No volvamos a lo mismo

Ya hemos oído hablar bastante de las hipotecas "ninja" y de la "burbuja inmobiliaria". Creo que todos sabemos qué es lo que ha creado la crisis económica que estamos padeciendo. En el fondo está la ambición desmedida de la que se han dejado llevar todos los que invierten en negocios que proporcionan ganancias desorbitadas. El querer ganar cuanto más mejor, el no conformarse con intereses razonables, el afán de querer vivir por encima de las posibilidades económicas familiares, han desencadenado

13 DE MARZO DE 2010 · 23:00

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Los que han ganado mucho en poco tiempo y con poco esfuerzo, comprando barato solares para revalorizarlos inmediatamente, los que compraron pisos en construcción y los revendieron por unos millones más antes de hacer las escrituras, los que juegan en bolsa y se llevan buenos dividendos aprovechando ocasiones que encarecen el dinero artificialmente, etc., todos estos provocan la crisis. Hay responsables también en los sectores financieros, que concedieron créditos de modo irresponsable y que inventaron una ingeniería financiera totalmente indecente. Luego resultó que tuvo que venir en su ayuda el Estado con los fondos públicos. Todavía no sabemos si hay justicia que les obligue a devolver lo defraudado. ¿Se seguirán premiando las prácticas imprudentes sin castigar a los directivos que actúan así?. La crisis nos obliga a revisar estos métodos de especulación sin medida. Los gobiernos nacionales se encuentran impotentes para controlar los movimientos de las grandes multinacionales. ¿Quién obliga a devolver las fugas de capitales y puede hacer desaparecer los paraísos fiscales?. Hace falta una autoridad mundial que establezca reglas que puedan solucionar los problemas actuales. Los líderes de G-20 hablaron de "refundar el capitalismo", pero la realidad es que siguen empujando todos para volver a lo de siempre. Hace falta un cambio de valores. Esta es una crisis de ambición y competencia desleal. Es la cultura de "lo quiero todo y lo quiero ya" y esto con el mínimo esfuerzo. Así se da la razón a la Carta de Timoteo donde se dice: "el amor al dinero es la raíz de todos los males". Una cosa es buscar el beneficio justo y suficiente, y otra muy distinta el buscar el máximo beneficio a costa de lo que sea. Habrá que inventar una economía basada en la ética, donde lo que se busque siempre sea el reparto equitativo de los bienes, pensando en que todos tenemos derecho a una vida digna, ganada con el esfuerzo de nuestro trabajo. Y que los gobiernos garanticen el castigo de la explotación sobre las personas. Para ello también tiene que primar una educación en la austeridad compartida, y en el equilibrio racional de las propias ambiciones. El funcionamiento en cooperativas bien llevadas ha dado buenos resultados para las economías de ciertos sectores productivos. No se trata sólo de crear nuevos puestos de trabajo sino que deben ser de una calidad aceptable que salvaguarde la integridad de los valores de la persona humana. Hay que compartir el trabajo y la riqueza con responsabilidad y pensando en el bien común. Y como dicen los teólogos de la liberación: "El motor de la civilización actual no puede ser la acumulación de bienes y el disfrute individual de la riqueza, sino la satisfacción de las necesidades básicas dentro de una solidaridad humana. El paso de una civilización de la riqueza a una cultura de la austeridad compartida lleva a una revolución antropológica". Será necesario reflexionar sobre esto para buscar soluciones adecuadas. Autor: Andrés Brotóns González, sacerdote casado y miembro del Movimiento Ecuménico de Almería

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