Set me free

El Señor de mi vida puede tomar lo más roto, dolorido y deshecho…. Liberarlo, y de a poquitos, volver a construir una nueva vasija.

24 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 14:00

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Era una noche del más puro invierno cuando ella, mi hermana y amiga, con la que había compartido tantas cosas buenas… Ratos de charla, de compartir juntas muchas cosas, de orar con pasión por muchas otras, apareció sentada en las filas de atrás de nuestra iglesia; fue una de tantas en las que venía para buscarme.

La primera vez que hizo aquello, hacía bastante que no la veía, y estaba muy delgada, y con ropa de muy poco abrigo, mientras hacía muchísimo frío y la lluvia y el temporal azotaban con mucha fuerza.

Me sentí horrible, y  la traje conmigo para darle ropa mía para abrigarse, y cena para alimentar aquel cuerpo y aquella alma aterida por el frío y por mil cosas más.

Yo no entendía; pero ella me contaba las cosas a medias, a su modo… Podía percibir que no estaba bien en muchos sentidos, y “por esas cosas raras que tiene la vida” alguien hija de pastores con quien había compartido tanto, llena de los dones del Espíritu, estaba rota, vacía, sola, en algunos momentos sin poder tener a sus hijos... Una historia muy dura de la cual quiero omitir cualquier nombre y quiero velar deliberadamente.

Mi querida amiga estaba atravesando una separación durísima, de esas que llevan consigo todo el peor tipo de connotaciones que cualquiera se hubiera podido imaginar. Por momentos la veía como perdida hasta en su razón; realmente me partía el corazón, y simplemente hice lo que pude; porque la verdad hasta el último término, sólo la sabe el Señor; aunque eso no implique que ante una situación así, veamos pasar al prójimo amado y lo dejemos tirado por la calle por muchas cosas que podamos intuir o lo que sea.

Un día me habló desde su país natal, donde tan feliz había sido desde niña hasta que era una joven; había ido a refugiarse a casa de sus amados padres… Y yo seguía sin entender, pero no perdí el contacto con ella; aunque la mayoría de las veces ni preguntaba; todo era tan fuerte y tan confuso, que intentaba de algún modo remitir el tremendo dolor que llevaba consigo, toda la historia, una fortísima historia, al Señor.

Ella, mi amiga y hermana, no me contaba todo, o me lo contaba a su manera; yo sólo podía ver que no estaba bien, que estaba sumida en la más profunda de las depresiones, y en muchas ocasiones me sentía incapaz de entender y comprender.

Después de un buen tiempo volvió a España y con muchísima fuerza, una fuerza que yo seguía sin entender. Fue ahí cuando llegué a perder un poquito el contacto con ella, jamás del todo; simplemente no comprendía muchas cosas ni un modo de actuar que me desbordaba, al mismo tiempo que me hacía sentir inquieta y muy preocupada por ella.

Hace unos días, me la encontré en el lugar que menos pudiera haber podido imaginar. La vi bonita, contenta, bien vestida y arreglada….. Y las dos nos alegramos muchísimo y nos abrazamos muy fuerte.

Después de un buen rato de hacer algunas cosas que  las dos teníamos que hacer, me insistió muchísimo a que aceptara una invitación para llevarme a comer, y yo seguía sin entender absolutamente nada de aquel cambio. Me recordó las veces que yo la había ayudado a ella en las noches del más puro invierno de su vida, cuerpo y alma. Era un mal día para mi, pero me insistió muchísimo; así que decidí que aquello estaba por encima de todo en aquellos momentos.

Cuando comenzamos a hablar, comenzó a contarme muchas cosas, entonces mi mente y corazón comenzaron a encajar muchas de las piezas en las que me había perdido por el camino.

Obviando muchísimas cosas en las que ni quiero ni debo entrar, me contó lo tremendamente profundo que había sido y aun coleteaba de toda aquella historia, y lo tremendo de la profunda depresión que la llevaron a cuatro intentos de suicidio totalmente abortados por el mismo Dios.

Cada uno de aquellos cuatro intentos habían sido diferentes, y en todos ellos Dios había intervenido. Sacó una foto de su bolso, y me enseñó las tremendas cicatrices de su cabeza tapados por su preciosa melena, cuando se puso delante de un coche para que la matará… Dios intervino haciendo que le diera una especie de colapso que la tiró al suelo a tiempo.

Mi querida amiga, me repetía que cuando pasaba por ratos de mayor consciencia, sólo sabía orar pidiéndole al Señor que la llevara con Él, que la llevara con Él ¡por favor!

Fue en medio de aquella de aquella tremenda conversación de hace unos días, cuando me contó el modo en el que el Señor comenzó a restaurar aquella vida que había tocado los límites más profundos del dolor que nos podamos imaginar:

Estaba todavía en su país, habiendo dejado a sus hijos aquí con el más profundo desgarro de su alma; cuando compuso una canción que cantó en un lugar, con esa preciosa voz que Dios le dio desde siempre…. 

“SET ME FREE”…….. “LIBÉRAME”

Aquella canción y aquella letra, eran una oración con toda el alma que Dios escuchó. Mi querida amiga me iba contando como aquella noche, después de haber soltado todo lo que llevaba por dentro delante del Señor y de muchas personas que la habían escuchando cantar, se fue sola caminando por la calle en medio de la noche, y en medió de muchos modos que prefiero callar; porque quizá no fueran entendidos por muchos, sintió la presencia del Señor y de su Santo Espíritu de tal modo, que realmente sintió que aquella oración hecha canción, habían llegado a la mismísima presencia de Dios, y se sintió completamente liberada. Fue ahí, cuando comenzó su restauración, su restauración de tantísimo dolor.

Las dos teníamos mucho por hacer en aquel día, nos despedimos con un abrazo muy fuerte, y os aseguro que, en medio de unas cuantas cosas que ni sé ni quiero saber, pude comprobar una vez más, como el Señor de mi vida puede tomar lo más roto, dolorido y deshecho…. Liberarlo, y de a poquitos, volver a construir una nueva vasija, donde la luz de Dios brille para gloria y honra de su bendito nombre.

 “Así dice el Señor Todopoderoso: En este lugar que está en ruinas, sin gente ni animales, y en todas sus ciudades, de nuevo habrá pastos en donde los pastores harán descansar a sus rebaños. En las ciudades de la región montañosa, de la llanura, y del Néguev, en el territorio de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, las ovejas volverán a ser contadas por los pastores —dice el Señor—. Llegarán días —afirma el Señor—, en que cumpliré la promesa de bendición que hice al pueblo de Israel y a la tribu de Judá”. Jeremías 33, extraído. Santa Biblia.

Tal como comencé, termino… En medio, una historia absolutamente real, entre  dos preciosas canciones. Espero que todo pueda llegar a tocar tu corazón, y si tu vida está rota por algún dolor profundo, puedas llegar a experimentar el toque precioso, restaurador y liberador del Maravilloso Dios de amor.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Follas novas - Set me free