Según el siglo XX, no hay religión más intolerante que el ateísmo.
Los ateos aseveran que la religión es violenta.
No obstante, el concepto de “religión” es bien evasivo; y casi cualquier ideología –sea filosófico o político- podría ser considerado como una religión.
El propio secularismo sería un buen ejemplo de un movimiento con matices religiosos.
Desde la Revolución francesa en adelante, el ateísmo secular ha sido un movimiento extremadamente sangriento y violento.
En los años 1793-94, Francia pasó por una brutal represión conocida como el reinado de Terror bajo Maximilien Robespierre.
En cuestión de poco tiempo, entre 15.000-35.000 franceses fueron ejecutados por oponerse a la revolución basada en el lema Libertad, igualdad, fraternidad. En palabras de Robespierre, “El terror no es más que la justicia rápida, severa e inflexible”.
La mayor parte de los ejecutados pasaron por la guillotina. El 8 de noviembre 1793, la famosa Madame Roland fue conducida la guillotina y antes de colocar su cabeza en el cepo se inclinó ante la estatua de arcilla de la Libertad situada en la Plaza de la Revolución y dijo, “¡Oh, Libertad! ¡Cuántos crímenes se cometen en tu nombre!”
La revolución francesa quitó al Dios cristiano de en medio y deificó a la Libertad y a la Razón en su lugar. Los revolucionarios se opusieron a la Iglesia Católica, quitando sus propiedades, exiliando a 30.000 sacerdotes y matando a cientos de ellos.
Se deshicieron del calendario cristiano, redactando un nuevo calendario que comenzaba con la fecha de la Revolución y giraba en torno a los grandes festivales dirigidos hacia la Libertad, la Razón y el “Ser Supremo”.
En otras palabras, se puede abusar de cualquier ideología.
Para que veáis algo más de la historia sangrienta del ateísmo, quisiera llamar vuestra atención hacia el siglo pasado. El siglo XX fue el siglo de las guerras ideológicas y nacionalistas que acabaron con millones de vidas.
La Edad Moderna, de manera ingenua, pensó que al liberarse de la “religión”, la sociedad occidental se haría pacífica.
Pero las guerras del siglo XX fueron muchísimo más destructivas que las guerras supuestamente religiosas de siglos anteriores.
Por ejemplo, la Primera Guerra Mundial, la cual no tenía ningún matiz religioso, costó la vida de 17 millones de personas. Y en el caso de la Segunda Guerra Mundial, estamos hablando de 50-55 millones de muertes.
Siguen siendo las dos guerras más sangrientas de toda la historia; y no eran guerras religiosas sino guerras modernas, ilustradas.
El siglo XX también fue el siglo de los dictadores ateos.
Mao II en la China, mató entre 50 y 75 millones de personas.
Jozef Stalin, líder de la Unión Soviética, basándose en las teorías ateas de Karl Marx y Vladímir Lenin, mató alrededor de 23 millones de personas. Lenin por su parte mató a cuatro millones.
Hideki Tojo mató a cuatro millones en Japón.
Pol Pot, comunista, mató a 1,7 millones de personas en Camboya.
Incluso se podría argumentar que los 17 millones asesinados por el partido nazi de Hitler (6 millones de los cuales eran judíos) tenía mucho que ver con la filosofía política del ateo Nietzsche.
En una palabra: si los ateos contemporáneos dicen que no quieren creer en Dios porque piensan que la religión es violenta; tampoco pueden esconderse detrás del ateísmo. La filosofía atea aplicada a la política mató a millones en el siglo XX.
Ya que el ateísmo no cree en el bien ni en el mal, es normal que los dictadores ateos no se preocupen por el día del juicio final.
Si Dios no existe, ¿por qué un dirigente ateo no va a matar a millones de personas para salirse con la suya? Es un planteamiento político perfectamente lógico.
Los nuevos ateos piensan que sin la creencia en Dios, todas las guerras desaparecerían. Mas el siglo XX nos demostró justamente lo contrario.
El siglo más ateo de la historia fue el siglo más sangriento de la historia.
Aquí mismo en España e
stamos viendo como el feminismo ateo apoya el asesinato sistemático de 258 bebés al día, es decir, un aborto cada cinco minutos y medio. El ateísmo, ya que no piensa que todos somos creados a imagen y semejanza de Dios, no cree en la naturaleza sagrada de la vida.
Hace poco vi una imagen terrible de una jovencita feminista en México con un póster en su mano que se leía, “Las vidas por salvar están en las granjas y mataderos, no en nuestros úteros”.
Estamos empezando a ver las muestras de este espíritu tiránico en nuestras calles también, ¿cuántos ataques sufrió el famoso autobús naranja de Hazte Oír el año pasado por decir algo tan elemental como los niños tienen pene y las niñas tienen vulva?
No nos confundamos. La historia del ateísmo está bañada de violencia, de intolerancia y de sangre.
En suma, según el siglo XX, no hay religión más violenta que el ateísmo.
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