En una iglesia de Mantua, Italia

Vayamos donde vayamos nos muestra que su pueblo está esparcido por todo el mundo y que se reciben los unos a los otros sin importar las procedencias.

02 DE JUNIO DE 2018 · 12:00

Un momento del culto. / Jacqueline Alencar,
Un momento del culto. / Jacqueline Alencar

A punto de cumplir treinta y un años residiendo en España, mi país de acogida, gracias a los versos de mi esposo Alfredo, y a una valiosa labor cultural que él viene realizando desde la docta Salamanca, pudimos llegar a Italia, y paseado por Mantua, Urbino y Venecia; oyendo versos, pero también deleitándonos con el legado renacentista dejado por generaciones que financiaron y pintaron para que pudiéramos hacernos una idea de su cotidianeidad, cuáles sus aciertos y desaciertos, para que las generaciones posteriores pudieran pergeñar un mundo más civilizado, desde la política, la economía, considerando también los aspectos sociales y espirituales.

Dentro de la programación del Festival de Poesía Tierra de Virgilio, Alfredo tuvo un recital poético y presentación de su Antología Hispano-Italiana, “Para después / Per il domani”, donde la persona encargada de traducir su intervención era una colombiana afincada en Mantua y casada con un oriundo de esta ciudad, que, al escuchar sus poemas cristianos comentó que ella y su esposo eran evangélicos y que asistían a una iglesia en Verona, muy cerca de Mantua. Al finalizar el acto, entablamos una fraternal charla y aprovechamos para preguntarle si conocían alguna iglesia que pudiéramos visitar. Nos dijeron que cerca de donde estábamos había una Asamblea de Hermanos. Era sábado, así que decidimos ir el domingo por la mañana, saltándonos una de las conferencias previstas para ese día.

Como nos habían dejado la dirección del local donde se reúne la iglesia, en la calle Trieste 25, llegamos unos minutos después de empezada la reunión, pero fuimos saludados por un hermano, quien nos hizo pasar y sentirnos como en casa. Nos pareció que estábamos en una de nuestras iglesias. Aunque no entendíamos claramente el idioma, pudimos comprender las ideas principales, pues el italiano no es tan complicado como lo sería el chino, por ejemplo. Y al oír las citas bíblicas, fue como si toda la niebla se despejara. La predicación estuvo a cargo de un hermano llegado de Roma, llamado Massimo, y yo pensé en el apóstol Pablo visitando otras iglesias, escribiendo cartas, con aquella extraordinaria preocupación pastoral, pues traía saludos de los hermanos de allí. Recordé aquellas líneas trazadas en las salutaciones finales de la Carta a los romanos: “Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor. Os saludan todos los hermanos…”. E inició su predicación comentando acerca de la importancia del momento de la Adoración, que había tenido lugar previamente, y que la alabanza es una parte importante del culto. También, el hermano comentó que una parte de los miembros de la iglesia que lleva en Roma eran sordomudos.

 

Angelo, anciano emérito de la iglesia. / J. Alencar

Inició su mensaje con la pregunta que Jesús les hizo a los fariseos en Mateo 29: 42: “Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo?”, la cual resuelve la eternidad, destacó. Y preguntó a los asistentes: ¿Qué vale vuestra Vida Eterna? Es importante responder a esta pregunta. Y aclaró que Jesús respondió a la pregunta a través del Salmo 110. Y que este salmo es muy importante; un bello salmo escrito por David, un hombre que amaba mucho a Dios. Y Dios le había hecho una revelación, una promesa: le reveló que le daría un trono estable y eterno (2Samuel 7.12). Esto es relevante para la iglesia. El hermano resaltó esa comunión íntima de la descendencia del rey David con Dios, que trae una potencia victoriosa... Una casa con trono estable y eterno.

Fue alentador oír que los que forman parte del pueblo de Dios, aun teniendo ansiedad y preocupaciones pueden tener una grata certeza, tal como se había cantado en la reunión de adoración, tal como lo sabía el pueblo de Israel, aun en medio de la historia con sus dificultades, que Dios no olvida a su pueblo (Is. 45.1). Pude corroborar esto con las distintas citas bíblicas, que me ayudaron bastante a entender el mensaje: “Vendrán días en que Jehová levantará a David renuevo justo, y reinará como rey, el cual será dichoso y actuará conforme al derecho y la justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá. E Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual lo llamarán: ‘Jehová, justicia nuestra” (Jeremías 23.5-6).

De Belén Efrata saldría el que sería Señor en Israel (Mi. 5.2); “Porque un niño nos ha nacido… y el principado sobre su hombro. Se llamará su nombre ‘Admirable consejero…’, Padre eterno, Príncipe de paz… Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límites sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre”, dice Isaías 9.5-6. Dios enviaría un Mesías que los liberaría de sus enemigos. Dios viene a reinar en el Cristo profetizado en el Antiguo Testamento, descendiente de David. Dios encarnado. Cuando se inició esta profecía, comentó, y habían sido transportados a tierra extranjera, Dios los anima, les da fuerzas. ¿Cuándo comenzó? Con el milagro de la encarnación en Belén, estando Palestina bajo el mando de los romanos. Cuando se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: “Una virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Emanuel (que significa: ‘Dios con nosotros’)”. A los 30 años, Jesús inicia su ministerio público; andaba por todas partes, predicando, acompañando a la gente. Cuando Juan el Bautista envió a preguntarle “¿eres tú el que había de venir o esperaremos a otro?”. “Respondiendo Jesús les dijo: “Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído; los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí”.

 

Iglesia Cristiana Evangélica de Mantua, en la calle Trieste, 25. / J. Alencar

Es extraordinario cómo las Escrituras demuestran que Jesucristo es el Mesías esperado. Y ver cómo la gente humilde lo reconoce, pero no los fariseos. El Mesías profetizado, el Cristo, rey potente y eterno. El renuevo justo.

A continuación, siguiendo con el estudio del Salmo 110, escuché que Jesús descendió y luego, cuando asciende, Dios le dice “Siéntate a mi diestra” (v.1), con la autoridad y potencia de un rey, garantía de justicia, nuestra justicia. Es maravilloso, pues no solo le da autoridad sino íntima comunión con Dios. La potencia y la autoridad de Jesús son garantía de justicia. El eterno es nuestra justicia, es declarado justo. Él es el sacrificio propiciatorio. Ha muerto por nosotros. Su justicia es satisfecha. Dios es rico en misericordia, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados… Ahora, nosotros debemos anunciar el evangelio.

Y citó Colosense 3.1: “Sí, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”. Por lo tanto, no debemos estar ansiosos, porque tenemos un rey a la diestra de Dios, que está en comunión con el Padre e intercede por nosotros; es nuestro Abogado. Jesús estará a la diestra del Padre, pero Él retornará, así que no se turbe nuestro corazón; mientras, está preparando morada eterna para nosotros. ¿Quiénes son los enemigos de los que habla el salmo? Le dice que se siente a su diestra y que ponga a sus enemigos por estrado de sus pies … “Pero sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de oración. Mirarán hacia mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por el hijo unigénito, y se afligirán por él como quien se aflige por el primogénito” (Za. 12.10).

Es el tiempo de gracia, escuchamos ese domingo, y que es maravillosa la bondad de Dios; tiene un mérito, me rescató. Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad, que se conviertan, abandonen el egoísmo, las peleas, reconozcan que ofenden a Dios constantemente, y a sus prójimos. Cambia tu forma de vida. Hoy es el tiempo de la gracia; él me rescató. Hoy es el momento, invoca el nombre del Señor. Cuando el hombre se convierte, el Señor lo perdona y cambia el mundo de su vida. El que invocare el nombre de Cristo será salvo, acéptalo como tu Señor y Salvador, señaló.

El salmo dice que su pueblo se tornará voluntario para su ejército. En la hermosura de la santidad. Nos demanda que seamos perfectos. Y luego el Señor ha jurado: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”. Hace un juramento eterno. Dios cumple sus promesas, no es hombre para que pueda mentir. Porque él es inmutable. Él es verdad. Mantendrá su promesa. ¿Por qué del orden de Melquisedec? No es un sacerdote como Aarón, quien era un sacerdote hereditario, cuya labor terminaba con la muerte del mismo; imponía la repetición del sacrificio de animales que no quitaba el pecado. Cristo es un sacerdote eterno y misericordioso. Melquisedec era sacerdote del Dios altísimo, figura enigmática, superior a Leví; nada se sabe de sus antepasados, ni del principio y fin de su vida, como dice en Hebreos, “y así, a semejanza del Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre”. Es la figura de Cristo. Al ser superior al sacerdocio levítico, cuando surge a su semejanza “un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley meramente humana, sino según el poder de una vida indestructible, se da testimonio de él: ‘Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”. Sumo sacerdote inocente, sin mancha…

 

Los ancianos Alessandro y Massimo. / J. Alencar

El Salmo nos habla del cumplimiento de las promesas en este tiempo ya; realizaciones presentes y futuras. David transmite, a través del salmo, que se refiere al redentor prometido, quien es rey y sacerdote, como aquel del pueblo de Salem. Es sumo Sacerdote para siempre, inmutable, por eso puede salvar perpetuamente a los que por medio de él se acercan a Dios. Que está compartiendo el trono con el Padre; siempre intercediendo por nosotros. Libera porque está a la diestra de Dios. Se han cumplido las promesas hechas a Abraham (Gn. 22.17) y al propio David (2 Samuel 7.12). Cristo como sacerdote y rey provee de la gracia, pues Dios quiere que todos sean salvos.

Ha sido un bello recordatorio acerca de grandes verdades. Que la obra de Cristo no ha terminado… ¿sabes lo que sucede en el cielo? Mientras estamos aquí el enemigo acusa y Jesucristo a la diestra de Dios es nuestro abogado. El trono de Dios es el trono de la gracia, al que podemos acercarnos confiadamente…

En los versículos del 5 al 7, nos habla de cosas futuras. Aun cuando enfrentamos batallas, Cristo vencerá, vencerá el bien. Habla de esperanza, no solo de una realidad presente, sino de un futuro glorioso. Cristo ha pasado por la cruz y está sentado victorioso.

Entendí que el mensaje transmitía esperanza, una grata certeza de que Dios no abandona a su pueblo, y que la respuesta justa te abrirá un futuro de paz. Concluía el mensaje diciendo que Cristo debe ser la meta final de nuestra vida. Que Dios quiere que formes parte de su pueblo. Él ha muerto para traernos esperanza. Tenemos un futuro bellísimo. ¿Cómo está siendo tu vida? ¿Cuál tu esperanza? ¿Qué es Cristo para ti?, preguntó. Responde porque vale para tu vida presente y futura.

“Tu Palabra es rica y maravillosa. Todo lo escrito en el pasado es útil porque consuela y trae esperanza… Gracias porque con la ayuda del Espíritu Santo podemos comprenderla y aplicarla a nuestras vidas; a guardarla. Ayuda a ser fieles, a estar seguros de tu infinito amor. Bendice nuestras vidas y a tu iglesia”, oró.

Realmente constaté, nuevamente, que no importa donde estemos, la Palabra siempre es la misma. Es el común denominador entre los creyentes. El mensaje no cambia, Dios quiere recordarnos que Él libera y restaura; no abandona a su pueblo. Y que debemos proclamar a Aquel que nos ha trasladado de las tinieblas a su luz eterna. Vayamos donde vayamos nos muestra que su pueblo está esparcido por todo el mundo y que se reciben los unos a los otros sin importar las procedencias, a pesar de las luces y de las sombras.

 

Con Maricela, de Cuba. / J. Alencar

Al finalizar la reunión, intentamos recabar alguna información, así que unos hermanos nos consiguieron una intérprete cubana, Maricela, para que pudiésemos comunicarnos de forma más fluida. Maricela nos contactó con uno de los dos ancianos de la congregación, Alessandro Onesino, quien nos comentó que la misma estaba conformada, más o menos, por unas 80 personas. Y que las Asambleas de Hermanos aproximadamente podían llegar a una cifra de seis mil fieles en toda Italia. Intentamos completar la información con el hermano llegado de Roma que había impartido el mensaje, el cual corroboró esta cifra. Son datos estimados, quien tenga otros puede aportarlos. Le preguntamos si era difícil difundir el evangelio en su país, respondió que sí, muy difícil por motivos obvios.

El tiempo era escaso, pero, aún acompañados por nuestra intérprete, pudimos conversar con uno de los ancianos eméritos, llamado Angelo, que había llegado de una reunión del Ministerio Puertas Abiertas, que trabaja con los cristianos perseguidos. Le comenté que conocía esta labor y que alguna vez había escrito sobre la misma. Muy entusiasmado nos relató lo que habían tratado en la reunión y comentó impactantes testimonios de hermanos que forman parte de la iglesia perseguida; y también mencionó al hermano Andrés, fundador de Puertas Abiertas, de quien yo también tenía referencias. Desde esta iglesia de Mantua, se colabora con Puertas Abiertas, así como lo hacen otras muchas en España. Qué maravilla ha sido redescubrir estos nexos que nos acercaron y se convirtieron en un nuevo idioma.

Como le comentamos al anciano Alessandro, en cualquier parte del mundo nos sentimos en familia cuando llegamos a alguna iglesia. Las puertas siempre están abiertas para todo aquel que quiere entrar, ¿verdad? Él asintió…

Dios quería mostrarnos que siempre está en todas partes, y nos busca, y nos halla, recordándonos quiénes somos. ¿Cómo si no, en un encuentro poético, más allá de nuestras fronteras, alguien, del otro lado del charco, nos indicó el camino? Nada sucede por casualidad.

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