Olimpiada evangélica en La Coruña

Ayer viví una jornada preciosa pero agotadora, la novena olimpiada evangélica en La Coruña, que contó con más de cuatrocientos niños y adolescentes.

14 DE JUNIO DE 2008 · 22:00

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Me encanta ver a los jóvenes luchar por la medalla en un maratón. Me gusta muchísimo ver las carreras de relevos y la complicidad que existe entre los participantes de un mismo equipo; pero, lo que realmente me fascina es ver a los pequeñitos con su camiseta olímpica. Los más avezados corriendo a la primera de cambio, otros ir a su aire y... los más mimosos asustarse cuando escuchan el pistoletazo de salida. Todo es muy emocionante, sobre todo el desfile de cada equipo caminando con sus estandartes, mientras se oye de fondo la banda sonora de “Carros de fuego” y arde la llama olímpica, aunque no sea la de Pekín 2008. Decía Calderón de la Barca que “la vida es sólo un sueño y los sueños sueños son” y, muchos años antes, escribía Jorge Manrique aquello de “nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar”. Alguien dijo que “nacemos para morir”; pero me gusta mucho más como lo dice la Biblia:
Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer que pasó y como una de las vigilias de la noche. Los arrebatas como con torrente de aguas son como sueño. Como la hierba que crece en la mañana en la mañana florece y crece, a la tarde es cortada y se seca.
Si, nuestra vida es como correr en una olimpiada; pero hay distintas clases de corredores. Todos han entrenado duro, todos luchan por una medalla; pero no todos la consiguen. Del mismo modo, nuestra vida cristiana es como una carrera, una carrera dura en la que cualquier despiste, cualquier lastre, o cualquier mirada atrás, nos pueden causar el no llegar a la meta. Me encanta como lo dice el apóstol Pablo: “Prosigo a la meta, al supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Te has parado, alguna vez, a pensar cuál es la meta de tu vida??... Tal vez el mejor trabajo??..... el sueldo más sustancioso??..... fama y reconocimiento??.... un cochazo impresionante.??... pasar por la persona más santa del mundo, sin serlo ni un ápice??.... Cada uno tenemos nuestros sueños, y ponemos todo nuestro empeño en conseguirlos; pero, la mayoría de las veces, nos quedamos en el camino debido a nuestras propias limitaciones. Yo tengo un sueño, un sueño muy especial: el ser, vivir y servir por y para Dios; y, para ello, tengo que dejar atrás otros sueños que están supeditados a ese. En montones de ocasiones me encuentro cansada, y mis entrenamientos no son los que debieran ser. En ocasiones me siento herida, y mis pies no caminan a la velocidad correcta. En ocasiones me despisto, y miro hacia atrás, perdiendo de vista la meta, y retrocedo. Pero siempre procuro retomar el camino correcto que me lleva hasta la preciada cinta de la meta, y -para ello- tengo que estar constantemente, “con la mirada puesta en el Invisible”. Ayer he vivido un día intenso a la par que precioso, involucrada de lleno en todo el trabajo que supone una olimpiada, aunque sea de estas características, que me ha hecho recordar que ya voy por la mitad de la carrera y, bajo ningún concepto, quiero volver atrás; porque sé que cuando acabe, me encontraré con los brazos de mi Señor extendidos hacia mí, diciéndome: “ven buena sierva y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor”. Podrías decir tú lo mismo??..... Si no estás seguro, ve a la cruz del Calvario, deja allí todo el lastre que llevas a cuestas, sumérgete en el río de la Gracia, y permite que Dios te acoja en su regazo. Entonces podrás comenzar a correr la carrera cristiana y, quizás, algún día, en alguna parte del camino, nos encontraremos.

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