Doctrina bíblica según 1 Pedro

Una introducción a la teología sistemática.

27 DE ENERO DE 2018 · 22:40

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Lutero nombró la primera epístola de Pedro como una de las más importantes en el Nuevo Testamento por su gran valor doctrinal. Hoy, queremos enfocarnos en ocho temas teológicos clave que salen nombrados en 1 Pedro.

Nos centraremos en la doctrina de la Palabra de Dios, la doctrina de Dios, la doctrina del ser humano, la doctrina de Cristo, la doctrina del Espíritu Santo, la doctrina de la salvación, la doctrina de la iglesia y la doctrina de las últimas cosas.

1.- LA DOCTRINA DE LA PALABRA DE DIOS

Pedro acepta la plena autoridad de la palabra de Dios. No se cansa de aludir a textos del Antiguo Testamento para defender sus enseñanzas. En cuestión de cinco capítulos, se refiere a diecisiete pasajes de la ley y los profetas.

En la carta nos encontramos con cinco alusiones a Isaías; tres a los Salmos; tres a Proverbios; dos a Génesis; y una a Éxodo, Levítico, Deuteronomio y Oseas.

La diferencia fundamental entre los regenerados y los perdidos es que los salvos nacen de nuevo por el poder de “la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1:23, 25) mientras que los incrédulos “tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados” (2:8).

Dada la importancia de la palabra del Señor, el apóstol espera que todos los ministran públicamente hablen “conforme a las palabras de Dios” (4:10).

2.- LA DOCTRINA DE DIOS

La teología propia de Pedro es trinitaria. Arranca la carta refiriéndose a la Trinidad (1:2).

La primera actividad de Dios el Creador (4:19) nombrada en la epístola es su obra de elección (1:2; 2:9; 5:10). El Padre elige a los suyos por pura misericordia (1:3) y gracia (5:10). El Todopoderoso (5:6) tiene cuidado de su pueblo escogido (5:8) y hace caso a sus oraciones (3:12).

Dios, sin embargo, no solamente escoge a los suyos sino permite que muchos malhechores sigan los dictados de sus depravados corazones (2:8). Resiste a los soberbios (5:5) y su rostro “está contra aquellos que hacen el mal” (3:12). Se acerca la hora en la cual el Señor juzgará a los vivos y a los muertos (4:5) sin hacer acepción de personas (1:17).

Puesto que los cristianos viven en el temor de Dios, la meta de un cristiano verdadero se trata de glorificar al Señor en esta tierra (4:11) incluso en momentos de persecución (3:17) por causa de su fe en aquél a quien Dios levantó de entre los muertos, Jesucristo (1:21).

 

El Dios trino salva al ser humano mediante la obra de Cristo en la cruz. / Pixabay

 

3.- LA DOCTRINA DEL SER HUMANO

La antropología del apóstol es bien oscura. Pedro no tiene nada bueno qué decir sobre el ser humano en su estado natural. Es ignorante (1:14), andando en una vana manera de vivir (1:18) y caracterizado por un sinfín de pecados (2:1, 11; 4:2).

Los hombres y las mujeres sin Cristo andan “en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías” (4:3). Consiguientemente tendrán que rendir cuentas ante “al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos” (4:5).

4.- LA DOCTRINA DE CRISTO

Pedro se deleita en escribirnos sobre varias facetas del ministerio del mediador Jesucristo (1:21).

A diferencia de la teología liberal, el apóstol enseña claramente que la sangre de Cristo es imprescindible para la fe cristiana (1:2, 19). Esta sangre, a la luz de las profecías de Isaías, sirve para que el siervo sufriente del Señor quite nuestros pecados. El justo (1:19) dio su vida por los injustos (2:21-24; 3:18; 4:1, 13; 5:1).

La buena noticia es que Dios no dejó a su Hijo en la tumba sino que lo resucitó con poder (1:3, 21; 3:21), coronando a Cristo con gloria, el cual ascendió a la presencia de su Padre en victoria (3:22). Y en el tiempo asignado por Dios, Cristo –el Príncipe de los pastores- ha de volver por segunda vez (5:4).

A pesar de que Cristo sea rechazado y odiado en el mundo (2:4), los creyentes aman profundamente a su Salvador (1:7-8), confesando que Él es precioso (2:7).

5.- LA DOCTRINA DEL ESPÍRITU SANTO

El apóstol comienza la carta explicando que el Espíritu Santo es quien regeneró a los creyentes de Asia Menor (1:3). La elección es del Padre; la redención, del Hijo; y el nuevo nacimiento, del Espíritu Santo.

El Espíritu que engendra la vida espiritual en el alma de los hermanos sigue sosteniendo a los perseguidos a lo largo de sus padecimientos por causa del Señor (4:14). Es justamente este mismo Espíritu el que operó en los profetas del Antiguo Testamento anunciando “los sufrimientos de Cristo y las glorias que vendrían tras ellos” (1:11).

El Espíritu, pues, desempeña un triple ministerio en 1 Pedro: regenera, sostiene e inspira.

6.- LA DOCTRINA DE LA SALVACIÓN

A Pedro le encanta hablar sobre la salvación. Los creyentes fueron elegidos por la misericordia del Padre (1:2; 2:9-10) y regenerados por el Espíritu de Dios (1:2-3). Además, fueron redimidos por la obra vicaria de Dios el Hijo (1:2, 19; 2:21-25).

Puesto que la salvación del pueblo de Dios depende completamente del Dios trino, el cristiano es llamado a anunciar las virtudes del Señor (2:9), vivir en santidad (1:15-16), crecer en las cosas del Señor (2:2) y adorar a su Dios (2:5).

Gracias al Señor, las ovejas del Señor son guardadas por la fe hasta el fin cuando alcanzarán la salvación de sus almas (1:5, 9).

 

Los hermanos de Asia Menor tenían que sufrir mucho por causa de Cristo. / Pixabay.

 

7.- LA DOCTRINA DE LA IGLESIA

La salvación produce una vida de amor en los creyentes. El que ama al Señor, ama a su pueblo. Pedro pide que los hermanos se amen mutuamente con un espíritu de amor fraternal no fingido (1:22; 3:8; 4:8).

El pescador también anima a los hermanos de Asia Menor a ser fuertes en el Señor, recordándoles que muchos otros cristianos están sufriendo por causa de la fe “en todo el mundo” (5:9). Ruega a los ancianos de la iglesia a cuidar de la iglesia del Señor con un espíritu pastoral (5:1-3).

8.- LA DOCTRINA DE LAS ÚLTIMAS COSAS

Finalmente, el apóstol toca el tema de la escatología. La gran esperanza que caracteriza la fe cristiana es la aparición de Jesucristo (1:14; 3:15; 5:1, 4). Ya que el fin se acerca, los creyentes tienen que ser sobrios y velar en oración (4:7).

Aunque es cierto que los creyentes han de recibir una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, los impíos serán juzgados (4:5). El hecho de que Cristo viene pronto es una muy buena noticia para los salvos como Pedro; y una muy mala notica para los malhechores.

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