Uvas con espinas

En Israel existen numerosas especies de plantas que presentan espinas punzantes.

03 DE DICIEMBRE DE 2017 · 12:00

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Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?

(Mt. 7:16)

Hay varias palabras hebreas para designar los abrojos, espinos/as o cardos y son cuatro las citas bíblicas en que se les mencionan (Jue. 8:7, 16; Job 31:40; Mt. 7:16 y Heb. 6:8). El origen etimológico castellano del término “abrojos” deriva de la expresión latina aperi oculos o “abre los ojos” y era como una advertencia al labrador que segaba un campo en el que también había abrojos, para que vigilara y se protegiera convenientemente de los mismos.

En Israel existen numerosas especies de plantas que presentan espinas punzantes. Sin embargo, aquellas que suelen crecer dentro de las tierras de labranza, mezclándose con los cereales, son los conocidos y vulgares cardos. Una de las especies más abundantes en las tierras bíblicas es el cardo mariano (Sylibum marianum), que es una planta herbácea anual o bienal que puede alcanzar más de tres metros de altura. Sus hojas presentan unas espinas amarillas, de hasta 15 milímetros de longitud, capaces de causar desagradables pinchazos. Muy probablemente esta especie era uno de los abrojos a que se refieren los diferentes versículos de la Biblia.

El texto del evangelio de Mateo (7:16) menciona a los falsos profetas que aparentemente se presentan a las gentes como apacibles ovejas pero, en realidad, son como lobos rapaces. Se trata de maestros que suelen desviar a las personas del verdadero camino, con ideas novedosas, atractivas o revolucionarias pero, en el fondo, lo único que persiguen son intereses personales egoístas. Tales profetas existieron en tiempos de Jesús y, por desgracia, continúan existiendo hoy. Esta especie de embaucadores abunda en todos los medios de comunicación social, en la política y también dentro de muchas iglesias o denominaciones. Suelen caracterizarse por afirmar que ellos tienen la auténtica respuesta y la solución definitiva a las crisis fundamentales que padece la sociedad o el ser humano, sea económica, social, sanitaria, religiosa o espiritual. Normalmente convencen a muchas personas porque mezclan ideas que tienen ciertos elementos verdaderos, y parecen convincentes, con otras que son falsedades o distorsiones de la enseñanza bíblica.

Jesús enseña a sus discípulos a identificar a tales falsos profetas mediante la observación de sus frutos. Los abrojos espinosos son incapaces de producir frutos sabrosos como las uvas o los higos. Más bien generan dolor y sufrimiento. De la misma manera, el genuino carácter cristiano evidencia los frutos del Espíritu y nunca persigue motivos egocéntricos o escandalosos. El carácter y la identidad de las personas suelen ir íntimamente ligados a sus obras y enseñanzas.

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