llevan agua a los sedientos del mundo. 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - El Dios de la sed