Algunas lecturas sobre la Reforma Protestante (XXIII)
El pequeño libro de John Stott y Michael Reeves, abre horizontes para quienes buscan en pocas páginas la reconstrucción de hechos históricos y doctrinas centrales que dieron singularidad al protestantismo.
26 DE AGOSTO DE 2017 · 21:50
Por su brevedad es una guía de estudio sobre la temática que aborda. Proporciona un bosquejo e información básica acerca de los hechos históricos esenciales y distintivos teológicos de la Reforma Protestante del siglo XVI.
Además aboga por concebir al mencionado movimiento como un legado vivo que debe tener continuidad.
El pequeño libro de John Stott y Michael Reeves (La Reforma: lo que necesitas saber y por qué, Publicaciones Andamio, Barcelona, 2017) abre horizontes para quienes buscan en pocas páginas la reconstrucción de hechos históricos y doctrinas centrales que dieron singularidad al protestantismo/cristianismo evangélico.
El volumen incluye en sus primeras páginas una cronología donde se mencionan hombres y mujeres que buscaron el retorno a la sencillez del Evangelio.
La línea de tiempo, se advierte, “solo puede contener lo más esencial de la historia de cómo el extraordinario trabajo de la gracia obró en la vida de los más valientes. Cada uno de los nombres que aparece más abajo se merece su propio capítulo, igual que lo merecen la vida y la muerte de cada uno de los mártires que no han sido incluidos aquí. La incorporación de varias figuras fundamentales que no vuelven a aparecer más en el resto del libro es una invitación al lector para que continúe su propia investigación”.
La cronología inicia con el año de nacimiento de John Wycliffe (1324), a quien se le conoce como “la estrella mañanera de la Reforma” porque siglo y medio antes de Lutero levantó muchas de las reivindicaciones enarboladas por el teólogo germano.
Por ser el volumen una traducción del inglés los editores de Andamio, intuyo, decidieron agregar en tres momentos del recuento cronológico a dos monjes españoles conversos al cristianismo evangélico.
Se menciona que en 1557, Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera huyen de Sevilla amenazados por la Inquisición. También se refiere que en 1569 es publicada en Basilea la traducción castellana de la Biblia realizada por Casiodoro de Reina, la conocida como Biblia del Oso. Y que en 1602 sale de la imprenta la revisión de la Biblia en castellano hecha por Cipriano de Valera, nombrada Biblia del Cántaro. La cronología concluye en los últimos años del siglo XVIII.
Resalto del prólogo, escrito por Lindsay Brown (secretario general de la International Fellowship of Evangelical Students, de 1991 a 2007, y director internacional del Movimiento de Lausana, del 2008 al 2016), las líneas que siguen: “La fe evangélica [resurgida en el siglo XVI] (lejos de ser una desviación) es sencillamente una reafirmación de la verdad apostólica, ni más ni menos. Lo que los reformadores hicieron fue abrir las Escrituras ante ojos incrédulos, mostrándole a un pueblo ahogado por la lluvia y lleno de necesidad, cómos éstas le ofrecían el regalo de la salvación solo por la gracia de Dios y solo por medio de la fe […] la esencia del Evangelio es la doctrina apostólica de la justificación solo por gracia y solo por medio de la fe. Esta doctrina se convertiría […] en el eje fundamental de la Reforma”.
Michael Reeves es el autor del capítulo “Historia y significado de la Reforma”. Él es presidente y profesor en el Union School of Theology del Reino Unido; fue director del Departamento de Teología de Universities and Colleges Christian Fellowship y ministro asociado de All Souls Church (la misma donde por décadas sirvió John Stott), Langham Place, en Londres.
Es autor de varios libros, entre ellos The Unquenchable Flame: Discovering the Heart of the Reformation (B&H Publishing, Nashville, 2010); y de otro que ha sido traducido al castellano por Publicaciones Andamio: ¿Por qué la Reforma aún importa? Conociendo el pasado, para reflexionar sobre el presente y dar forma al futuro, Barcelona, 2017.
Reeves narra lo atormentado que se sentía Martín Lutero por no tener seguridad en su salvación ni en el perdón de Dios. Continúa con el proceso que vive el monje agustino cuando estudia detenidamente la Biblia y descubre que es simultáneamente “justo y pecador (simul justus et peccator), y siempre lo será (semper justus et peccator).
Porque por la gracia de Cristo los cristianos tienen el crédito de una justicia que no les pertenece: la justicia de Cristo”. Lutero mismo lo explicó así: “tenemos una justicia que es a la vez extraña (externa, que no viene de nosotros mismos) y pasiva (inmerecida)”.
Al descubrimiento, Lutero le agregó identificación y compromiso de hacer defensa del hallazgo hermenéutico contra el sistema católico romano. Michael Reeves describe brevemente la trascendencia de la decisión de Lutero al no retractarse en la Dieta Imperial de Worms, y los episodios subsecuentes que marcaron el movimiento iniciado por él, sobre todo la publicación en 1522 de la traducción que hizo del Nuevo Testamento al germano y de toda la Biblia en 1534.
Reeves considera que la vida y obra de tres personajes contribuyen para comprender mejor a Martín Lutero. Uno de ellos fue su antecesor en el siglo XIV, el teólogo y traductor de la Biblia al inglés a partir de la Vulgata Latina, John Wycliffe.
Su deseo de poner las Escrituras en el idioma del pueblo y la buena recepción que tuvo en algunos sectores, así como el movimiento que surgió por los postulados de Wycliffe, el de los lolardos (predicadores pobres e itinerantes), dejaron evidencias de hambre espiritual que no era saciada por el sistema teológico/eclesiástico tradicional.
El segundo personaje que Reeves destaca es un contemporáneo de Lutero, el erudito Erasmo de Róterdam, cuya edición del Nuevo Testamento en griego (1516) leyó el monje Martín y más tarde usó para sus labores de traductor.
El tercero que sobresale es William Tyndale, inglés y estudiante tanto en la Universidad de Oxford como en la de Cambridge, quien como muchos en Europa leyó la Biblia y los escritos de Lutero. Tyndale anhelaba traducir del griego al inglés el Nuevo Testamento, y para llevar al cabo esta labor consideró necesario salir de Inglaterra, debido a que el monarca inglés, Enrique VIII, era entonces un férreo opositor al movimiento de Reforma.
Por la defensa que hizo del papado y del sistema doctrinal católico romano, el papa León X proclamó, noviembre de 1521, a Enrique VIII como Fidei Defensor (defensor de la fe).
Tyndale fue apresado y juzgado por autoridades católicas en las cercanías de Bruselas. Se le acusó de herejía, en octubre de 1536 sus verdugos lo ahorcaron y después arrojaron a la hoguera. La influencia de Lutero en Tyndale fue importante, aunque no única, y revela que lo acontecido en Wittenberg tuvo alcances que reconfiguraron el mundo.
Es mi deseo continuar la próxima semana el comentario de la obra hasta aquí reseñada.
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