¿Tiene un precio la Gracia?
Lo que ha costado caro a Dios, decía Dietrich Bonhoeffer, no puede resultarnos barato a nosotros.
04 DE NOVIEMBRE DE 2017 · 19:30
En estos días en los que se hace un repaso de las 'Cinco Solas' de la Reforma, la esencia de la fe cristiana, repienso una de ellas, tan significativa para nosotros los cristianos: la gracia. "Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras...", dice el apóstol Pablo en su Carta a los Efesios. Y recalca que no es por obras, no es por méritos propios, ni tan siquiera porque somos buenos buenísimos. Para que no nos gloriemos nosotros mismos, pues, como bien dice el apóstol Pablo en su carta a los Romanos, en esa inagotable tarea pastoral suya que admiro tanto, "por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno". Y además, que "Tenemos, pues, diferentes dones, según la gracia que nos es dada...". Y que los usemos con cordura. Por tanto, entiendo que nada nos ha sido dado por nuestros esfuerzos. No; es gracias a la bondad de nuestro Dios, quien es el que decide y hace todo según el designio de su voluntad. Y con el fin de que seamos para alabanza de su gloria.
Y si mal no entiendo, Pablo, volviendo otra vez a su carta a los Efesios, ora para que Dios nos dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él; para que alumbre los ojos de nuestro entendimiento, para que sepamos cuál es la esperanza a que él nos ha llamado, y más aún, para que sepamos cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la acción de su fuerza poderosa... (parafraseo).
Nos llama a una toma de conciencia acerca de la estatura de todo esto, de difícil comprensión en su totalidad; por lo cual deduzco que dice: "Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús, porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe...". Porque uno que no tenía pecado fue hecho pecado para que nosotros seamos justicia de Dios en él.
Qué gran privilegio recibir este regalo. Sin tener que hacer nada. Tal como somos o éramos... Solo por fe...
Pero recordando lo que el mismo Pablo dice en su carta a los Romanos (6.1-2): "¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?", nos sentimos llamados a ahondar más en esta gracia. Como bien señala Eduardo Delás en su libro En diálogo con el precio de la gracia. Bonhoeffer actual: "La gracia de Dios que ha alcanzado a todos los cristianos, no consiste en una especie de 'licencia divina' que nos permite sentirnos protegidos y legitimados para vivir de cualquier manera ante Dios y ante el mundo. Y no lo es, sobre todo, porque el poder renovador y transformador de la gracia, si es real, contiene un mensaje interpelador que impide a los cristianos volver a ser los mismos...".
A mi modesto entender, ¿quiere decir que la gracia no es cualquier cosa que se puede relativizar, ningunear...? ¿Y que después de recibirla ya no seremos como antes? ¿"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación..."? ¿Nos exhorta el apóstol Pablo a que no recibamos en vano la gracia de Dios?
Meditando sobre ello, recordé el libro de Dietrich Bonhoeffer, El precio de la gracia (Ediciones Sígueme, Salamanca), donde habla de una gracia cara y una gracia barata, y dice cosas como estas:
"La gracia barata es el enemigo mortal de nuestra iglesia. Hoy combatimos en favor de la gracia cara. La gracia barata es la gracia considerada como una mercancía que hay que liquidar, es el perdón malbaratado, el consuelo malbaratado, el sacramento malbaratado, es la gracia como almacén inagotable de la Iglesia, de donde la toman unas manos inconsideradas para distribuirla sin vacilación ni límites; es la gracia sin precio, que no cuesta nada. Porque se dice que, según la naturaleza misma de la gracia, la factura ha sido pagada de antemano para todos los tiempos. Gracias a que esta factura ya ha sido pagada podemos tenerlo todo gratis. Los gastos cubiertos son infinitamente grandes y, por consiguiente, las posibilidades de utilización y de dilapidación son también infinitamente grandes...".
"La gracia barata es la justificación del pecado y no del pecador. Puesto que la gracia lo hace todo por sí sola, las cosas deben quedar como antes. 'Todas nuestras obras son vanas'. El mundo sigue siendo mundo y nosotros seguimos siendo pecadores 'incluso cuando llevamos la vida mejor'..."
"La gracia barata es la predicación del perdón sin arrepentimiento, el bautismo sin disciplina eclesiástica... La gracia barata es la gracia sin seguimiento de Jesucristo, la gracia sin cruz, la gracia sin Jesucristo vivo y encarnado".
"La gracia cara es el tesoro oculto en el campo por el que el hombre vende todo lo que tiene; es la perla preciosa por la que el mercader entrega todos sus bienes; es el reino de Cristo por el que el hombre se arranca el ojo que le escandaliza; es la llamada de Jesucristo que hace que el discípulo abandone sus redes y le siga".
"La gracia cara es el Evangelio que siempre hemos de buscar, son los dones que hemos de pedir, es la puerta a la que se llama".
"Es cara porque llama al seguimiento de Jesucristo, es cara porque le cuesta al hombre la vida, es gracia porque le regala la vida; es cara porque condena el pecado, es gracia porque justifica al pecador. Sobre todo, la gracia es cara porque ha costado cara a Dios, porque le ha costado la vida de su Hijo -'habéis sido adquiridos a gran precio'- y porque lo que ha costado caro a Dios no puede resultarnos barato a nosotros. Es gracia, sobre todo, porque Dios no ha considerado a su Hijo demasiado caro con tal de devolvernos la vida, entregándolo por nosotros. La gracia cara es la encarnación de Dios.
[...]".
Sigo reflexionando e intentando entender si esta gracia transformadora tiene que ver con esos frutos del Espíritu de los que se nos comenta en Gálatas. Si por fe soy salvo, por pura gracia, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí, ¿acaso deberían exhalar por los poros de mi piel el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre, la templanza? Puesto que, como hechura suya, soy hecho para alabanza de su gloria y para mostrar buenas obras. ¿O debo guardarme mi salvación para mí mismo? ¿Acostarme y esperar la glorificación? ¿Guardarme la esperanza a la que Él nos ha llamado?
¿Debo volver a repensar quién es Jesucristo hoy para mí? Si he entendido que "el seguimiento es vinculación a Jesucristo. Que sin Jesucristo no hay seguimiento. Que nada debe interponerse entre Él y nosotros, ni tan siquiera la ley, porque no soy yo el que me he llamado, sino Él, y su llamado es irresistible" (D: Bonhoeffer).
¿Tiene que ver todo esto con lo que dice Santiago: "Una fe sin obras está muerta"?
¿Tiene que ver con lo que dice Bonhoeffer en el libro citado anteriormente?: "... conviene contraponer a la frase 'solo el creyente es obediente', la otra: 'solo el obediente cree'. Si en la primera proposición la fe es presupuesto de la obediencia, en la segunda la obediencia es presupuesto de la fe. Del mismo modo que la obediencia ha sido llamada consecuencia de la fe, hay que llamarla también presupuesto de la fe. Solo el obediente cree. Para poder creer hay que practicar la obediencia a una orden concreta. Es preciso dar un primer paso de obediencia para que la fe no se convierta en una forma piadosa de engañarse a sí mismo, para que no se convierta en gracia barata...".
Comenta Bonhoeffer que, con la extensión del cristianismo y la secularización creciente de la Iglesia, la noción de gracia cara se perdió gradualmente.... Y "Cuando Dios, por medio de su siervo Martín Lutero, suscitó en la Reforma el evangelio de la gracia pura, cara, condujo a Lutero al claustro... Había abandonado todo y quería seguir a Cristo en la obediencia total. Renunció al mundo y emprendió su tarea cristiana... La llamada al convento le costó a Lutero la entrega plena de su vida. Lutero fracasó en su camino hacia Dios. Dios le mostró por medio de la Escritura que el seguimiento de Jesús no es la proeza aislada de unos pocos, sino un precepto divino dirigido a todos los cristianos. La humilde empresa del seguimiento se había convertido dentro del monaquismo en una obra meritoria propia de santos. [...] Con esto, el mundo se había introducido en medio de la vida monacal y actuaba en ella peligrosamente".
[...]
"A través de la huida monástica del mundo podía distinguirse una de las formas más sutiles de amor al mundo. ... Lutero captó la gracia en este momento en que desaparecía la última posibilidad de llevar una vida piadosa. Vio en la caída del mundo monacal la mano salvadora de Dios, tendida en Jesucristo. Se agarró a ella, seguro de que 'todas nuestras obras son vanas, incluso en la vida mejor'. La gracia que se le ofrecía era cara, destrozó toda su existencia. Una vez más tuvo que abandonar sus redes y seguir a Cristo. [...] Ya no se guió más por su propio mérito, sino por la gracia de Dios. No se le dijo: Ciertamente has pecado, pero se te ha perdonado todo; sigue donde estás y consuélate con el perdón. Lutero debió dejar el convento y volver al mundo, no porque el mundo fuese bueno y santo, sino porque el convento no era más que mundo". [...]"
"El camino de Lutero, saliendo del convento para volver al mundo, representa el ataque más duro dirigido contra el mundo desde el cristianismo primitivo... La negativa dada al mundo por el monje era un juego de niños en comparación con la negativa experimentada por el mundo de parte del que volvía a él. El ataque venía de frente, era preciso seguir a Jesús en medio del mundo. Lo que había sido practicado como una proeza aislada, en medio de las circunstancias y facilidades particulares de la vida conventual, se convertía ahora en una necesidad y un precepto para todo cristiano que vive en el mundo. De este modo se agravó de forma imprevisible el conflicto entre la vida del cristiano y la vida del mundo. El cristiano se agarraba al mundo en una lucha cuerpo a cuerpo... [...]".
El conocimiento de la gracia supuso para él la ruptura última y radical con el pecado de su vida, pero nunca su justificación. Significó, cuando él captó la gracia, la renuncia radical y última a una vida según su propia voluntad, con lo que se mostró verdaderamente como una llamada seria al seguimiento. Sin embargo, sus sucesores convirtieron este resultado en el presupuesto básico de un cálculo. Y aquí está el fallo..."
[...]
"Lutero sabía que esta gracia le había costado toda una vida y que seguía exigiendo su precio diariamente. porque, por la gracia, no se sentía dispensado del seguimiento, sino que, al contrario, se veía obligado a él ahora más que nunca. Cuando Lutero hablaba de la gracia pensaba siempre, al mismo tiempo, en su propia vida, que solo por la gracia había sido sometida a la obediencia total a Cristo".
Solo quien renuncia a todo lo que tiene, siguiendo a Jesucristo, puede decir que es justificado por la fe (Gnade) sola. Reconoce la llamada al seguimiento como gracia y la gracia como esta llamada. Pero quien, basándose en esta gracia, quiere dispensarse de seguir a Cristo, se engaña a sí mismo".
"Si la gracia es el resultado, dado por el mismo Cristo, de la vida cristiana, entonces esta vida no está dispensada del seguimiento en ningún instante. [...]" (Os aconsejo leer el libro para completar estas interesantes reflexiones de D.B.).
Por mi parte, apenas son deseos de inquirir más en estos asuntos que siento me atañen en gran manera, y que, obviamente, se incluyen en este segundo Máster en 'Peregrinaje cristiano' que acabo de comenzar.
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