Algunas lecturas sobre la Reforma Protestante (XXI)
Los reformadores españoles no pudieron consolidar un movimiento de Reforma en su tierra por la persecución de que fueron víctimas.
12 DE AGOSTO DE 2017 · 21:20
Los reformadores españoles no pudieron consolidar un movimiento de Reforma en su tierra por la persecución de que fueron víctimas. En la entrega precedente inicié el comentario a La Reforma ayer y hoy (Publicaciones Andamio, Barcelona, 2012), en particular el capítulo “La primera Reforma en España”, de José Moreno Berrocal. Ahora continúo con el mismo apartado, que nos posibilita tener una vista de conjunto acerca de los reformadores en España durante el siglo XVI.
Pedro Ruiz de Alcaraz, uno de los alumbrados en los comienzos del siglo XVI, tuvo entre sus discípulos a Juan de Valdés, con quien inició contactos en 1523. Tres años más tarde Valdés se asienta en Alcalá, “donde recibe apoyo del círculo erasmista de la Universidad Complutense”, menciona Moreno Berrocal. En 1529 publica Diálogo de doctrina cristiana, en el cual incluye la traducción del Sermón del Monte. Realiza ésta del griego y no de la Vulgata Latina. La base textual utilizada para su labor de traductor fue el Novum Instrumentum en la edición de 1527 que prohijó Erasmo. De tal manera que, cita José Moreno, “Juan de Valdés fue el primer español en aprovecharse del avivamiento del griego”.
Me parece que dado el carácter panorámico del capítulo “La primera Reforma en España”, era muy difícil que José Moreno Berrocal se hubiese detenido en cada sección para proporcionar mayores datos que los por él ofrecidos. Así, correctamente consigna, que “la doctrina de la justificación por la fe –formulada por Valdés en su Diálogo de doctrina cristiana– fue la primera formulación bíblica de la doctrina a la que tanto españoles como italianos tuvieron acceso”. Ante tal afirmación queda una pregunta, ¿coincidencia de Valdés con lo planteado por Martín Lutero, acaso influencia del segundo en el primero?
Una edición reciente muy útil del Diálogo es la publicada en el 2008 por Emilio Monjo Bellido en la serie Obras de los Reformadores Españoles del Siglo XVI. Contiene un estudio introductorio de David Estrada Herrero, donde sostiene que Diálogo de doctrina cristiana “es el primer libro protestante español impreso en nuestro país en 1529”. Al ser publicada la obra contó con el visto bueno de los censores. Fue más tarde, en 1531, cuando su autor fue sospechoso de herejía y decidió salir de España hacia Italia. La cercanía del Diálogo con postulados de Lutero pareciera que descansa en el conocimiento que tenía de Valdés de algunos escritos del reformador español.
En una cuidadosa investigación (Juan de Valdés traductor de los escritos de Lutero en el Diálogo de doctrina cristiana) Carlos Gilly documenta como palimpsesto las ideas de Lutero en el Diálogo. Considero que demuestra su aserto: el editor español “no podía sospechar que en realidad había impreso una traducción de los escritos de Lutero. La presencia pronunciada de Erasmo [en el libro] simplemente había sido un pretexto del autor para desviar a las autoridades de la censura de las fuentes verdaderas del libro”. Tal vez más que una traducción, lo que hizo Juan de Valdés fue una adaptación más o menos libre de varios escritos del teólogo germano. Gilly estima que también echó mano de Ecolampadio y Felipe Melanchton. Una obra central para conocer al personaje es la de José C. Nieto, Juan de Valdés y los orígenes de la Reforma en España e Italia, Fondo de Cultura Económica, México, 1979.
El siguiente paso que sigue José Moreno Berrocal en los intentos reformadores dentro de España es el del núcleo de Sevilla. Tras una experiencia de conversión cristiana, Rodrigo de Valer fue muy activo en la propagación de la fe, tanto que por su testimonio tuvieron inicio congregaciones secretas en Sevilla y conocieron el Evangelio, anota Moreno Berrocal, “el doctor Egidio, como parece también que Constantino Ponce de la Fuente así como Casiodoro de Reina, Antonio del Corro y Cipriano de Valera”. Acerca de la valía precursora de Valer en Andalucía, Cipriano de Valera consignó que “Por medio de este Valer, muchos que le oyeron y trataron tuvieron el conocimiento de la verdadera religión: y principalmente el cándido y buen doctor Egidio… este Valer parece haber sido el primero que abiertamente y con gran constancia descubrió las tinieblas en nuestros tiempos en Sevilla” (citado por Manuel de León de la Vega, Los protestantes y la espiritualidad evangélica en la España del siglo XVI, s/e, Langreo, Asturias, 2011, p. 50).
Otro testimonio acerca de la importancia de Valer en la difusión del cristianismo evangélico en Sevilla es el del autor anónimo (quien firma como Reginaldus Gonsalvius Montanus) de Artes de la Santa Inquisición española, obra en que se denuncia la persecución contra los conventículos protestantes. Por cierto que se ha señalado como coautores de la obra a Casiodoro de Reina y Antonio del Corro, publicada en Heidelberg el año de 1567. Sin embargo ello no ha sido demostrado fehacientemente. En las Artes se dice que Valer “había alcanzado en su adolescencia algún conocimiento de latín, ayudándose del cual manejaba día y noche la Sagrada Escritura cuyo persistente estudio hacía que retuviera en la memoria buena parte de ella y la pusiese en práctica con una especie de destreza y prontitud milagrosas”.
En 1540 la Inquisición confisco bienes a Valer. Dada su reincidencia en proseguir con creencias prohibidas fue condenado a llevar sambenito perpetuo y encarcelado y posteriormente confinado en el monasterio de Nuestra Señora de Barrameda, en Sanlúcar, donde murió, según Cipriano de Valera, “siendo de cincuenta años y más”.
Continuaron los trabajos de Valer, entre otros, Francisco de Vargas, Juan Gil y Constantino Ponce de la Fuente. Constantino fue un gran predicador, quien fue capellán de Carlos V y acompañó al hijo y sucesor de éste, Felipe II (fiero anti protestante), en varios viajes por Europa. De regreso a Sevilla continuó predicando en la catedral, por el contenido de sus sermones fue arrestado por la Inquisición y encarcelado el 16 de agosto de 1558. Las condiciones de su encarcelamiento le provocaron disentería, de la que murió a principios de 1560.
El catecismo del primer obispo de México, fray Juan de Zumárraga, de 1546 es en mucho un compendio de ideas erasmistas y apropiación de lo escrito por Constantino Ponce de la Fuente en Suma de doctrina cristiana. Constantino a su vez tomó varios planteamientos que Juan de Valdés hizo en Diálogo de doctrina cristiana. Fue así que subrepticiamente, y sin proponérselo Zumárraga, se filtraron en la Nueva España principios doctrinales protestantes. El comentario a La reforma ayer y hoy continúa la semana próxima.
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