Carta a mi hija, tras el 11S

Carta escrita a mi hija mayor unos días después del 11 de septiembre de 2001

17 DE SEPTIEMBRE DE 2011 · 22:00

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Querida hija, Ahora que duermes me acerco, como tantas noches, a tu habitación. Tu cuerpo ya tiene la longitud de la cama entera: ¡has crecido tanto! Estos días he vuelto a ver tus ojos llenos de miedo buscar los míos, aunque ahora que ya eres mayor no te asustas tanto como cuando eras pequeña (¿recuerdas el terror que te producía el ruido del camión de la basura cada noche?). Pero esta vez la brutalidad y el horror de lo que oíamos, primero, en la radio, y veíamos, después, en la tele, me temo que rompía algo en tu todavía dulce realidad de adolescente. Vimos el avión chocar contra la torre, contemplamos desplomarse aquellos gigantes como si nada, supimos que también habían destrozado parte del Pentágono, y pensábamos cuánta y cuánta gente muerta porque sí, en un momento, y cuánta, cuantísima gente viva con la vida destrozada sin ninguna razón válida. Unos días más tarde me preguntaste si en los aviones habría habido niños. Te dije que sí, que muy probablemente. Y que si yo pensaba, insistías, que se dieron cuenta de lo que pasaba, de que iban a morir. Yo te dije que los pequeños no, y que todo fue un momento. “Mama –me dijiste-, ¿me habrías dicho que iba a morir si hubiéramos estado en los aviones?”. “Tú eres creyente, hija mía, y casi con toda seguridad hubiéramos estado orando, pidiendo ayuda al Señor en esos momentos. Hubiera sido un ‘Hasta ahora, Señor’ y un ‘Hola, Señor’”. “¡Es verdad!”, dijiste. Y sonreíste. Recuerdo que callamos unos instantes, y comenzaste a hacer más preguntas y más consideraciones, y yo veía que cavilabas sobre el alcance de lo que había pasado, y que estabas preocupada. Ahora te miro dormir tranquila, confiada. Te he oído hablar por teléfono con tus amigas sobre la posible guerra de la que todos hablan. “Mama, ¿tú crees que habrá guerra? ¿Dónde piensan hacerla?”. He intentado darte explicaciones que te tranquilicen, pero sobre todo he procurado que entiendas lo que es hacer tuya la esperanza de una vida con Cristo, sean cuales sean las circunstancias que se presenten. Me voy del cuarto y procuro no hacer ruido. Y mientras ajusto la puerta voy pensando cómo hacerte entender que la vida cristiana, antes que una vida de renuncia como muchos creen, es una vida rica, confiada, emocionante. Porque hay un proyecto para llevar a cabo, porque hay una parte especial y concreta que la has de hacer tú, porque nunca andarás el camino sola, y no conocerás el vacío, la desesperanza y el miedo angustioso de los que no tienen nada. Sé que esto no puedes entenderlo ahora. No hace tanto, en realidad, que yo misma soy consciente de una manera más cabal de lo que significa. Pero ya te lo iré explicando poco a poco, si el Señor lo permite… Ahora, buenas noches, hijita mía. Te quiero. La mama.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde mi balcón - Carta a mi hija, tras el 11S