Visitando el cuerpo de Cristo en Egipto (2)

Cuando nos unimos en oración por ellos y sus equipos de trabajo, sentimos que somos parte de una misma cosa, de una obra que no es nuestra, sino de Dios.

07 DE OCTUBRE DE 2018 · 14:20

Daños provocados por la metralla en el atentado de la iglesia de San Pedro y San Marcos en diciembre de 2016  / Foto: Pau Amat,
Daños provocados por la metralla en el atentado de la iglesia de San Pedro y San Marcos en diciembre de 2016 / Foto: Pau Amat

El trayecto hacia Menia es más desértico de lo que imaginaba. Por seguridad (y por vigilancia) nos acompaña detrás una escolta y, en la furgoneta, un agente de seguridad alto y fuerte al que hemos puesto el nombre de “Cobra”.

Sin darnos cuenta, la incesante charla de las mujeres de la segunda fila supone una barrera impenetrable para que “Cobra” no se entere de lo que hablamos en la parte de atrás. A medida que nos acercamos a Menia, el valle del Nilo se asoma cada vez más verde y con mucho parecido a la cuenca mediterránea.

Tras cruzar el río, llegamos por fin al lugar previsto y, jugando al despiste con “Cobra”, conseguimos reunirnos con los compañeros de Puertas Abiertas que trabajan en Menia, la ciudad sede de los Hermanos Musulmanes y, por tanto, una de las ciudades con mayor presión para los cristianos.

 

Carretera en dirección a Menia  /Foto: Pau Amat.

Nos hablan solo de tres de los proyectos, pero todos ellos inspiradores. El primero enfocado en los pastores evangélicos y sus mujeres. Según nos explica Sahad*, la carga que tienen que soportar los pastores es imposible de sobrellevarla solos.

En Egipto, la gran mayoría de pastores evangélicos trabajan durante la semana en otras cosas para subsistir. A pesar de esto, los miembros de sus iglesias son muy dependientes de ellos, a veces demasiado. “Piensan que el pastor es responsable de todo… Consideran que les pertenece”, indica Sahad.

Esta es una presión muy fuerte para la familia del pastor. Como ellos, también sus esposas son un modelo y punto de apoyo importantísimo para las mujeres de la iglesia, lo que supone una presión muy grande y en ocasiones difícil de soportar.

Por ello, Puertas Abiertas organiza seminarios y encuentros para los pastores y sus mujeres donde, además de aprender de forma práctica a sobrellevar sus ministerios, tienen tiempo de descanso y compañerismo con otros pastores.

Otro trabajo arduo es con las mujeres cristianas. Aunque no sean musulmanas, la cultura islámica ha influenciado su valor como mujer, el cual se reduce al mínimo.

Incluso muchos esposos de familias cristianas también se dejan influenciar por esa cultura y tienden a tratar a sus mujeres de forma similar a como lo hace el resto de la sociedad. Al verse tan perjudicadas, muchas mujeres culpan a Dios por haber nacido mujer.

Por eso, Maryam* y su equipo llevan a cabo un programa en el sur del país (la región más rural y anclada en el tiempo) para enseñar a estas mujeres su valor ante Dios y su Palabra.

“Yo misma crecí en una aldea pequeña y conozco los desafíos que las mujeres tienen en esos lugares”, dice, y nos recalca que este programa no es solo para mujeres cristianas (evangélicas, coptas, católicas…), sino que incluso asisten musulmanas que salen impactadas por pasajes concretos de la Palabra de Dios.

 

Orando con los líderes de proyectos de Puertas Abiertas en Menia  /Foto: Pau Amat.

Por último, Samed* nos habla de su proyecto con niños y nos deja absortos ante una realidad que desconocíamos. En Egipto, los niños cristianos son un número reducido en la clase y a menudo son relegados a los últimos asientos y marginados por el resto de alumnos.

Esto provoca que estos niños no puedan prestar atención (estamos hablando de aulas de más de 50 alumnos) y acaben siendo conocidos como los más rebeldes y menos educados de la clase, con cierta parte de razón y cierta parte de lógica.

Por ello, a través de iglesias locales, el equipo de Samed lleva a cabo programas para que estos niños cristianos, frustrados y con baja autoestima, descubran sus talentos y su valor a través de clases y actividades extraescolares.

Y los resultados son sorprendentes. “Desde que empezamos se han producido muchos cambios en las iglesias y en la escuela. Incluso los profesores de la escuela se preguntan: ‘Estos son niños analfabetos, no sabían nada…’ Y ahora pueden leer, escribir, se comunican con los profesores…”, nos explica Samed.

Y para rematarnos, nos muestra un vídeo de un profesor musulmán de doctrina salafista que pidió que se le grabase dando las gracias al proyecto porque había supuesto una mejora muy grande para el resto de la clase y para él como profesor y pidiendo que estos proyectos se extiendan a todo el país.

Pero lo mejor de la reunión está por llegar. Cuando nos unimos en oración por Sahad, Maryam y Samed y sus equipos de trabajo, sentimos que somos parte de una misma cosa, de una obra que no es nuestra, sino de Dios.

Y, después, sus risas, sus palabras, sus chistes, sus preguntas… son como si fueran de nuestros propios hermanos, como si no importase que hace tres horas no conocíamos ni sus nombres. Es una maravilla ser parte del cuerpo de Cristo. Y es un privilegio ser, con ellos, parte de la respuesta.

La fuerza de la iglesia copta

Pasamos la noche en Menia, a escasos metros del río Nilo. Al amanecer, es inevitable imaginarse a la hija de Faraón en la otra orilla recogiendo la cesta en la que va el bebé Moisés.

A la vuelta al Cairo nos da tiempo a visitar el distrito de Abbaseya, donde se encuentra la catedral de San Marcos, sede de la iglesia copta. No hay mejor lugar para hacerse a la idea del sufrimiento de la “iglesia mártir”, como la llamé en el anterior artículo.

Su museo de los mártires está repleto de recuerdos de aquellas personas que en los últimos años han dado su vida por no renunciar a su fe. Sorprende ver los huecos vacíos, preparados para acoger a los próximos a quienes se les tenga que rendir memoria.

 

Visitando el memorial a víctimas de atentados recientes a iglesias coptas.  /Foto: Pau Amat.

Dentro del mismo recinto, entramos en la iglesia de San Pedro y San Pablo, contigua a la catedral, donde una bomba en diciembre de 2016 se cobró la vida de 25 mujeres que se encontraban reunidas dentro.

Aquí, me acuerdo, también es donde Samiha sobrevivió milagrosamente. Vidas como la suya son la prueba de que, a pesar de todo el tradicionalismo que rodea a la iglesia copta en Egipto, muchos viven la fe de una forma personal y cercana con Dios.

Los evangélicos de Egipto saben que la fuerza del cristianismo va unido a la iglesia copta y que si esta se despierta a una fe viva y lejos de la tradición humana, el avance del Evangelio en Egipto será imparable.

Por eso, ministerios evangélicos como Think&Do, la Sociedad Bíblica o también Puertas Abiertas, sienten una fuerte responsabilidad por avivar la fe de los cristianos nominales coptos. Pero eso lo contaré en la próxima y última parte de este viaje…

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - En Tierra Hostil - Visitando el cuerpo de Cristo en Egipto (2)