¿‘Cristianos’ o ‘iglesia de Jesucristo’? (4)
Se juntaban todos los días para compartir las maravillas que Dios estaba haciendo en ellos; se reunían para gozarse en Él. La perseverancia en la comunión hizo al sitio; no la inversa.
30 DE SEPTIEMBRE DE 2018 · 15:25
En este artículo echaremos un vistazo a las cuatro características de la iglesia que nos faltan repasar. Sumadas a las ocho ya analizadas completamos las doce mencionadas por Lucas, el escritor del libro de los Hechos, cuando se refiere a la iglesia nacida en Pentecostés (01).
El médico le cuenta a Teófilo (02) que los que perseveraban en esas doce acciones se distinguían del resto de los ciudadanos porque eran ‘iglesia’, esa comunidad de Dios en la tierra. Veamos entonces:
9. Perseveraban en concurrir cada día al Templo
Ahora que los convertidos ya eran iglesia de Cristo no sería nada superficial preguntarnos ¿con qué fin seguían yendo al templo judío? ¿No constituía una contradicción?
La pregunta obliga a recordar que los miles de primeros convertidos añadidos por Dios a Su iglesia, en su gran mayoría eran judíos de nacimiento o prosélitos. Esto implicaba que entre ellos predominase la cultura judía.
Leyendo el atrapante relato lucano vemos que la tradición religiosa tuvo un fuerte impacto con serias consecuencias tanto en la sociedad de Jerusalén, por un lado, como en el mismo seno de la iglesia, por el otro.
El asombro causado en Jerusalén por la explosiva aparición de este grupo se debía en parte a que rápidamente representaron el 10% de la población estable. Este número siguió creciendo exponencialmente durante un par de años, hasta el martirio de Esteban.
A partir de ese día, los seguidores de Jesucristo comenzaron a esparcirse fuera de Jerusalén, por Judea, Samaria y Asia. De esa manera cumplirían con la Gran Comisión encargada por el Señor (03).
Dado su gran número, ¿cómo harían para reunirse y mantenerse en comunidad? No había un espacio público lo suficientemente grande como para juntarse. Salvo en los atrios del templo.
Cuando los historiadores mencionan que de todas partes del mundo bajo el Imperio Romano se llegaban a Jerusalén para participar de los días festivos, se calcula en millones de judíos y prosélitos.
Por esa razón, había unas inmensas plazas o atrios alrededor del templo herodiano donde la multitud podía congregarse.
Como primera conclusión, entonces, es necesario apuntar que no hay aquí ninguna base bíblica, ni teológica, para enseñar a los miembros de una iglesia local que deben asistir a los cultos, porque así hacían los primeros cristianos que iban cada día al templo.
Se equivocan quienes usan esta característica con intenciones ajenas a la doctrina de Cristo.
En segundo lugar, tampoco debe verse una ambivalencia en la práctica de la fe de la iglesia. No iban al templo judío a repetir el ritual que observaban antes de conocer a Jesucristo. Iban allí porque tenían libre acceso a un lugar público que era parte de la vida culta de la sociedad.
También podemos afirmar que los primeros creyentes en Jesucristo no tenían que alquilar o construir un lugar de reunión; lo tenían de sobra alrededor del Templo. Se juntaban todos los días para compartir las maravillas que Dios estaba haciendo en ellos; se reunían para gozarse en Él.
La perseverancia en la comunión hizo al sitio; no la inversa.
10. Perseveraban en comer juntos en las casas
De los muchos recuerdos que atesoro de mi niñez, destaco la alegría que me invadía cuando mis padres me anunciaban que iríamos a casa de alguna de las familias de la congregación, o que una de ellas vendría a nuestra casa.
Era bastante común intercambiar invitaciones para almorzar o cenar en los hogares. Además de los festejos de cumpleaños, aquellas veladas ‘en familia’ permitían conocernos más. Los compañeros de escuela dominical jugábamos hasta caer rendidos; mientras los mayores conversaban, leían juntos la Palabra y oraban.
La hora de compartir la mesa, con generosas provisiones preparadas con amor, era la oportunidad para que también los menores pudiésemos contar historias propias de nuestra edad.
Como muy pocas familias disponíamos de coche debíamos andar; o dependíamos del escaso horario del transporte público para ir y regresar. Pero la cercanía o la lejanía geográfica no era lo principal. Antes de despedirse los anfitriones acompañaban a los invitados hasta su casa; o esperaban juntos en la parada del autobús hasta que este llegase.
Aquella manera de socializar ya no se ve en la actualidad. Las exigencias de un sistema materialista consumista esclavizan a las familias a no tener más tiempo que para ellos mismos. El ritmo no deja suficiente reposición de energías; va anulando la alegría y sencillez genuinas expresadas en la visitación nacida del amor.
El consejo apostólico, entonces, es digno de ser puesto en práctica: “Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios (...) Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones (...) Permanezca el amor fraternal. No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.” (04)
11. Perseveraban en alabar a Dios
La alabanza impregna de principio a fin todas la Escrituras. Comienza con la que se le tributa a Dios Creador y a Jehová ‘Roca’ de Israel; sigue con la que se le brinda a Dios Padre gracias a Jesucristo, y la que el Hijo amado y cordero de Dios que quita el pecado del mundo recibe por haber sido coronado Rey de reyes y Señor de señores.
Sería mezquino de nuestra parte pretender abarcar aquí la importancia de esta característica propia de los que disfrutan de las bendiciones eternas; los arrepentidos que han sido perdonados por creer en Jesucristo.
La alabanza es clave en el Propósito divino desde antes de la Antigüedad y hasta la Eternidad. Siendo central a la vida celestial ya irrumpió en la terrenal. Son innumerables las citas que podríamos hacer de las acciones concretas de alabanza a lo largo de la Biblia.
Solo para tener una idea somera me permito compartir que ‘alabanza’ se cita 116 veces; ‘alabar’ 83; ‘alabad’ 50; y 13 ‘alabado’.
La alabanza a Dios es una característica propia del ser ‘iglesia de Jesucristo’. Por eso, resulta impropio de quienes dicen ser ‘cristianos’ que nunca se les escuche alabar al Señor; ya que la iglesia naciente impactó al mundo religioso y agnóstico del siglo I perseverando en la alabanza.
Y desde entonces, la historia es honrada por mártires alabando a Dios mientras son sometidos a duras persecuciones y torturas; y aún en la hora misma de su cruel ejecución y muerte (05).
12. Perseveraban en servir a sus semejantes, sin discriminación
Esta última característica es consecuencia de las otras cualidades de los miembros de la iglesia. Era indiscutible que Jesucristo estaba presente en cada uno de los creyentes: estos perseveraban en servir, así como aprendieron de Cristo. Al ser llenos del Espíritu Santo los que se reunían cada día, lo hacían para servir.
Es típico de los humanos reunirse para charlar. Este autor no olvida aquellas charlas de café en las que el grupo de amigos ‘arreglaba el mundo’ o recetaba remedios a sus problemas.
Es distinto con la iglesia; esta no teoriza ni especula; no remplaza al Señor glorificado; tampoco le deja de lado; ES UNA con Él desde el principio. Como el cuerpo no funciona separado de la cabeza, la iglesia funciona porque Jesucristo es su cabeza.
Así como no se necesitan varias cabezas para que un cuerpo funcione, la iglesia de Cristo no es bicéfala. Nadie, tampoco, es capaz de sustituir a Cristo.
La verdadera iglesia de Jesucristo es la que sirve a sus semejantes. La misión del Hijo de Dios fue venir al mundo para buscar y salvar lo que se había perdido (06). La misión de la iglesia es la misma; pero, porque se la ha sustituido con rituales religiosos muchos se alejan cada vez más de ella.
El nominalismo cristiano es la peor forma de apostasía. Se apostata de la fe al sacar del centro a Jesucristo, y se la hace una religión humana, vaciada de sentido y muy perjudicial.
“La religión es una cosa bien sencilla: primero, amar y servir a Dios, segundo amar y servir al prójimo. Si no vives para servir, no sirves para vivir” (07).
El Señor sane y restituya, donde sea necesario, nuestra vida en misión como luz del mundo y sal de la tierra que somos en Jesucristo (08).
Continuaremos con el análisis del Documento del Movimiento de Lausana en nuestro próximo artículo, si el Señor lo permite.
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Notas
Ilustración: La espaciosa plaza (atrio) exterior frente a uno de los largos y altos pórticos del templo. En lugares como este podían congregarse grandes multitudes de personas.
Para las fiestas solemnes de Pascua y Pentecostés Jerusalén se llenaba de hasta tres millones de judíos y prosélitos de toda parte del Imperio Romano, según el historiador Flavio Josefo y otras fuentes de información. http://www.editoriallapaz.org/templo_Jerusalen_Herodes_PP.htm
01. Hechos 2:42 – 47. La serie sobre el documento de Lausana comenzó en julio pasado, con el artículo: http://protestantedigital.com/magacin/45133/%E2%80%98Cristianos%E2%80%99_o_%E2%80%98hijos_de_Dios%E2%80%99
02. Hechos 1: 1; Lucas 1:1-4. Existen tres opiniones respecto del nombre Teófilo: que fuese un encumbrado ciudadano romano (por el trato de ‘excelentísimo’); un judío de Alejandría (para la iglesia copta, en Egipto); o un título honorífico dado a los lectores por Lucas, pues Teófilo significa en griego ‘Amigo de Dios’.
03. Mateo 28:18 -20.
04. Romanos 15:7; 1 Pedro 4:9; Hebreos 13:1,2.
05. Esta situación se va extendiendo por todo el mundo, aunque con otras características en occidente. Para saber más se recomienda entrar en la página web del ministerio ‘Puertas Abiertas’: https://www.puertasabiertas.org/
06. Mateo 20:28; Marcos 9:35; 1 Tesalonicenses 3:2; A David se cita como alguien que sirvió a los de su generación en Hechos 13:36.
07. Estas frases provienen de un servidor como pocos ha conocido el mundo. Se trata de Robert Stephenson Smyth Baden-Powell (1857-1941). De ella se han sacado variaciones atribuidas a muchas personalidades posteriores a este hombre, fundador de Movimiento Scout, actor, pintor, músico, militar, escultor y escritor británico, también conocido como Robert Baden-Powell, BP o Lord Baden-Powell, fue un oficial del Ejército británico, escritor, autor del libro ‘Scouting for Boys’, fundador del Movimiento Scout Mundial y primer jefe Scout de la Asociación de Boy Scouts. También fue fundador de las Girl Guides. https://www.lifeder.com/frases-de-robert-baden-powell/.
08. Mateo 5:13,14.
Aclaración: Esta serie sobre las doce características de los miembros de la iglesia nacida en Pentecostés es solo enunciativa pues está incluida dentro del temario más amplio del documento del Movimiento de Lausana. Para ampliar la visión del autor en el tema de la iglesia en misión (servicio) se sugiere repasar otros de sus artículos: http://protestantedigital.com/magacin/44696/La_mision_razon_de_ser_de_la_iglesia_local
http://protestantedigital.com/magacin/44485/El_servicio_cristiano_es_paradigma_de_igualdad
http://protestantedigital.com/magacin/44194/Veinte_anos_aportando_Concordia_en_Palma
http://protestantedigital.com/magacin/39308/Vivir_para_servir_tambien_sirve_para_vivir
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Agentes de cambio - ¿‘Cristianos’ o ‘iglesia de Jesucristo’? (4)