¿‘Cristianos’ o ‘arrepentidos y reconciliados con Dios’?

El pecador confunde roles; sin conocer a Dios exige lo que cree merecer; pero no asume primero que es imperioso arrepentirse, para que Dios restablezca la relación cortada y lo reconcilie con Él.

05 DE AGOSTO DE 2018 · 07:25

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Foto: Unsplash.

En el enfoque teológico del documento del Movimiento de Lausana “Los ‘cristianos’ desaparecidos: una llamada global” (01), la primera de las cinco características de un creyente es la “Fe en el Cristo histórico y bíblico como Salvador y Señor”.

Sobre ella reflexionamos en nuestro artículo anterior (02). Ahora hemos de analizar la segunda característica del creyente:

2. Arrepentimiento hacia y reconciliación con Dios.

Más de una vez hemos leído o escuchado de personas que confiesan “Si tuviese oportunidad de volver para atrás viviría de la misma manera; no me arrepiento de nada de lo que hice hasta aquí’.

Esa frase implica un elevado grado de autosatisfacción y una total carencia de autocrítica.

En la Biblia hay en total ochenta y seis (86) menciones del término ‘arrepentimiento’ o de la acción de ‘arrepentirse’. Treinta y una (31) de ellas se encuentran en el AT y cincuenta y cinco (55) en el NT. Esto, sin tomar en cuenta numerosos hechos que manifiestan tal acción aunque no empleen los vocablos mencionados.

Es común que un humano típico tienda a justificarse tras cometer un error o equivocarse. Es humillante reconocer que uno ha fallado en algo; más aún, arrepentirnos.

Tomemos por ejemplo el caso del profeta Jonás quien huyó para no cumplir con la misión de anunciar el castigo divino sobre Nínive.

Tras sobrevivir milagrosamente y regresar a Dios para cumplir con su misión, los habitantes de la enorme ciudad fueron reconvenidos por los gobernantes a convertirse de su mal camino y de la violencia que había en sus manos, si tal vez con ello aplacasen la ira de Dios.

El resultado del arrepentimiento de un lado, fue que Dios dejase sin efecto el anunciado castigo. Pero, desde un improvisado mirador, Jonás esperaba ver el dantesco espectáculo; y termina enfadado con Dios por haber perdonando a Nínive. (03)

El equívoco de Jonás fue criticar la misericordia divina. Su condición es desnudada al hablar así a Dios:

“¡Ah, Jehová!, ¿no es esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis, porque yo sabía que tú eres un Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte y de gran misericordia, que te arrepientes del mal.” (04)

Quizás Jonás no recordase - o no supiese - que Moisés había orado para que Dios no destruyese a los israelitas que no dejaban de quejarse contra Él a pesar de haberlos sacado de la esclavitud (05).

Vez tras vez Dios tuvo misericordia de su pueblo contumaz y rebelde; obstinados que no reconocían estar ocultando con sacrificios una doble vida; lejos de la misericordia y el conocimiento de Dios (06). Por esta razón Dios les dice después de siglos de paciente misericordia:

“Porque misericordia quiero y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos”. (07)

Ellos habían sepultado los aspectos morales de la Ley; retenían solo sus aspectos rituales para mostrar por fuera lo que no tenían dentro. Del mandato divino hicieron para sí una religión vacía y vana.

Hay una línea narrativa en todo el AT que marca la historia de un pueblo que fue elegido por el Creador y Dios soberano. Una historia reveladora que nos enseña hasta dónde llega el pecado y sus consecuencias, por un lado, y la misericordia divina para perdonar al pecador, por el otro.

Creado por Dios a Su imagen y semejanza, el hombre - varón y mujer – le ofende continuamente a causa de su desobediencia. Esta condición le impide honrar al autor y sustentador de la vida.

El pecador confunde roles; sin conocer a Dios exige lo que cree merecer; pero no asume primero que es imperioso arrepentirse, para que Dios restablezca la relación cortada y lo reconcilie con Él.

Tan bajo llegamos los humanos a causa del pecado, que al Israel antiguo le fue necesario aprender por figuras lo que era su condición real ante Dios, y conocer el único camino para superarla (08).

Para citar solo una de esas figuras, en el libro de Job se nos muestra a un varón como pocos hubo, hay y habrá, que – a pesar de su prosperada honestidad y altos valores morales - tuvo que padecer a causa de la justicia divina.

Aunque él reconoció finalmente que tenía que arrepentirse para conocer personalmente a Dios - lo que no ocurrió con Jesús - Job es una figura de Jesucristo (09). Fue restaurado luego de orar por sus amigos que tanto daño le habían hecho.

Jesús oró desde la cruz pidiendo perdón del Padre para con los que se gozaban con su crucifixión (10).

Dios restituyó a Job mucho más de lo que había perdido durante la prueba que tuvo que atravesar; a su regreso, Jesucristo juntará una multitud incontable de redimidos por su sacrificio.

En una segunda parte veremos en el NT el cumplimiento de la Ley, las profecías y los salmos en la persona de Jesucristo. Eso será en nuestro próximo artículo, si el Señor lo permite.

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Notas

01. Ver la traducción al castellano de este autor entrando a: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10156536840628887&set=pcb.226115604879908&type=3&theater&ifg=1

02. http://protestantedigital.com/magacin/45218/Cristianos_o_creyentes_en_Jesucristo

03. Se recomienda leer todo el libro del profeta Jonás. Es interesante que a este profeta lo reconocen las tres religiones monoteístas: judía, cristiana e islámica.

04. Jonás 4:1,2.

05. Se recomienda leer este muy revelador diálogo entre Dios y Moisés registrado en Éxodo 32.

06. Génesis 6:6,7; Éxodo 32:12-14; Deuteronomio 32:36; 2ª Samuel 24:16; 1ª Crónicas 21:15; Jeremías 26:13-19; Joel 2:14; Amós 7:3,6; Jonás 3:5-10. Hay muchos pasajes que tratan de arrepentimiento y reconciliación, aunque sin mencionar esos vocablos.

07. Oseas 6:6.

08. Levítico es el libro de los rituales minuciosos que debían cumplir los israelitas, con los que se prefigura la obra magna de Jesucristo, muchos siglos antes de que naciese en Belén el Hijo de Dios. Ver como ejemplos: 8:5; 9:7; 10:17; 14:21,29; 16:6-11; 19:22; 23:28. En el libro de Números hay aspectos necesarios del ritual que permitía al sacerdote reconciliar con Dios al pecador:

15:28; 28:22; 29:5,24;

09. Job 42:6.

10. Lucas 23:24.

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