¿Los niños van al cielo?

21 DE SEPTIEMBRE DE 2019 · 20:00

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¿Adónde van los niños que mueren recién nacidos? ¿Van al cielo? ¿Van al infierno? ¿Qué pasa con ellos?

Dentro del campo evangélico, existen cuatro posturas principales al respecto y todas cuentan con cierto respaldo bíblico. 

Hoy explicaremos brevemente de qué se trata cada grupo: el positivo, el negativo y los dos grupos intermedios.

 

LAS CUATRO POSTURAS

1.- La postura positiva

La postura positiva es, sin lugar a dudas, la más atractiva porque cree que todos los niños –sí o sí- irán al cielo al morir. ¿Por qué? Porque no han llegado a la edad de responsabilidad personal ante Dios.

Ya que los niños no pecan “conscientemente” no pueden ser condenados así que son herederos de la vida eterna. Los niños, pues, son salvos.

No obstante, los niños pierden su salvación el día que pecan “conscientemente” por primera vez. Y a partir de aquel momento, necesitan creer en el evangelio para volver a alcanzar la salvación que antes disfrutaban como niños “inconscientes”.

 

2.- La postura negativa

La postura negativa es la menos popular porque cree todos los niños –sí o sí- irán al infierno al morir. ¿Por qué? Porque todos los niños que nacen en el mundo –sean hijos de creyentes o de incrédulos- son hijos de Adán y Eva y, por lo tanto, dignos de condenación eterna.

Esta escuela presupone que todos los niños de la gran familia humana merecen ser castigados eternamente por ser posteridad del primer Adán. Por lo tanto, no importa si el niño peca “conscientemente” o no contra Dios, lo que cuenta es la imputación del pecado de Adán.

Y otro argumento de la postura negativa es que si la salvación es únicamente por la imputación de la justicia del Señor Jesucristo a través de la fe, ¿cómo puede un niño ser salvo si no cree en el evangelio?

 

3.- La postura de santificación

La postura de santificación es la idea de que solamente los niños de creyentes alcanzarán la salvación al morir.

Si un niño tiene un padre creyente o una madre creyente, aquel hijo es “santificado” por la fe de sus padres hasta que llega a la edad de la responsabilidad personal. ¿Y qué pasa con los hijos de los no creyentes? Pasarán a la condenación eterna porque no son hijos del pacto.

Sin embargo, como en el caso de la primera escuela, los niños de los creyentes pierden su salvación el día que pecan “conscientemente” por primera vez.

 

Algunos creen que los hijos de los creyentes, según 1 Corintios 7:14, van al cielo mientras que los hijos de los incrédulos sufrirán eterna perdición.

 4.- La postura de predestinación

La postura de predestinación cree que entre todos los infantes que hay, Dios tiene un grupo soberanamente elegido por su gracia. Pero, a diferencia de la tercera postura, los niños elegidos no tienen porqué ser los hijos de creyentes.

El Señor puede regenerar a un niño milagrosamente convirtiendo su corazón de piedra en uno de carne y regalándole el don del Espíritu Santo.

Dios, entonces, llevará a los niños escogidos a su presencia celestial al morir; pero castigará a los niños no escogidos por ser hijos de Adán. Es decir, como en la tercera postura, algunos niños irán al cielo y otros al infierno.

 

CONCLUSIÓN

La pregunta tocante al estado eterno de los niños está emocionalmente cargada. 

Como buenos protestantes, hace falta siempre someternos al principio de Sola Scriptura. Las Escrituras tienen que dirigirnos; no nuestros corazones ni nuestros sentimientos.

La Biblia no habla dogmáticamente sobre lo que pasará con los niños que mueren recién nacidos. Así que, en esta cuestión tan espinosa, hace falta respeto mutuo y diálogo. No hay que perder amigos por doctrinas secundarias.

Lo que sí podemos saber, a ciencia cierta, es que el Juez de toda la tierra, hará lo que es perfectamente justo y recto. 

Y también sabemos que nosotros, como padres y abuelos, tenemos la gran responsabilidad de predicar el evangelio a nuestros niños y nietos cuanto antes.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Brisa fresca - ¿Los niños van al cielo?