¿‘Cristianos’ o ‘creyentes en Jesucristo’?

Tener fe en Jesucristo, creer en Él, no es una acción generada por el ser humano, sino en el ser humano. No se puede creer a menos que el Espíritu de Dios abra nuestro oído. La Palabra de Dios lo hace.

29 DE JULIO DE 2018 · 18:00

Recién bautizada en el Jordán, en el mismo río y como hace 2.000 años, esta cristiana indonesia lleva en la túnica una imagen de Jesús / Simon Sorfolk, con permiso de Yardenit, publicada por The National Geographic España.,
Recién bautizada en el Jordán, en el mismo río y como hace 2.000 años, esta cristiana indonesia lleva en la túnica una imagen de Jesús / Simon Sorfolk, con permiso de Yardenit, publicada por The National Geographic España.

En esta tercera entrega relacionada con el documento del Movimiento de Lausana Los ‘cristianos’ desaparecidos: una llamada global (01) hemos de seguir comentando lo que esos cuarenta hermanos escribieron en la Parte I. “Conscientes del peligro de la superficialidad y la simplificación excesiva, hemos elegido un nuevo enfoque desde las tres perspectivas diferentes, pero interrelacionadas, de las ciencias sociales, la teología y la misionología” – nos explican.

En nuestras dos entregas anteriores analizamos el uso del término ‘cristianos’ acuñado en Antioquía para referirse a los discípulos de Jesucristo que se congregaban en esa ciudad del imperio romano. También comentamos el enfoque sociológico del cristianismo nominal brindado por el equipo del Movimiento reunido en Roma (02). Ahora haremos lo propio con la segunda visión, que denominaron:

El enfoque Teológico

Dice el documento: “Teológicamente hablando, mientras que el nombre 'cristiano' ya estaba en uso durante los tiempos del Nuevo Testamento, más tarde se convirtió en la autodesignación de los seguidores de Jesús. Entretejiendo diferentes hilos bíblicos sobre la identidad de ser cristiano, El Pacto de Lausana [3] se refiere a una persona con las siguientes características: 1. Fe en el Cristo histórico y bíblico como Salvador y Señor; 2. Arrepentimiento hacia y reconciliación con Dios; 3. Compromiso con el discipulado al seguir a Cristo, por el poder del Espíritu Santo: negarse a sí mismo y tomar la cruz; 4. Incorporación a la comunidad de Cristo, la iglesia local; y 5. Comprometerse en un servicio responsable en el mundo para Cristo.”

Veamos a la luz del NT la primera de esas cuatro características que hacen ‘la identidad del ser cristiano’:

1. Fe en el Cristo histórico y bíblico como Salvador y Señor

La autora de un provocador artículo de la influyente revista The National Geographic España comienza diciendo: “Sería imposible pretender que la fe actuase de maneras positivas en el creyente, si estuviese depositada en un ser que no existió. ¿Existió realmente Cristo? Para los creyentes es el Hijo de Dios; para los escépticos es una leyenda; y para el arte, una imagen representada a lo largo de los siglos. Hoy, los arqueólogos que excavan en Tierra Santa intentan discernir entre lo real y lo ficticio.” (03)

Todo el NT da abundantes testimonios de parte de los que vieron, hablaron y llegaron a conocer a Jesús. Los autores de los 17 libros canónicos que integran la segunda parte de la Biblia fueron Apóstoles del Mesías, discípulos de estos o relatores que investigaron a fondo las fuentes de información (04).

De no haber tenido este contacto visual, audible y palpable, los que creyeron y siguieron a Jesús no hubiesen podido escribir párrafos como estos:

 “no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” (05)

“Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos las enseñaron los que desde el principio las vieron con sus ojos y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.” (06)

“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida.” (07)

Recordemos que en los días del Maestro de Galilea, no se daba fe a nada que no estuviese avalado con la palabra de dos o más testigos. Este aspecto cultural e histórico garantizaba la veracidad de todo hecho. No en vano el Derecho romano incorporó esta norma para tener en cuenta en los tribunales de justicia.

Tener fe en Jesucristo, creer en Él, no es una acción generada por el ser humano, sino en el ser humano. No se puede creer a menos que el Espíritu de Dios abra nuestro oído. La Palabra de Dios lo hace. (08)

Esto es lo que nos enseñan dos hechos narrados en el Evangelio según Mateo:

1. El caso del centurión romano.

“Al entrar Jesús en Capernaúm, se le acercó un centurión, que le rogaba diciendo:

—Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.

Jesús le dijo:

—Yo iré y lo sanaré.

Respondió el centurión y dijo:

—Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra y mi criado sanará, pues también yo soy hombre bajo autoridad y tengo soldados bajo mis órdenes, y digo a éste: ‘Ve’, y va; y al otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace.

Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que lo seguían:

—De cierto os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe (…).

Entonces Jesús dijo al centurión:

—Vete, y como creíste te sea hecho.

Y su criado quedó sano en aquella misma hora.” (09)

 

2. El caso de la mujer cananea.

“Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea que había salido de aquella región comenzó a gritar y a decirle:

— ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.

Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces, acercándose sus discípulos, le rogaron diciendo:

—Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros.

Él, respondiendo, dijo:

—No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo:

— ¡Señor, socórreme!

Respondiendo él, dijo:

—No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros.

Ella dijo:

—Sí, Señor; pero aun los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

Entonces, respondiendo Jesús, dijo:

— ¡Mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como quieres.

Y su hija fue sanada desde aquella hora.” (10)

El último en escribir lo que luego sería incorporado en el NT, fue el Apóstol Juan. Él cierra su Evangelio con estas frases:

 

“Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. Hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir.” (11)

De modo que no basta con conocer el contexto histórico de un hecho para creer; la fe es consecuencia de un poder que le viene al sujeto desde fuera, y lo mueve en la dirección correcta en su contexto actual. Esto es lo que ocurrió con los paganos de estas dos historias. A pesar de no ser judíos, vinieron ambos a Jesús porque vieron en Él al Salvador y Señor que podía resolverles problemas que, para ellos, eran absolutamente insolubles. Fueron atraídos por Jesús, “el autor y consumador de la fe.” (12)

El documento concluye esta consideración afirmando:

“La conversión a Cristo es fundamental para la fe cristiana. Sin arrepentimiento y fe en él, apartándose del pecado, confiando en él solo para nuestra salvación y transformación, y obedeciéndole como Señor, no hay cristianismo auténtico. Cómo relacionar la conversión a Cristo con las ordenanzas (sacramentos) y la participación en la iglesia es una cuestión de discusión continua incluso entre nosotros mismos como evangélicos.”

Frente a la degradación experimentada por el término ‘cristiano’, y la variedad de ‘cristos’ que pululan en el caótico mundo actual, muy diferente sería si hablásemos de hijos de Dios, discípulos de Jesucristo, o creyentes en Jesucristo, que son definiciones que abundan en todo el NT.

En el próximo artículo seguiremos esta serie analizando el punto: 2. Arrepentimiento hacia y reconciliación con Dios. Será hasta entonces, si el Señor lo permite.

 

Notas

01. Ver la traducción al castellano de este autor entrando a: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10156536840628887&set=pcb.226115604879908&type=3&theater&ifg=1

02. http://protestantedigital.com/magacin/45169/Cristianos_o_discipulos_de_Jesucristo

03. http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/quien-fue-jesus-historia-busca-del-jesucristo-historico_12172/13

04. Existe una amplia bibliografía respecto de quienes fueron los autores de los libros del NT. Sugiero revisar fuentes fidedignas para tener una mejor idea de lo que significan esos libros; i.e. http://www.indubiblia.org/nuevo-testamento-1

05. Hechos 4:20. Pedro y Juan exponiendo ante el Concilio en Jerusalén.

06. Lucas 1:1-

07. 1ª Juan 1:1.

08. “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Romanos 10:17.

09. Mateo 8:5-14.

10. Ibíd. 15:21-28.

11. Juan 21:24,25.

12. Hebreos 12:2.

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