El simbolismo del amor

Trataremos los simbolismos del amor en una nterpretación alegórica, sin que ello signifique que hagamos una interpretación alegórica del Cantar de Cantares.

05 DE MAYO DE 2018 · 08:00

Will O / Unsplash,tronco amor, lazo amor
Will O / Unsplash

Cantar de los Cantares 3:6-11: “¿Quién es ésta que sube del desierto como columna de humo, sahumada de mirra y de incienso y de todo polvo aromático? He aquí es la litera de Salomón; sesenta valientes la rodean, de los fuertes de Israel. Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra; cada uno su espada sobre su muslo, por los temores de la noche. El rey Salomón se hizo una carroza de madera del Líbano. Hizo sus columnas de plata, su respaldo de oro, su asiento de grana, su interior recamado de amor. Por las doncellas de Jerusalén. Salid, oh doncellas de Sión, y ved al rey Salomón con la corona con que le coronó su madre en el día de su desposorio, y el día del gozo de su corazón”

En este capítulo vamos a tratar de los simbolismos del amor. Para ello es necesario que recurramos a la interpretación alegórica del libro sin que por ello hagamos nosotros una interpretación alegórica del mismo. Ya hemos visto que Orígenes fue el precursor de este tipo de interpretación; no obstante él hizo una triple interpretación: la literal o histórica, otra de tipo espiritual (en el sentido de que veía en la esposa de Cantares una figura de la iglesia) que daba lugar a la interpretación alegórica o figurada, y por último una interpretación mística, que concebía a la esposa como una representación del alma en sus relaciones con Cristo, como el Verbo de Dios.

La base para la interpretación alegórica en las Escrituras es amplia y existen diversos ejemplos de ésta aseveración. En el capítulo IV de Gálatas, Pablo nos explicita, alegóricamente, lo que significaban las dos mujeres de Abraham. Y en el propio texto de esta epístola se emplean los vocablos interpretación figurada o alegórica (Gal. 4: 22-27). Hay otras muchas partes del Nuevo Testamento que nos hablan de que en los libros del Antiguo Testamento existían figuras de los acontecimientos salvífico-escatológicos, que se devendrían en el desarrollo de la historia inmanente y más allá de ella (trascendencia metafísica de la realidad: humana, cristológica, pneumática y cósmica). En el A. T. todos los corderos que se sacrificaban en el tabernáculo o en el templo, eran figura del Cordero de Dios (Cristo) que quita el pecado del mundo. Un personaje tan importante como Isaac, también era figura del Hijo de Dios. Leamos Hebreos 11:17: “Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito”.

Sin duda alguna este hecho constituye una contradicción, porque sumergiéndonos en la verdad histórica, encontramos que Abraham tuvo más hijos, y sin embargo, aquí, se habla de su unigénito. Y es así, porque aquí el autor se está refiriendo a la línea de las promesas que son vinculantes con la historia de la salvación: “habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado (literalmente-en parábola), también lo volvió a recibir”.

Nos encontramos, aquí, con los símbolos y las alegorías inscritas en el Antiguo Testamento que describen realidades a devenir, históricamente, en la época novotestamentaria. Otro ejemplo por antonomasia de alegoría, es el explicitado en Romanos 12:14: “No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aún en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura (literalmente- tipo) del que había de venir”.

En el capítulo V de Romanos se habla de la historia de toda la humanidad que, en definitiva, es la historia de dos hombres: el primero (Adán) y el segundo (Cristo). El primero es tipo del segundo, en el sentido de que Cristo es el último hombre, el hombre escatológico (1ª Cor. 15:45). El primer Adán es tipo del segundo, que es el antitipo o arquetipo del primero. Llegado este momento podríamos preguntarnos: ¿cómo hay en el Antiguo Testamento tantos tipos del esposo (Cristo), –hablo en el lenguaje novotestamentario– y no encontrar tipo alguno de la esposa (la Iglesia)? Tal afirmación sería faltar a los principios fundamentales de la exégesis y la hermenéutica de la Revelación bíblica.

El apóstol Pablo nos enseña que todos los tipos de Cristo o de la iglesia que encontramos en el Antiguo Testamento son para nuestra enseñanza y amonestación: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados (gr- sumergidos) en la nube y en el mar, y todos comieron del mismo alimento espiritual, y todos bebieron de la misma bebida espiritual (gr- pneumaticon); porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó (gr- estar contento) Dios; por lo cual quedaron postrados (gr-tendidos) en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros (gr- tipos de nosotros fueron o llegaron a ser), para que no codiciemos (gr-epitumetas-concupiscentes) cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar (gr-divertirse, danzar). Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor (gr- Cristo), como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo (gr.-en tipos), y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos (gr- para quienes el fin de los siglos ha llegado)” (1ª Cor 10:1-11).

En este extraordinario pasaje, hay pues una clara interpretación simbólica y alegórica de Cristo.

A veces nos encontramos en la Biblia tipos o figuras realmente sorprendentes; tal es el caso de Juan 3:14-15: “Y como Moisés levantó (gr- exaltó) la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado (gr-exaltado), para que todo aquel que en él cree (no se pierda-no es original) mas tenga vida eterna”.

En casi todas las culturas, la serpiente es símbolo del mal, incluso en la Biblia. No obstante, en este pasaje, la serpiente es tipo del Hijo de Dios. Penetrar en la exégesis y la hermenéutica de estos textos nos aboca a penetrar en los arcanos del mismo corazón de Dios. Pero querer explorar en la misma interioridad de Dios es pretender explorar en las profundidades de lo inefable, del ser transcendente que está más allá de nuestras posibilidades cognitivas, aunque nuestra mente estuviera iluminada por el Espíritu de quién es el principio y el origen de toda la realidad.

Con todo esto, comprobamos que existe base en la Biblia para la interpretación alegórica, lo que no supone que haya que alegorizar todas las Escrituras.

A raíz del análisis que hemos realizado, tendríamos que preguntarnos: ¿En qué se convirtió el Hijo del Hombre en la cruz del calvario, para que pudiera redimirnos a nivel individual y colectivo?

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