Iquique, Chile
2 de diciembre

Sufro la pesadez de párpados con los que descienden desde la cordillera al mar; los músculos se agotan y cuesta un esfuerzo extra hacer que obedezcan. Noto pinchazos en el pie por el esguince todavía reciente."/>

Un lugar para dormir

Iquique, Chile
2 de diciembre

Sufro la pesadez de párpados con los que descienden desde la cordillera al mar; los músculos se agotan y cuesta un esfuerzo extra hacer que obedezcan. Noto pinchazos en el pie por el esguince todavía reciente.

13 DE JUNIO DE 2009 · 22:00

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El descenso rápido desde la alfombra montañosa produce somnolencia. Los pulmones toman aire con el ansia que uno aplica cuando tiene un resfriado y tiene la sensación de que falta oxígeno. Es una rara forma de relajación, en la que uno tiene que obligarse a caminar hasta el lugar donde está el reposo, y no pararse en el primer banco que ve, porque corre el peligro de dormirse bajo un sol chillón. Me muevo como flotando a la entrada de casas de pino oregón y sombras esquivas. El sueño hace que todo se deforme, que pasee por un constante ruido de coches que emiten un sonido que en realidad no pertenece a ellos. El sueño hace que deje de prestar la atención debida a los restos incas, a las plazas blancas, a los helados y la fruta, al mar bravo, a la vivacidad colonial. La catedral, última estación antes de llegar al motel, tiene en su nave central una bóveda de un impresionante azul al que sólo se llega por barco, y unas cuantas estrellas espurias. Esto es justo lo que no encontraré en el exterior, y exactamente lo único que apacigua mi estado de sonambulismo consciente. Estoy también en la ciudad de la salitre. De una fogata descontrolada, supongo que por el sueño, unos indígenas dieron por casualidad con una superficie rica en calcio. Un sacerdote investigó la orilla, allá por finales del siglo XVIII, y determinó el compuesto de potasio, que mezclado con las babas del mar, formaba un limo de alto contenido de sal. Sal de nitrato. Nitrato de sodio + Nitrato de potasio = Salitre. El compuesto cubrió los rostros, el pelo, las manos de familias enteras. Se convirtió en el centro del comercio de la ciudad. Ciertas plantas
 
se desarrollaron espectacularmente y se portaron de forma generosa con los habitantes. Sudor perlando los torsos de los trabajadores del salitre. Torsos grises, ceniza blanca en palas anchas, planas, cuadradas. Salitre que crea fertilizante. Fertilizante que fabrica explosivos. Jabón y orilla. El Pacífico se defiende del azúcar atlántico. Y en este humo uno se adormece. Pero sigue siendo humo, y el salitre también es débil. En la visita del museo de salitre, nos explican que en la Primera Guerra Mundial ya se buscó aplicaciones sintéticas al salitre, y su uso, apenas reducido al vidrio, y a ciertos esmaltes para el barro, se vio reemplazado por un material mejorado, que ya no estoy capacitado para describir. La crisis económica fue profunda para Chile, y para quienes monopolizaron su comercio. Salgo apesadumbrado de la visita. Llego a la playa. La arena es refinada, limpia. De una palmada puedo desprenderme de ella. Brillan en su interior granos como estrellas de verdad, no como las de la catedral. Dejo que el cansancio se una a la arena, a la sal, al agua templada y me siento, con la cabeza gacha. El océano tiene capacidad de restauración. Es en esta ciudad hendida por la cordillera donde unos lobos marinos eligen echarse largas siestas. Y yo elijo echarme una larga siesta, flotando a ser posible en nieves espesas.

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