Las «otras maternidades» (VI)

La partenogénesis es un modo de reproducción natural que se da en ciertos organismos relativamente simples de los reinos animal y vegetal. Partenogénesis significa literalmente "generación virgen" y se refiere al modo de reproducción virginal en el que el óvulo femenino inicia el desarrollo embrionario sin necesidad de ser fecundado por ningún espermatozoide del macho."/>

Mi hija es mi clon

Las «otras maternidades» (VI)

La partenogénesis es un modo de reproducción natural que se da en ciertos organismos relativamente simples de los reinos animal y vegetal. Partenogénesis significa literalmente "generación virgen" y se refiere al modo de reproducción virginal en el que el óvulo femenino inicia el desarrollo embrionario sin necesidad de ser fecundado por ningún espermatozoide del macho.

30 DE ABRIL DE 2010 · 22:00

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Este fenómeno ocurre de manera habitual en casi todos los grandes grupos de animales, obteniéndose así invertebrados como erizos y estrellas de mar, mariposas y otros muchos insectos. En las abejas, por ejemplo, cuando a una reina vieja se le han agotado ya las reservas de semen y ninguno de sus huevos puede ser fecundado, entonces tiene lugar la partenogénesis. Los huevos sin fecundar que pone en ese momento se desarrollan -no se sabe todavía muy bien por qué- hasta convertirse en zánganos, machos que carecen de aguijón y sólo sirven para fecundar a la reina. La partenogénesis experimental se consiguió ya en el año 1886 cuando el zoólogo Tichomiroff obtuvo orugas al frotar y tratar con ácido sulfúrico huevos de mariposa de la seda. Desde entonces estos ensayos se han venido repitiendo con resultados positivos en óvulos de erizo de mar, estrellas, anfibios e incluso mamíferos como conejillos de Indias, ratas, conejos, gatos y perros. De esta forma han nacido ejemplares que consiguieron sobrevivir hasta los dos meses y medio. Tales pruebas demostrarían que la acción estimulante del espermatozoide sobre el óvulo puede consistir en diferentes impulsos físicos y químicos, aparte por supuesto de transmitirle la correspondiente dotación cromosómica. Y ¿qué decir de las personas? ¿Se ha producido alguna vez la partenogénesis humana? Cada una de las células que componen el cuerpo humano contiene toda la información genética necesaria para formar el organismo completo. Si durante el desarrollo y la diferenciación embrionaria una determinada célula se convierte en fibra muscular, por ejemplo, todo el resto de la información que posee en su ADN para llegar a ser otro tipo de célula o para generar todo el individuo, queda automáticamente "enmascarado" y no se manifiesta más, pero sigue estando allí contenido. Se ha sugerido que un susto repentino, un golpe en la cabeza o cualquier otro estímulo intenso puede, en muy raras ocasiones, pulsar el "mando principal" de la célula haciendo que toda la información genética se manifieste. Cuando este capricho de la naturaleza le ocurre a cualquier célula uterina de una mujer, la célula puede empezar a dividirse y provocar el nacimiento de una criatura exacta a su madre en todos los sentidos. Esto es precisamente lo que relatan Ted Howard y Jeremy Rifkin en su libro ¿Quién suplantará a Dios?: "Un caso así ocurrió en 1944 en el Hannover destrozado por la guerra. Durante un bombardeo aliado en la ciudad, una joven alemana se desplomó a la calle. Nueve meses más tarde dio a luz una niña, que parecía -a través de análisis de sangre, huellas dactilares y otros indicadores- ser la exacta gemela de la madre. La mujer juró que no había mantenido con nadie relación sexual alguna, y exhaustivos exámenes médicos apoyaban su demanda. Los facultativos que la examinaron creen que el susto del bombardeo pudo haber agitado una célula dormida del cuerpo dentro del útero, comenzando así la reproducción" (Howard, T. y Rifkin, J., Edaf, Madrid, 1979: 105). La doctora Helen Spurway, genetista del London University College, sugiere que la partenogénesis humana puede ocurrir en uno de cada 1,6 millones de embarazos, aunque muy pocas muestras de tal fenómeno han sido documentadas con fiabilidad. Dejando de lado la posibilidad de tales accidentes biológicos, lo que si es posible realizar ya en la actualidad es la inducción mediante agentes físicos y químicos de ovocitos secundarios femeninos para que originen óvulos diploides que no tengan que ser fecundados. Tales óvulos reflejarían sólo la constitución genética de la madre. Mediante productos como la citocalasina es posible hacer que un ovocito haploide pase a ser diploide, es decir, que duplique su dotación cromosómica. También se pueden fusionar dos ovocitos haploides para obtener uno diploide consiguiéndose así la gestación de un embrión femenino que, si consigue nacer, sería a la vez hija y gemela monocigótica de su propia madre. Aparte del empobrecimiento cromosómico y de la pérdida de variedad que supondría esta técnica reproductiva, sólo es menester decir que desde el punto de vista ético, los inconvenientes que suscita la partenogénesis humana, son prácticamente iguales a los de la clonación. Se trataría, por tanto, de un intervencionismo genético del todo injustificable.
Artículos anteriores de esta serie:
1La maternidad de alquiler
2¿Hay aspectos positivos en la maternidad de alquiler?
3Biblia y maternidad de alquiler
4Parto tras la menopausia: ¿madre o abuela?
5¿Hombres embarazados?

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - ConCiencia - Mi hija es mi clon