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Una España abrasada

Año 2035: Sobre España cuelga una neblina gris, una gran boina, encima de una tierra que parece los restos de una barbacoa.

21 DE ENERO DE 2018 · 09:00

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El Periódico Nacional, 3 de agosto de 2035

Se quemó el último bosque.

Como resultado de este mes de julio 2035 tan dramático, los pocos remanentes de bosque en España han sucumbido, finalmente, a los incendios que desde hace más de 20 años, han ido consumiendo una gran parte de la zona forestal de la península ibérica. Ya no quedaba mucho por quemar. Con la excepción de los bosques portugueses -que han aguantado algo más gracias a los cambios radicales en el cuidado de sus bosques a raíz de los gravísimos incendios del verano de 2017- los últimos grandes bosques de plantación de pino y eucaliptus, plantadas en los siglos XIX y XX para explotar la madera, han desaparecido. Sobre España cuelga una neblina gris, una gran boina, encima de una tierra que parece los restos de una barbacoa, con ciudades sitiadas por el humo, como Burgos, Barcelona, Guadalajara y Jaén.

 

Una España abrasada

Quedan algunos de los bosques en el norte del país, más resistentes al fuego por su mezcla natural de arboleda autóctona, protegidas por costosos contingentes de guardias de seguridad, además de algunas zonas de Extremadura, donde los bosques de alcornoques no fueron sustituidos tan agresivamente por la deforestación salvaje de dos siglos de explotación.

¿Porqué no hicimos caso a los expertos forestales y los científicos del clima?

¿Falta de previsión? ¿Malicia y codicia? ¿Cuáles fueron las causas?

Ya en los principios del siglo XXI se conocían bien las diversas causas de los incendios forestales. A pesar de los tópicos de siempre que los periodistas sacaban con cada incendio, los expertos, los mismos grupos regionales de bomberos forestales, los forestales y los científicos coincidían en que las causas eran varias y complejas.

 

Una España abrasada

El abandono del campo a raíz de la industrialización de España a finales del siglo XIX es un factor desencadenador. Las ovejas y las cabras dejaron de limpiar el campo, las ramas caídas ya no se cogían para leña, y se plantaron grandes extensiones de bosques de pino y eucaliptus para la industria maderera, sustituyendo el bosque autóctono más adaptado a los diferentes climas de la península. El bosque se densificó, no se gestionaba, se acumulaba la maleza, aumentando la combustión en caso de incendio, algo relativamente normal y sin consecuencias graves para el bosque autóctono*.

Pero hay otras causas de los incendios. Feudos entre familias, el incremento de las visitas al campo para hacer barbacoas por los urbanitas, (por ejemplo en el gran incendio mortal de Guadalajara en 2006, que alertó del grave problema existente), la reducción de los presupuestos para la vigilancia y protección de los bosques en la crisis de los años 2009 a 2015, y el progresivo aumento de las temperaturas (cambio climático). 

Al quemarse el bosque los suelos estuvieron expuestos a las lluvias, y la erosión fue una lacra muy difícil de corregir. Un reciente ejemplo es California 9 de enero 2018, donde la erosión de los suelos donde se quemó la vegetación, que normalmente ayuda a que el agua de lluvia se infiltre al subsuelo, ha propiciado aludes y corrimientos de tierra.

 

California, diciembre 2017 – incendios seguidos en enero 2018 por corrimientos de tierra y aludes.

No se puede plantar árboles si no hay suelos. El calentamiento del planeta ya se sentía localmente, con bosques muy secos e incluso un cambio en la pluviosidad – mas sequía y lluvias torrenciales en cualquier estación. Los científicos ya habían visto que la pérdida de bosque tropical (Amazonas, Indonesia y el Africa oriental y central) reducía las lluvias tropicales, al romper el ciclo del agua de el cual era una importante parte del bosque ecuatorial. Ahora veían que lo mismo pasaba en el sur de Europa. Menos bosque, cambios en el clima.  

Un panorama ahora, en 2035, de campos vacíos secos y desérticos, ciudades de cemento con altos índices de desempleo y marginación, mini-estados policiales para intentar contener a la población inquieta y descontenta. Una economía frágil, con un gran déficit comercial al tener que importar casi todos los alimentos, y una Europa fracasada dividida en dos, el ‘bunker’ del norte próspero y un sur de pobreza y descontento. 

¿Porqué no reaccionamos a tiempo? España a principios del siglo XXI estaba más preocupada por sus diferencias territoriales, por su salida a la crisis, por el consumo de productos conducido por una industria altamente especializada en publicidad, por la fascinación por las redes, el Facebook, el Whatsapp, el Instagram, entre otras formas ya obsoletas de comunicación. Mucha comunicación por pantalla, muchas imágenes, muchos bulos, mucha información no contrastada,  la desaparición del periodismo veraz, honestoy respetuoso. Y poco a poco el medio ambiente del cual vivíamos -sin entender que esto era así- se iba deteriorando. Los tomates venían de China en un plástico que no se degradaba. Los jamones también. Una sociedad demasiado preocupada en el hoy, y nunca en el mañana. Nunca en sus hijos y nietos. 

 

Volviendo a 2018: 

La Biblia habla mucho del fuego. Tanto figurativamente, como de forma literal. A nivel figurativo es en primer lugar indicativo de la presencia de Dios. Es especialmente evidente en la zarza ardiente, por la cual Dios habla a Moisés (Éxodo 3: 2-6). Una manifestación de Dios mismo, ya que Moisés se alejó de lo que veía porque “tuvo miedo de mirar a Dios”(v.6). También Yahweh desciende al Monte Sinaí “en medio del fuego”(Éxodo 19:18, Deuteronomio 4:11-12, 15; 4:33, 36). Dios habla por el fuego. En el Nuevo Testamento el apóstol Pablo habla de la segunda venida de Cristo como “en llamas de fuego” (II Tesal. 1:7), una visión que implica juicio además presencia. La visión del apóstol Juan en Apocalipsis es de los ojos de Jesús “resplandecientes como llamas de fuego” (Apocalipsis 1:14, 2:18; 19:12), otra vez en el contexto del juicio.  

Hay muchas otras menciones del fuego en la Biblia. Se asocia a la gloria de Dios, al bautismo de Jesús con el Espíritu Santo y con fuego, y de su ira contra el pecado. También es un vehículo de destrucción que Dios usa, una imagen de purificación, y más común como de la ira de Dios y de su juicio, y del infierno. El fuego es un elemento poderoso, tanto a nivel figurativo, lo que nos enseña, como en su efecto destructivo. Si viene de Dios, es señal de su presencia, y una forma que El usa para destruir, purificar. 

Pero cuando es producido por el hombre, es casi siempre destructor

La desobediencia del pueblo de Dios y su búsqueda de apoyo lateral (a Egipto o Asiria) y no vertical, a Dios, resultó en alianzas que fueron su destrucción, a pesar de los avisos y consejos de Dios (Jeremías 4: 26 a 28). Sus reyes y líderes espirituales no hicieron caso a los profetas de Dios. Los bosques quemados, los campos arrasados, la tierra infértil y erosionada - difícil de recuperar milenios después, a pesar de la tecnología especial hidrológica de la nación de Israel hoy, y artificialmente mantenido por sus fuerzas militares. 

El profeta Joel nos ofrece un panorama similar.  

“¡Cómo brama el ganado! Vagan sin rumbo las vacas porque no tienen donde pastar, y sufren también las ovejas.  

A ti clamo, SEÑOR, porque el fuego ha devorado los pastizales de la estepa; las llamas han consumido todos los árboles silvestres.  

Aun los animales del campo te buscan con ansias, porque se han secado los arroyos y el fuego ha devorado los pastizales de la estepa”. (Joel 1:18-20, NVI). 

Este libro del profeta Joel del Antiguo Testamento describe la destrucción devastadora de la plaga de langostas, como un fuego arrasador, señal del juicio de Dios sobre su pueblo. Pero también habla de arrepentimiento, de juicio a las naciones, y de perdón y bendición futura. 

Entonces vosotros sabréis que yo, el SEÑOR tu Dios, habito en Sión, mi monte santo. Santa será Jerusalén, y nunca más la invadirán los extranjeros.  

En aquel día las montañas destilarán vino dulce, y de las colinas fluirá leche; correrá el agua por los arroyos de Judá. De la casa del SEÑOR brotará una fuente que irrigará el valle de las Acacias.  

Pero Egipto quedará desolado, y Edom convertido en desierto, por la violencia cometida contra el pueblo de Judá, en cuya tierra derramaron sangre inocente.  

Judá y Jerusalén serán habitadas para siempre, por todas las generaciones.  

¿Perdonaré la sangre que derramaron?¡Claro que no la perdonaré!»¡El SEÑOR hará su morada en Sión!”.

 

No quisiera aquí entrar en profundidad en aspectos escatológicos. Hay cierta corriente de pensamiento que argumenta que cuanto antes se destruya la tierra antes volverá Jesús, así que no hay que cuidar de la tierra, mientras que otra interpretación de los textos argumenta, como dice N.T. Wright, que es nuestra labor también ahora aportar a lo obra de Cristo salvífica y restauradora, que no sólo son las almas, sino toda la creación. La tierra serán completamente renovada, restaurada, y somos ya ciudadanos de un reino, participando en su reconstrucción, siervos del Rey. La creación…

19 aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios,  20  porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza  21  de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. 22  Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto.todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto…’.(carta del apóstol Pablo a la iglesia de Roma, en Romanos 8:19-22).

Aquí habla de que la creación espera su liberación, no su destrucción. 

Pero aparte de este argumento a favor de trabajar ahora en cuidar la tierra, siendo parte de nuestra misión como hijos de Dios, cuidar la tierra y administrarla sabiamente, como buenos mayordomos, buenos ‘jardineros fieles’, lo hacemos porque amamos a lo que es de Dios, y a lo que el ama. A veces nuestro cristianismo está demasiado influenciado por la filosofía griega, y espiritualizamos todo, centrándonos en los seres humanos, y olvidando otros seres vivos que Dios creó y ama, como vemos claramente en la historia del diluvio y el Arca de Noé. Dios ama a los animales y las plantas. Debemos hacer lo mismo. 

Una llamada de atención en nuestros días a amar lo que Dios ama, a cuidar lo que Dios nos ha encomendado cuidar para El, a confiar en El y no en lo temporal, lo visible, lo inmediato, y en definitiva a obedecer su palabra y reconocer que El es Dios soberano, Rey de Reyes, y Señor de Señores. Sólo en El hay vida, vida eterna y salvación para el hombre. Sólo en El hay reconciliación entre los hombres, y reconciliación con Su creación, Su tierra, que nos ha prestado para cuidar y regentar. 

‘He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella’. (Deuteronomio 10:14)

El propósito de nuestra existencia es de glorificar a Dios ante todas las cosas. No solo en palabras y en canto, sino como buenos mayordomos y cuidadores de esta maravillosa tierra, que se nos ha encomendado para regentar. Así que si tomo a Dios en serio, si realmente es mi Señor, querré obedecer su palabra. 

 

 

*Nota breve sobre la historia del bosque español:

El País, 15 de julio 1978: ‘En 1940, apenas finalizada la guerra civil…. se ponía en marcha en España un Plan Nacional de Repoblación por el que se preveía la forestación de 5.679.000 hectáreas en el plazo de cien años. Desde aquel año, y hasta 1972, el total repoblado ascendió a 2.658.700 hectáreas, lo que supuso alcanzar el 46% aproximadamente de la meta entonces fijada, en el intervalo de los 32 primeros años. La repoblación forestal aparece por tanto, como una de las mayores realizaciones del régimen, que le proporcionó, junto con la política de regadíos y construcción de embalses, los más jugosos dividendos de promoción y propaganda política’.

Pero lo que nunca se dijo es que paralelamente los bosques autóctonos fueron arrasados en esos años para uso comercial (principalmente para pasta para papel), un balance en el cambio de la superficie forestal totalmente adverso.

Solamente en las veinticuatro provincias españolas más afectadas por los procesos de erosión se perdieron durante la última década 2.171.201 hectáreas de superficie arbolada. Impresiona la deforestación llevada a cabo en Andalucía, con un descenso absoluto de 560.641 hectáreas, así como en Murcia, Alicante y Valencia, con 323.650 hectáreas. Canarias perdió igualmente casi la mitad de sus bosques (47,2%) en el mismo período ( pino canario y laurisilva)’. Sin prever las consecuencias ecológicas, se ofrecían a los propietarios de los terrenos ‘cantidades a fondo perdido de 8.000 pesetas hectárea para las repoblaciones de pinos y de 10.000 pesetas hectárea para las de eucaliptos’.

Es interesante ver como la historia se repite. En la industria del petróleo los políticos que están en contra de energías renovables, y por ello totalmente en contra del argumento del calentamiento global originado por el hombre, tienen grandes intereses empresariales por los beneficios a corto plazo del consumo de fuentes de energía fósil (especialmente el carbón y petróleo). En la historia de la industria maderera pasa lo mismo. Beneficio a corto plazo para unos cuantos, a expensas del la mayoría de la población y su futuro. En la Transición política de los ’70 y continuación de la repoblación iniciada en los ’40 los que redactaron y continuaron la política forestal, políticos del antiguo régimen, tenían grandes vínculos empresariales con la industria maderera.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Te(c)ología - Una España abrasada