Hacia el bicentenario de James Thomson en América Latina (II)

En los primeros años hizo labor de difusión bíblica y educativa en Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador y Colombia.

14 DE ABRIL DE 2018 · 17:56

,

Persona y obra de Diego Thomson en América Latina deben revalorarse a doscientos años de su llegada a nuestras tierras. Arribó a Buenos Aires, Argentina, el 6 de octubre de 1818 e inició trabajo precursor del protestantismo en distintas naciones del Continente.

La primera incursión de Thomson en Latinoamérica fue de octubre de 1818 a marzo de 1825, cuando regresó a Inglaterra. En seis años hizo labor de difusión bíblica y educativa en Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador y Colombia. Fue bien recibido y apreciado por los libertadores sudamericanos. Les conoció personalmente y, por ejemplo, consignó en una misiva fechada el primero de diciembre de 1823, y que hace llegar a la Sociedad Bíblica londinense su encuentro con Simón Bolívar: “Algunos días después de su llegada [a Lima] le fui presentado y fui recibido muy favorablemente. Se trata, en apariencia, de un hombre muy modesto, al menos por lo que puedo juzgar por la corta conversación que mantuvimos. Se le ve muy activo e inteligente, pero no pude leer nada de naturaleza extraordinaria en su aspecto. No tiene los ojos de San Martín, cuya mirada fulminaría a cualquiera en su momento. El rostro de Bolívar, curtido por la intemperie, muestra que no ha sido un hombre ocioso. No hay hombre, creo, que haya soportado todo el peso, o haya trabajado tan afanosamente al calor de la lucha por la causa de la independencia de Sud América como Bolívar. Sus afanes en su propio país ya han sido coronados con un éxito casi completo, Colombia puede considerarse libre e independiente”.

Al retornar a Londres hizo contacto con exiliados latinoamericanos. Contrajo matrimonio a principios de 1827 con Mary Morrish, y junto con ella viajó a México. Llegaron a la capital mexicana el 17 de mayo. El personaje que se instala en la ciudad de México contaba con más experiencia que el arribado a Buenos Aires casi una década antes. En Argentina su misión inicial fue difundir el sistema lancasteriano de escuelas. En México se dedica casi exclusivamente a promover y vender materiales bíblicos. De los tres años que permaneció en la nación mexicana me he ocupado en el volumen James Thomson: un escocés distribuidor de la Biblia en México, 1827-1830, Maná Museo de la Biblia, México, 2013. El mismo lo estoy revisando para una nueva edición.

Estudiar lo realizado por Thomson en situaciones mayormente adversas me ha llevado a conclusiones, las que a continuación comparto: Sin duda el esfuerzo de James Thomson por distribuir la Biblia en México es digno de encomio. En el personaje confluyeron tanto la convicción de realizar la tarea como sus capacidades para concretarla. Con todo, su labor no debe ser vista como una empresa meramente personal, hubo tras él instituciones, personas y condiciones sociales que deben tenerse en cuenta para evitar un acercamiento hagiográfico al colportor escocés. 

La Sociedad Bíblica Británica y Extranjera (SBBE) respalda decididamente las gestiones que desarrolla Thomson en la nación mexicana. Para cuando él incursiona en el país, la SBBE tiene casi un cuarto de siglo de haber sido fundada. En ese lapso la organización adquiere experiencia en producir y distribuir materiales bíblicos en diversos idiomas y países. El mismo Thomson es una persona más capacitada para la misión encomendad a él cuando se avecina en el antiguo Imperio azteca, que en los años de su primer viaje a tierras latinoamericanas, específicamente al sur del Continente en 1818.

La SBBE y James Thomson tuvieron la sagacidad para decidir qué traducción de la Biblia distribuir en México, con el fin de facilitar su venta y circulación. Tuvieron en cuenta que el largo dominio católico romano, y el poder eclesiástico ejercido sobre las instituciones políticas y civiles, serían obstáculos a sortear para poner en manos de la gente materiales de lectura sospechosos para la integridad de las creencias resultado del pasado colonial hispánico. Por esto la elección en la Biblia a ser distribuida recayó en la versión traducida por el sacerdote católico Felipe Scío de San Miguel, aunque sin notas doctrinales ni los libros deuterocanónicos.

A pesar del convulso contexto político que encuentra James Thomson en México, que dificulta alguna defensa de las autoridades a favor del enviado de la SBBE ante el embate del autoritarismo eclesiástico católico que obstruye decididamente sus tareas, de todas maneras él encuentra resquicios para intentar llevar a buen puerto la difusión de la Biblia.

La búsqueda de contactos que facilitasen la encomienda que le trajo a un país recientemente independizado de España, demuestra que Thomson tenía una bien delineada estrategia sobre cómo incursionar en los ambientes locales con el fin de encontrar apoyos para una empresa “exótica”: la de vender a precios módicos la Biblia, libro vedado por siglos en México y todas las posesiones españolas.

Por los informes de James Thomson enviados a Londres, a las oficinas de la SBBE, podemos desprender que, en termino generales, fue bien recibido por la gente sencilla. No son pocas las ocasiones en que narra su encuentro con personas muy interesadas por adquirir una Biblia, o alguna porción de ella, como el Nuevo Testamento o alguno de los evangelios. Lo que cambia drásticamente el panorama es el edicto, mediados de junio de 1828, de la Diócesis de México, en el que prohíbe a los católicos comprar los materiales ofertados por Thomson.

A partir de entonces, por la debilidad de las autoridades federales para frenar las medidas prohibicionistas y la reproducción por parte de otras cúpulas eclesiásticas católicas de exigencias como la promulgada por la Diócesis de México, Thomson comprueba que se le reducen progresivamente los espacios para la distribución de sus materiales.

A pesar de todo el enviado de la SBBE logra esparcir cientos de biblias y nuevos testamentos, ejemplares que son leídos por algunos de sus adquirientes y contribuyen a formar ideas religiosas distintas a las sostenidas por la Iglesia oficial. Es muy difícil saber con precisión cuántos de los libros vendidos por Thomson fueron factor medular en la conformación del protoprotestantismo nacional, en los antecedentes de una creencia que fue adquiriendo paulatinamente un perfil diverso al del catolicismo reinante,

La obra de Thomson debe ser calibrada en el conjunto de los cambios de ideas sobre el futuro de la nación al independizarse de España. Es claro que la abrumadora mayoría de políticos de la época, y la totalidad del poder eclesiástico católico, concebían a México como uncido a una identidad católica. Sin embargo, algunas voces se levantaron para bosquejar otra posibilidad: que el país se abriera a la libertad de cultos como requisito indispensable para atraer inmigrantes no católicos. Unos pocos argumentaron, destacadamente José Joaquín Fernández de Lizardi, que esa apertura era impostergable en razón, también, de permitir entrar aire fresco a una atmósfera ideológica viciada por el fanatismo religioso católico.

Entre 1827, con la llegada de Thomson a México, y la promulgación juarista de la Ley de Libertad de Cultos de 1860, se van configurando en México esfuerzos por establecer células que difieren del catolicismo. Durante casi cuatro décadas, de manera imperceptible, casi subterránea, extranjeros no católicos residentes en el país por razones diplomáticas o comerciales, y unos pocos nacionales que tienen contactos con protestantes (por viajes al extranjero y/o los asentados en México de esa confesión), que leen la Biblia, se identifican con las ideas del liberalismo, abonan el terreno para el enraizamiento del protestantismo.

Los tres años en que desarrolla su labor James Thomson en México son intensos social y personalmente para él. Le toca ser testigo de enfrentamientos políticos, religiosos y militares de un país en construcción. Su evaluación del entorno mexicano ha sido relegada por los especialistas y expertos en la producción escrita de viajeros extranjeros al país en el siglo XIX. Él no forma parte de los observadores y observadoras reeditados o compilados que dan cuenta en sus escritos del estado que guardaba México en los primeros años de vida independiente. Esperamos que en algo contribuyamos para enmendar esa omisión al dar a conocer traducidas las cartas enviadas por él desde México, que estarán contenidas en la nueva edición del libro sobre su estancia de 1827 a 1830.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Hacia el bicentenario de James Thomson en América Latina (II)