Cuando Jesús me miró

He sido un juguete roto en manos de quienes nunca supieron entender mi dolor. Una marioneta movida por hilos de maldad.

19 DE AGOSTO DE 2014 · 22:00

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	Jes&uacute;s y la mujer pecadora /&nbsp;Liz Lemon Swind</p>
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Jesús y la mujer pecadora / Liz Lemon Swind

¿Qué sienten los que nada sienten, los que pasan de largo sin detenerse a mirar el dolor ajeno? ¿Qué sienten los que se dedican a lanzar piedras sobre vidas desconocidas y lo hacen simplemente siguiendo el criterio marcado por la multitud? ¿Qué sienten los que miran hacia otro lado para no tener que rendir cuentas, para sentirse seguros? Es cierto que no he sido una buena mujer. Es cierto que he vivido una vida en pecado. Pero es injusto juzgar a alguien sin conocer realmente el contexto de su vida, los mil resquicios que han propiciado un corazón doblegado al mal. Yo he sido un juguete roto en manos de quienes nunca supieron entender mi dolor. Una marioneta movida por hilos de maldad. Un ser envilecido, viciado, que sólo deseaba sentir un roce cálido, una sonrisa tierna, un empuje cariñoso que me hiciera sentir viva. ¡Yo vivía muerta! Subsistía entre vivos con un alma hundida en la oscuridad, ceñida de dolor, corroída por la miseria de un presente sin futuro, de un presente plagado de angustia y desesperación. Pero entonces…. Él me miró. Tuvo compasión de mí, entendió mi dolor. Me acunó entre sus manos y me mostró la senda a seguir, el camino hacia una vida de excelencia. Jamás había sentido tanto amor. Jamás me habían tratado con tanto cariño. Él me miró y su mirada me transformó. La mirada de Jesús sigue siendo transformadora. Él detiene su paso, mira la necesidad, atiende al necesitado. Cuando entre el bullicio de una sociedad tan presta a la premura evidencias la mirada de Jesús, el entorno se modifica, tu existencia se transforma, el ritmo apresurado de la multitud se ralentiza y sólo la presencia del Maestro posee sentido. Él sigue caminando cerca de la necesidad. Él busca vidas que salvar con su poder absoluto. No puedes esconderte, no puedes burlar su mirada. Si Él entra en escena, tu vida será transformada.

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