Fuentes bíblicas usadas por Casiodoro de Reina para traducir la Biblia del Oso (III)

Las listas prohibicionistas hicieron que la clandestinidad fuese la única forma en que pudieran circular las traducciones neotestamentarias de Enzinas y Pérez de Pineda.

22 DE SEPTIEMBRE DE 2019 · 20:00

,

Respecto al Nuevo Testamento, Reina solamente menciona haber consultado el texto griego pero sin precisar cuál. Era prácticamente ineludible que recurriera al Nuevo Testamento editado en griego (1516) por Erasmo de Róterdam, si no en su primera impresión sí en alguna de sus posteriores ediciones. Otro traductor, Martín Lutero, se valió de la mencionada obra para hacer su traducción alemana del Nuevo Testamento, que salió publicada en septiembre de 1522. Lutero “empleo como fuente la segunda impresión de la edición de Erasmo de Rotterdam, publicada en 1519, del texto original griego con traducción al latín”, y la impresión tuvo lugar en “la editorial de Lucas Cranach y Christian Döring [salió] a tiempo para [venderse] en la Feria de Otoño de Leipzig (29 de septiembre a 6 de octubre de 1522) en tamaño folio y con una tirada de unos 3 mil ejemplares” (Füssel, 2003: 37, 39-40).

El interés de Reina era que la Biblia del Oso pudiese circular sin restricciones en España, entonces calló cualquier mención sobre Erasmo. La razón de evitar nombrarlo es entendible porque distintos índices incluían la prohibición de leer obras del teólogo de Róterdam, como el de París (1545), Portugal (1551) y el promulgado en España por el Inquisidor general Fernando de Valdés en 1559, “primer índice que elaboró directamente la Inquisición española” (Sánchez Ramírez, 2015: 86). Pablo IV publicó en 1559 un Índice de Libros Prohibidos en el cual figuraba el maestro neerlandés y, en consecuencia, quedaban censuradas sus obras y traducciones. Así mismo el Índice  del Concilio de Trento, dado a conocer en 1564, consideraba que Erasmo era heresiarca primae classis. Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, “hizo quemar todas las obras de Erasmo muchos años antes que se vedasen por el Papa” (Gilly, 2005: 238, 243).

Otros traductores silenciados por Casiodoro de Reina pero que seguramente le fueron de utilidad también estaban vedados en España: Francisco de Enzinas y Juan Pérez de Pineda. El primero tradujo el Nuevo Testamento al español en 1543, el segundo hizo lo propio en 1556. Ambos trabajos debió tenerlos a mano Reina, sin embargo acallaría haberlos consultado porque ambos eran considerados enemigos de la fe católica romana por la Inquisición española.

En el Índice de Libros Prohibidos ordenado por el inquisidor Fernando de Valdés en 1551, documento que se hizo eco de un catálogo de libros heréticos elaborado en la Universidad de Lovaina (Bujanda, 1984: 444), quedaba establecida “explícitamente la prohibición de las Biblias en castellano o en cualquier otra lengua vulgar, una actitud represiva confirmada poco después por el Index romano de 1559” (Bergua Cavero, 2006: 49).

Las listas prohibicionistas hicieron que la clandestinidad fuese la única forma en que pudieran circular las traducciones neotestamentarias de Enzinas y Pérez de Pineda. Por lo anterior Reina estaba imposibilitado de visibilizar a los dos personajes como referentes de su traducción bíblica. 

Enzinas fue interrogado por Pedro de Soto, confesor del emperador Carlos V, se le acusa de incitar a la herejía por traducir las Escrituras. El 13 de diciembre de 1543 es encarcelado en Bruselas, y pudo huir de la prisión el primero de febrero del año siguiente. Logra llegar en marzo a Wittenberg, donde permanece hasta junio de 1546.  Murió, víctima de la peste, en Estrasburgo el 30 de diciembre de 1552 (Bergua Cavero, 2006: 71-77, 184). En ese entonces Casiodoro de Reina era monje en San Isidoro del Campo, en el que habría ingresado “no primero de los veinte años y no más tarde de los 24”, es decir entre 1540 y 1544 (Bada Prendes, 2016: 88). Otra fuente data en 1546 el ingreso de Reina al monasterio (Moreno, 2017: 10).

El otro traductor, Juan Pérez de Pineda, no pudo ser capturado por las fuerzas inquisitoriales, las que le juzgaron en ausencia y decretaron contra él la pena de muerte. Su colaborador, Julián Hernández (más conocido por Julianillo) llevó a Sevilla libros prohibidos por la Inquisición, al ser descubierto le apresaron el 7 de octubre de 1557, “permaneció firme en sus creencias durante tres años de prisión y finalmente fue quemado en la hoguera en el auto de fe del 22 de diciembre de 1560 en Sevilla. En el mismo auto de fe otros treinta fueron quemados, hubo 34 penitenciados, y se quemaron las efigies de tres hombres. Dos de ellos habían muerto ya: Egidio y Constantino Ponce de la Fuente; el tercero era Juan Pérez, a salvo en Ginebra” ((Kinder, 1986: 45).

Antes de huir de Sevilla a fines del verano/principios del otoño de 1557 es posible que Reina haya leído el Nuevo Testamento traducido por Pérez de Pineda, ya que era uno de los libros entregados por Julianillo a los monjes de San Isidoro. ¿También tuvo en sus manos antes de exiliarse la traducción de Francisco de Enzinas? Parece verosímil que durante su estancia en Ginebra, tras huir de Sevilla, tuvo la oportunidad de consultar el Nuevo Testamento de Enzinas, así como ahondar en la lectura del de Pineda. Hay nexos entre Enzinas, Pineda y Reina en cuanto al encadenamiento de la obra iniciada por el primero:

La verdadera continuación de la obra de Enzinas es, por un lado, el Testamento Nuevo de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, nueva y fielmente traducido del original griego en romance castellano, publicado por Juan Pérez de Pineda en Ginebra en 1556 (aunque el pie de imprenta señala en Venecia, en casa de Juan Filadelfo); y, por otro, la llamada Biblia del Oso. [Es constatable] la existencia de un nexo indudable, aunque difícil de valorar con exactitud, entre el Nuevo Testamento de Enzinas y la Biblia de Reina-Valera, la más difundida entre los protestantes españoles [y latinoamericanos] a lo largo de los siglos (Bergua Cavero, 2006: 50).

La estancia en Ginebra también le sirvió a Reina para conocer traducciones de la Biblia como la editada en francés por Stephanus en 1553. Refugiados protestantes ingleses en Ginebra, al tiempo en que Reina estuvo allí, trabajaban en la traducción bíblica al inglés, y en 1560 publicaron la que pasó a conocerse como Biblia de Ginebra, la que sería citada múltiples ocasiones en sus obras por William Shakespeare (Brake, 2008: 192).

 

Citas bibliográficas:

Bada Prendes, Constantino (2016): La Biblia del Oso de Casiodoro de Reina; primera traducción de la Biblia al castellano, tesis de doctorado. Facultad de Teología, Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca.

Bergua Cavero, Jorge (2006): Francisco de Enzinas: un humanista reformado en la Europa de Carlos V. Madrid: Editorial Trotta.

Brake, Donald L. (2008): A Visual History of the English Bible. Grand Rapids: Baker Books.

Bujanda de, Jesús M. (1984): “El primer Índice de Libros Prohibidos”, en Scripta Theologica, vol. 16, núms. 1-2, Universidad de Navarra, pp. 443-450.

Füssel, Stephan (2003): La Biblia de Lutero de 1534. Una introducción histórico-cultural. Colonia: Taschen.

Gilly, Carlos (2005): “Erasmo, la Reforma radical y los heterodoxos radicales españoles”, en Martínez Romero, Tomás, Les lletres hispàniques als segles XVI, XVII i XVIII. Castellò de la Plana: Publicacions de la Universitat Jaume I, pp. 225-376.

Kinder, Arthur Gordon (1986): “Juan Pérez de Pineda (Pierius): un ministro calvinista español del Evangelio en el siglo XVI en Ginebra”. Diálogo Ecuménico, t. XXI, n. 69, pp. 31-64.

Moreno, Doris (2017): Casiodoro de Reina. Libertad y tolerancia en la Europa del siglo XVI. Sevilla: Centro de Estudios Andaluces.

Sánchez Ramírez, Caterine (2015): “El Índice de Libros Prohibidos: la Inquisición española, un acercamiento a la herejía y la censura en la lectura”, Tempus, núm. 2, septiembre-octubre, Universidad de Antioquia, pp. 78-94.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Fuentes bíblicas usadas por Casiodoro de Reina para traducir la Biblia del Oso (III)