El muerto, al hoyo

Si no hubiese un más allá, y un tribunal que realmente aplique justicia, entonces el Epulón se lleva la mejor parte, el perverso termina siendo el más encomiado; y los comparecientes en sus exequias terminan diciendo “en el fondo no era tan malo”.

14 DE OCTUBRE DE 2018 · 10:00

,

Ya hace semanas que con esto de la exhumación de los restos de Franco, y en los pasados días, la ingente información de la muerte y funeral de la que fue excelente soprano, Montserrat Caballé, se me ha recrudecido uno de los muy acendrados entusiasmos de la España de peineta: el de pasear cadáveres de un lado a otro. El de Franco, por decreto, que se piensa se concrete sobre el destino desde el Valle de los Caídos, a donde aún no se sabe a ciencia cierta dónde, y el despliegue procesional de la momia, se haga antes de finalizar el año. ¿Será que el Gobierno no tiene otras cosas más importantes que resolver? y si “Desde el Corazón”me pongo a pensar y en las hemerotecas a curiosear, por esto de “la memoria histórica”encuentro exhumaciones que no sé si me hacen reír o llorar, pues resultan guiones apropiados para aquella vieja serie“Historias para no dormir”de Narciso Ibáñez Serrador: exhumaciones desde Rodrigo Díaz de Vivar (el CID) que murió en Valencia y terminó con sus huesos en Burgos; Galileo Galilei, al que sólo le dejaron un dedo; Cristóbal Colón, que nunca hubiera imaginado que viajaría “post-morten” por los Océanos, más que los que surcó vivo, y muchos otros más.

Ese trasiego de huesos tiene sus ciclos en nuestra España tanática, pues de cuando en cuando surgen los restos de Antonio Machado, desde Colliure a Sevilla, o los de García Lorca, a saber dónde; pero cómo no nos va a sorprender este trasiego de muertos, si ya a los tres años de haber muerto Teresa Sánchez de Cepeda, más conocida como Teresa de Ávila, los carmelitas robaron el cuerpo, lo cargaron en un burro desde Alba de Tormes, y se lo llevaron a Ávila, y tuvo que intervenir el Nuncio Apostólico, amenazando con excomulgar a la priora de San José si no devolvía la presa, y hasta pasados veinticinco años no se zanjó el litigio, por el Papa, a favor de Alba. Claro que hablar del cuerpo de la santa es mucho hablar. El corazón y el brazo izquierdo están a los lados del sepulcro, muchísimos conventos custodian pedazos de osamenta: una clavícula, un maxilar, etcétera. y aquella mano izquierda que tanto le sirvió a la santa en vida, pasó de Lisboa a Ronda; desde Ronda con el níhil óbstat de quien fuese, llegó a poder de Franco -que era mucho poder- y durante cuarenta años tuvo la mano incorrupta en la mesita de su dormitorio. Pobre Teresa, que tanto anduvo por España en vida, y ni muerta la dejaron descansar. 

No creo, “Desde el Corazón”, que tal trasiego le ocurra a la prestigiosa soprano catalana Montserrat Caballé, hija de valenciana, casada con un aragonés, catalana de Barcelona, orgullosa de ser catalana y española ¡menos mal que hay una!; lo máximo por ahora, es que tras la misa funeral del día 8, tendrá otras misas, como se dice “en sufragio por su alma”, pese a que el popular padre Ángel, de Madrid, ya declaró en el sepelio, que la dama, ya está cantando con el coro de los ángeles del cielo. Y yo, disiento del popular sacerdote.

Lo curioso es, que pese a tanta procesión, exhumaciones y culto a los muertos, la gente olvida la “memoria real”, la genuina enseñanza del vencedor de la muerte: Jesús, quien dijo: “dejad que los muertos entierren a sus muertos; y vosotros id a anunciar el reino de Dios”. Es decir, dejadlos tranquilos, pero pensar que no sólo todos pasaremos por esa experiencia de la muerte, sino que: “todoscompareceremos ante el tribular de Cristo para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o malo” y de esto, que es Evangelio, el sacerdote oficiante no dijo ni pío. 

Y se sigue ocultando en todos los sepelios, una realidad ante la que nos encontraremos todos, verdad y doctrina que toda la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, enseña con claridad meridiana. El juicio final. Tengo que hacer esfuerzos “Desde el Corazón”, para no entrar en directo con el testimonio de las Sagradas Escrituras, pero no dejaré de mencionar que hay argumento bien poderoso de que así debe ser necesariamente, que de parte de Dios, como Gobernante de todos los hombres, es justo. Todos los gobiernos humanos practican sesiones en sus tribunales para enjuiciar los delitos, las corrupciones, los crímenes y las iniquidades que hay en este mundo, lo cual puede anticiparnos que sea muy razonable que haya un momento en el que Dios recorra el circuito de las maldades humanas, para que reciban lo que hayan hecho mientras estaban en el cuerpo, sea bueno o malo. Pues reflexione el lector, muere el ciudadano, se le hace un entierro más o menos a la moda y ya está ¿es esta la conclusión de todas las cosas?; si así fuera ¿qué evidencia aduciríamos acerca de la justicia divina, a la luz del hecho de que las mejores personas son a menudo las más pobres y las más afligidas de ese mundo, mientras los peores seres adquieren riquezas, practican la opresión y reciben el homenaje de la multitud?; ¿quiénes son aquellos que están subidos sobre las alturas de la tierra?; ¿no son los grandes transgresores que “por sendas de víctimas cubiertas, subieron a la cumbre soberana, y de la tierna compasión las puertas cerraron a la miseria humana?. Si no hubiese un más allá, y un tribunal que realmente aplique justicia, entonces el Epulón se lleva la mejor parte, el perverso termina siendo el más encomiado; y los comparecientes en sus exequias terminan diciendo “en el fondo no era tan malo”. Pues no puede ser así. Nuestro sentido común se rebela ante ese pensamiento. Tiene que haber otro estado en el que sean rectificadas estas anomalías. Tiene que haber una restitución para aquellos que sufren injustamente y tiene que haber un castigo para al inicuo y el opresor y, “Desde el Corazón”, afirmo: “haylos”.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - El muerto, al hoyo