William Carey, de los zapatos a las misiones

Tradujo las Sagradas Escrituras total o parcialmente a 40 idiomas y dialectos de la India. En la ciudad de Serampore instaló una imprenta. El primer ejemplar del Nuevo Testamento en bengalí fue terminado en 1801.

24 DE FEBRERO DE 2018 · 16:00

William Carey,
William Carey

Lo recuerdo demasiado entre neblina; pero marcó mi vida hasta el día de hoy. Son esos recuerdos que nos quedan de conversaciones de los nuestros, cuando pareciera que ni nos enteramos de nada.

Se trataba de unas reuniones especiales en mi propia iglesia, venía gente de muchos lugares de mi tierra, y estaba invitado un predicador de mucho “tronío”; era como un sano orgullo tenerle como invitado, y su nombre figuraba brillando siempre “entre luces de neón”.

Al día de hoy, creo que a nadie se le ocurriría hacer algo así, cuidamos muy bien quien preside, presenta, dirige al gran predicador… Y todo esta preparado con esmero para que resalte. Sé que lo hacemos con la mejor de las intenciones; pero, tristemente, demasiadas veces nos olvidamos de escuchar la voz del Espíritu Santo, y así nos va, en tantas y tantas ocasiones.

En aquella reunión de una tarde de ni sé cuando, compartió púlpito, al lado del predicador de tanta fama, un siervo de Dios “humilde”, de esos que se esforzaron por aprender, y que se dejaron la vida recorriendo muchos kilómetros por pueblos y aldeas, llevando la preciosa Palabra. Si queréis que os sea sincera, debía ser tan pequeña, que no recuerdo el nombre del gran conferenciante, pero sí el de aquel precioso siervo, marcó demasiado mi vida, además de conocerle mucho desde siempre.

Llegó la hora de la reunión y el templo estaba lleno a rebosar, ni la ocasión ni el nombre de aquel primer hombre esperarían otra cosa. Cuando algunos vieron en aquella antigua plataforma compartir silla, púlpito, y Biblia a aquellos dos hombres, yo no entendía, pero se podía percibir los pensamientos de muchos.

Nuevamente, ni recuerdo lo que predicó aquel…. Aquel del que ni siquiera recuerdo su nombre ni su mensaje. Después de cantar y todo lo que conlleva una reunión de este tipo, se levantó aquel “humilde” siervo de Dios ¡Cada día me gusta más esa palabra… Siervo! Aunque sé demasiado bien que a otros muchos, hasta les ofende que les llamen así. Para mi, es el honor más grande.

Se respiraba el silencio más absoluto cuando el precioso hermano comenzó a hablar, tal y como era, sencillo y con voz un tanto temblorosa por los nervios; entonces comenzó a contar la historia de William Carey, quien había sido zapatero y supongo que remendón, cómo el Señor lo había llamado y hasta donde llego. Fue una predicación sencilla, pero cuando aquel siervo de Dios hablaba, sus ojos se empañaban en lágrimas.

En la noche, después de haber llegado a casa, yo, un auténtico mico, escuché una conversación entre mi madre y mi tía:

- ¿Qué te ha parecido? –comenzó mi madre.

Entonces mi tía, con mucha calma y tocándose la barbilla respondió: “Pues si quieres que te diga la verdad, me gustó mucho más el hermano humilde ¡sinceramente, me llegó al corazón!”

En aquel instante, vi brillar lágrimas contenidas en los ojos de mi madre diciendo… “¡A mí también!”

El Señor sabe que no miento, tal vez os parezca imposible que recuerde algunas cosas con total nitidez, y ni me pudiera acordar hasta hace un momento, en el que le acabo de preguntar a mi madre, de quien se trataba el “famoso” predicador; yo ni me acordaba, os lo aseguro; del mismo modo que no recordaba el nombre de William Carey. Ya con más edad, cuando leí por primera vez de este maravilloso misionero, padre de las misiones modernas, inmediatamente lo identifiqué con aquel recuerdo de niñez y de aquella tarde en mi preciosa tierra.

William Carey nació el 17 de agosto de 1761 en Paulerspury, en la provincia de Northampton, Inglaterra.

Los padres de Carey eran anglicanos, y se crió en un ambiente de iglesia; en medio de aquella situación, Dios proveyó un ambiente serio en cuanto a la educación se refiere.

A los catorce años de edad, como los padres de Carey no pensaron en darle más educación o no pudieron hacerlo, Carey quiso trabajar en jardinería, pero una enfermedad de su piel, que no le permitió trabajar en el sol, hizo necesario un cambio de planes. ¡Quién hubiera pensado que este joven que tuvo que cambiar la carrera deseada porque no podía aguantar el sol de su país, serviría al Señor por años y años el clima de la India! Todo ayuda a bien.

A pesar de que su infancia transcurrió en un ambiente rural, que para nada hacía presagiar grandes cosas para su vida, lo cierto es que Carey tenía una insaciable sed de conocimientos y una indomable perseverancia para lograr sus objetivos. Cualquier libro que caía en sus manos era devorado y asimilado, hasta el punto que se había familiarizado en su adolescencia con el latín y, mientras trabajaba como zapatero, aprendió griego.

De hecho, el taller de zapatería fue para Carey su taller de preparación donde Dios lo entrenó para la obra que más tarde tenía preparada para él. Allí adquirió un profundo conocimiento de la Biblia, y también de geografía universal y religiones comparadas, todo lo cual le sería de gran utilidad en los años venideros.

Uno de los compañeros en el taller de zapatería era William Ward, perteneciente a uno de los grupos disidentes de la Iglesia anglicana. Las discusiones entre ambos muchachos eran prolongadas, defendiendo cada uno su punto de vista. Sin embargo, Carey se dio cuenta que la fe de su amigo era mucho más profunda que la suya propia y, atendiendo a una invitación a asistir a una de sus reuniones, entró en contacto con la iglesia a la que su amigo pertenecía. Allí tuvo lugar su experiencia de conversión que daría un vuelco a toda su vida. El hecho de que estas iglesias disidentes fueran simpatizantes de la revolución americana fue otro factor añadido para que Carey se identificara con ellas, pues él mismo era de ese sentir. La conservadora Iglesia anglicana era opuesta por principio a cualquier modificación del "status" de las colonias en Nueva Inglaterra.

Tras su conversión conoció a dos destacados bautistas, John Ryland y Andrew Fuller, siendo bautizado por el primero e integrándose en una iglesia bautista. Al poco tiempo, y en vista de su crecimiento y sus dones, Carey era solicitado como predicador por distintos grupos pequeños, tras lo cual fue llamado como pastor de la iglesia de Moulton.

Carey vivió en la aldea de Paulerspury hasta terminar su educación a 14 años de edad. Le gustaba la ciencia y libros sobre viajes de otros. Tuvo deleite especial en libros sobre “Colón” de manera que algunos de sus conocidos le llamaban “Columbus”. A los doce años de edad memorizó 60 páginas de vocabulario en latín (Vocabulium Latiale por Thomas Dyche), el cual muestra su aptitud para los idiomas. Pero, no aprendió nada de griego en esos años.

Fue buen estudiante, pero sus intereses se extendieron más allá de los libros. Cerca a la aldea había campos y bosques. William prestó mucha atención a las plantas, aves y animales – un interés que nunca perdió.

Tenía un tío llamado Peter que había pasado unos años en Canadá y después de regresar a Inglaterra trabajó como jardinero. Varios opinan que mediante el contacto con ese tío y las conversaciones con él que los horizontes de la educación de Carey fueron grandemente expandidos. Su interés en las plantas y en el mundo fuera de Inglaterra se debía en parte a su contacto con ese tío.

En una ocasión, se reunió en la iglesia de Nottingham, en 1792, Carey predicó un sermón basado en Isaías 54:2,3 y en el desarrollo expuso 2 puntos: “Esperad grandes cosas de Dios”. “Emprended grandes cosas para Dios”.

Pero al hablar de esta “carga” con otros siervos de Dios, no era siempre  era comprendido o bien recibido. Una vez, en una reunión de pastores bautistas, cuando enfatizaba la necesidad de llevar el evangelio a los paganos, un pastor de más edad y experiencia quedó exasperado y le dijo, “¡Joven, siéntese, siéntese! Usted es un entusiasta, pero cuando a Dios le complazca convertir a los paganos, Él sabrá hacerlo sin consultar ni a usted, ni a mí.”

Sin embargo, a pesar de los obstáculos que sentía por sus colegas pastores, el 2 de octubre de 1792 se creó la primera organización misionera de nuestros tiempos. Decidieron que el primer país a evangelizar seria la india. Aceptaron a Carey como el hombre indicado. Después de muchos sacrificios logro embarcarse el 13 de junio de 1793 en un velero danés. Después de 5 meses de viaje marítimo llegó a la tierra India, acompañado de su esposa, sus hijos y el Dr. Thomas.

Durante la travesía, William Carey aprendió el bengalí. Al poco tiempo comenzó a predicar y su auditorio crecía continuamente. Calcuta, desde 10 de noviembre de 1793, sería el escenario donde este siervo de Dios ministraría por 41 años ininterrumpidos y sin descanso. Nunca regreso a Inglaterra. Su situación pecuniaria en los primeros años no fue muy solvente, pero mejoró su situación trabajando adicionalmente como agricultor y luego como director de una plantación y fabrica de añil.

Tradujo las Sagradas Escrituras total o parcialmente a 40 idiomas y dialectos de la India. En la ciudad de Serampore instaló una imprenta. El primer ejemplar del Nuevo Testamento en bengalí fue terminado en 1801. Desde ese entonces salían, una tras otra, las traducciones de la Biblia.

El Gobierno inglés fundó en Calcuta una escuela para que sus empleados aprendieran las lenguas hindúes. Al no encontrar persona más capaz que el ex zapatero Carey, le contrataron por 1,800 libras anuales. Lo hermoso de esto fue que no cambio su humilde modo de vida. De este modo Carey y su equipo lograron contribuir con más de 90,000 libras a la misión.

Carey vio muchos cambios en la India. El evangelio llegó a muchas partes. Las Escrituras también. Socialmente, Carey y otros empujaron a que los ingleses prohibieran el sacrificio de bebés en el río (cumpliendo votos hechos por mujeres estériles que harían tal cosa si su dios le diera un hijo) y el quemar a las viudas vivas con el cuerpo de sus esposos que habían muertos. Carey era muy opuesto a la esclavitud también. Pero sobre todo reconoció que solo Dios puede rescatar a los pecadores y hace eso mediante la predicación del evangelio y la obra soberana de su Espíritu Santo.

A la edad de setenta y tres años, Carey dejaba la India y esta vida; respecto a la primera había dicho:

"Nunca tuve la idea de regresar a Inglaterra... Mi corazón se casó con la India."

¡Sí! todo el legado de William Carey fue muy grande, y todo en su vida lo fue guiando el Señor para que llegara a conseguir todo lo que consiguió, desde las cosas más aparentemente insignificantes, hasta las de mayor altura como las traducciones de la Biblia y demás. Pero hay algo que me encanta, al mismo tiempo que toca mi corazón de un modo muy profundo,¡¡Jamás perdió su esencia!! Nunca vivió entre bambalinas, ni olvidó sus días de zapatero, jamás dejó de aprender ni de Servir a su Señor, atravesando grandes dificultades y consiguiendo grandes logros.

Y vuelvo a donde comencé, sin entender mucho, y en una reunión poco usual, escuché hablar por primera vez a través de un siervo de Dios, de un hombre cuyo nombre ni conocía. Al día de Dios, la bendición de su vida sigue bendiciendo la mía y pido a mi Señor, imitarsu ejemplo y vivir su fe.

Os dejo con una frase de este precioso siervo de Dios que hoy hago mía…

¡Este es el trabajo de Dios, esperemos grandes cosas de Él, pero intentemos también grandes cosas para Él”. William Carey

 

               

Fuentes:

-Promotora española de Lingüistica (PROEL)

-Iglesia Bautista de NothBorgen. William Carey, Padre de las misiones modernas.

-Inspiraciones de Dios, Luis Alberto Ramirez.

-Misión Global (Transformando el mundo)

-Mujer misionera, experiencias y lecciones para compartir, (Blog de Marisol)

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