El Real Madrid, más Cristiano que el Barça

El periodismo deportivo ha estado días haciéndose eco de las palabras del nuevo presidente de honor del F. C. Barcelona, Johan Cruyff, quien ha dicho que “Dios está de lado del Barça”. Por si fuera poco, el galáctico y ex futbolista del Barcelona y Real Madrid, Luis Figo, comenta con ironía que los males del Madrid “deben ser culpa de Dios”.

23 DE ABRIL DE 2010 · 22:00

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Este debate teológico-deportivo ha llegado a Protestante Digital de la mano de J. L. Fernández con su artículo titulado “Dios está del lado del Barça”, una reflexión en la que el autor muestra cierta simpatía hacia las palabras de Cruyff. Sin embargo, estimado Fernández, está usted en un error. Y voy a demostrarle con argumentos bíblicos que el Real Madrid es más Cristiano que el Barça. LOS HIMNOS Empecemos analizando los himnos de cada club, sabiendo que son el credo y carta de valores de cada entidad: Himno del Real Madrid De las glorias deportivas que campean por España va el Madrid con su bandera limpia y blanca que no empaña. Club castizo y generoso, todo nervio y corazón, veteranos y noveles, veteranos y noveles, miran siempre tus laureles con respeto y emoción. ¡Hala Madrid!, ¡Hala Madrid! Noble y bélico adalid, caballero del honor. ¡Hala Madrid!, ¡Hala Madrid! A triunfar en buena lid, defendiendo tu color ¡Hala Madrid!, Hala Madrid!, Hala Madrid! Enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano. Los domingos por la tarde, caminando a Chamartín, las mocitas madrileñas, las mocitas madrileñas van alegres y risueñas porque hoy juega su Madrid ¡Hala Madrid!, ¡Hala Madrid! Noble y bélico adalid, caballero del honor. ¡Hala Madrid!, ¡Hala Madrid! A triunfar en buena lid, defendiendo tu color ¡Hala Madrid!, ¡Hala Madrid!, ¡Hala Madrid! Himno del Barcelona (traducido al castellano) Todo el campo es un clamor, somos la gente azulgrana, No importa de donde vengamos, si del sur o del norte, eso sí, estamos de acuerdo, estamos de acuerdo, una bandera nos hermana. Azulgrana al viento, un grito valiente, tenemos un nombre, lo sabe todo el mundo: ¡Barça!, ¡Barça !, ¡¡¡¡Baaaarça !!!! Jugadores, aficionados, todos unidos hacemos fuerza, son muchos años llenos de sacrificio, son muchos los goles que hemos gritado. Y se ha demostrado, se ha demostrado, que nunca nadie nos podrá doblegar. Azulgrana al viento, un grito valiente, tenemos un nombre, lo sabe todo el mundo: ¡Barça!, ¡Barça!, ¡¡¡¡Baaaarça!!!! Comparen ahora la letra del himno del Barcelona con las pretensiones de los constructores de la torre de Babel, quienes dijeron: “Edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Génesis 11, 4) Las similitudes entre el fondo de ambos textos son asombrosas ¿verdad? Tanto en el himno oficial del Barcelona como la declaración de intenciones babeliana enfatizan que, ya sean esparcidos, o vengan del norte o del sur, lo verdaderamente importante es que el mundo sepa que ellos tienen un nombre y que nunca nadie los podrá doblegar. Amigos barcelonistas, estad atentos a lo que declaráis, pues ya sabéis como acabaron los de Babel, quienes ya proclamaron estas cosas antes que vosotros. Por el contrario, el himno del Madrid es un salmo de concordia. La letra comienza apelando a las glorias, al blanco y limpio que no empaña. Se menciona a las mujeres de forma positiva y se enumeran valores sublimes como el respeto, la caballerosidad, la generosidad y el honor. A diferencia del himno culé, el cántico madridista sale de sí mismo y tiene en cuenta al prójimo, declarando que “cuando pierde da la mano sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano". LOS COLORES. ¿Y cómo se ven los colores de ambos clubes en la Biblia? Por un lado, es necesario saber que el mar para los hebreos, casi siempre azul, es símbolo del mal. No les gustaba. Las bestias del Apocalipsis emergen de los océanos para confirmar esta fobia hacia la gran mancha azul. Por otro lado, el profeta Isaías (1, 18) afirma que “si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos”. La conclusión es clara: No debemos participar del azul ni del grana sino ser blancos. Y es que el Real Madrid, elegido mejor club del siglo XX por la FIFA, bien evoca aquella promesa que asegura que “el que venciere será vestido de vestiduras blancas" (Apocalipsis 3, 5). LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS (MATEO 25) Fernández expone en su artículo un supuesto Barça favorable a los niños y humildes como figura antagónica del derrochador y altanero Real Madrid. Sin embargo, conviene mirar el Chigrinsky e Ibrahimovic del propio ojo (91 millones pagó el Barça por los dos) antes que fijarse en el Cristiano del buen ojo ajeno. Algunos se confunden y no entienden algo tan obvio como que el Real Madrid administra y multiplica sus bienes tal y como exhorta la parábola de los talentos de Mateo 25. Fijémonos en que el Real Madrid no ganó ningún título en 2009 y, sin embargo, ingresó 400 millones de euros, algo que ningún otro club del mundo hizo ¡Bien hecho siervo fiel! El resultado es que ahora el club blanco cuenta con más dinero para los niños del fútbol base y para traer a más extranjeros a nuestra tierra, al verde vergel del Santiago Bernabeu donde fluye el blanco leche y el dorado miel. Y si esto ha sido posible sin ganar ningún título, no quiero imaginar cómo será cuando ganemos copas, las que serán de la ira para los que andan cerca del mismo mar de Patmos. GENEROSOS Respecto a este tema de inversiones y supuestos amores al niño, J. L. Fernández elogia la gestión de la cantera del F. C. Barcelona como contraposición a la política de “cartera” del Real Madrid. Pero no nos liemos mucho con el fútbol base, pues la historia ha demostrado que la cosa va por épocas y hornadas. Que nadie se olvide de la gloriosa Quinta del Buitre de las 5 Ligas y de los récords, ni tampoco de que en 2008 el Barcelona quedaba 3º en la Liga a 18 puntos del Madrid campeón y con un Camp Nou clamando por la dimisión de su actual presidente. Y es que “la memoria del justo será bendita“ (Proverbios 10, 7). Además, según un reciente estudio elaborado por la prestigiosa revista France Football, la cantera del Real Madrid es hoy la más fructífera de Europa. El informe revela que el club de Chamartín ha producido 44 jugadores formados, plantados y regados en casa, ahora repartidos por las grandes ligas europeas. El Barça, a pesar de todo, sólo tiene a 24. La diferencia es que uno reparte los talentos y otro se los queda para sí, obviando que “mayor bendición hay en dar que en recibir” (Hechos 20, 35). Llegado a este punto del debate, espero haber sabido usar, sin demasiados atropellos, un poquito de humor irónico para ejemplificar lo fácil que resulta manipular la Biblia para justificar o defender nuestras pasiones, mi madridismo en este caso. Espero, estimado J. L. Fernández, que usted haya comprendido mis intenciones, siempre deportivas, y dándole la mano como hermano (ya sabe). Seguro que sí. Lo malo es que la ficción es superada por la realidad de tanto debate agrio y superfluo. Como humanos, ningún creyente está libre de caer en la tentación de dejar que nuestras emociones, inseguridades o ignorancia arrimen La Biblia a nuestro costal de una forma casi blasfema. O puede que sin el casi. Asombra la facilidad con la que habitualmente domesticamos La Escritura sin rigor ni sujeción alguna a su contexto original. Cuantos enfrentamientos seudoteológicos exponen esa carnalidad que se burla del amor y de la verdad, sí, de esa verdad que decimos defender con vehemencia ante “doctrinas de hombres”, aquellas que son siempre las del otro, claro, pues nosotros sólo proclamamos “la sana doctrina”. Faltaría más. El apóstol Pablo, precisamente en la Biblia, expone la imposibilidad humana para conocer toda la verdad. Sin embargo, no se lamenta por ello sino que apela a esta limitación como una oportunidad para amar al diferente, a quien no nos gusta, pues “el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es pretencioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se alegra de la injusticia, mas se goza de la verdad. Sabe sufrir, siempre cree, siempre espera, sabe soportar. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1ª Corintios 13, 4-13).

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