Biología de la homosexualidad

¿Qué dice actualmente la ciencia -libre de prejuicios e intereses ideológicos- sobre tal asunto? ¿Hay base biológica para la homosexualidad?

22 DE JULIO DE 2017 · 16:00

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Hablar hoy acerca de este tema es como meterse en un campo de minas. Hay que conocer bien el terreno para no pisar ninguna y esto solamente puede lograrse mediante el difícil ejercicio de la objetividad científica.

¿Qué dice actualmente la ciencia -libre de prejuicios e intereses ideológicos- sobre tal asunto? ¿Hay base biológica para la homosexualidad?

Desde hace ya muchos años, se sabe que durante el desarrollo embrionario, se determina el sexo de la persona en función de su particular constitución genética.

Casi cada una de los trillones de células que constituyen nuestro cuerpo (los glóbulos rojos no porque no tienen núcleo, que es donde residen los cromosomas) posee en su doble dotación cromosómica (23 de la madre más 23 del padre) dos cromosomas, a los que ya antiguamente se les denominó “cromosomas sexuales”.

Como es sabido, en las hembras son iguales (XX), mientras que en los varones son diferentes (XY). De manera que, cuando nace un bebé, sus cromosomas sexuales indican claramente cuál es su sexo. Cualquier célula nucleada del cuerpo así lo certifica. Existen, por supuesto, ciertas anomalías cromosómicas, como los síndromes de Turner (X0), Klinefelter (XXY), 47(XYY), 47(XXX), 48(XXXX) ó 49(XXXXX), pero sin relevancia para el tema que nos ocupa porque no generan homosexualidad.

El cromosoma masculino Y posee un gen que es el responsable de iniciar el desarrollo de los testículos. Al conseguir éstos la madurez, empiezan a producir la hormona testosterona que, entre otras cosas, contribuye a masculinizar el cuerpo humano. No solamente los órganos sexuales masculinos, primarios y secundarios, sino también el cerebro e incluso el comportamiento. La testosterona potencia todo lo masculino y, al mismo tiempo, suprime los caracteres femeninos.

Por el contrario, en los embriones femeninos, al no existir este cromosoma Y ni su acción hormonal, se forman los ovarios que producirán otras hormonas distintas (sobre todo estrógenos) que contribuirán a feminizar tanto el cuerpo como el cerebro y la conducta.

No obstante, la sexualización del cerebro humano es un proceso mucho más complejo ya que depende de un delicado equilibrio entre diversos genes y hormonas.

Unos y otras elaboran redes de neuronas específicas, en cuya formación intervienen también determinados factores del ambiente en que se desarrollan los embriones. Y, todo esto es lo que contribuye, normalmente después, a que una persona se sienta atraída instintivamente por congéneres del otro sexo.

Pero, ¿qué ocurre cuando se altera este delicado equilibrio genético y hormonal?

Ha podido comprobarse que ciertas modificaciones de tal equilibrio pueden hacer, por ejemplo, que un individuo con caracteres sexuales masculinos pueda sentirse sexualmente atraído por otros hombres. Y lo mismo ocurre en el caso de las mujeres.

El ambiente juega también un papel determinante. Se ha documentado que en épocas en las que se produce un fuerte estrés social ha aumentado el porcentaje de nacimientos de hombres homosexuales, ya que dicho estrés altera la cantidad de testosterona, y eso tiene efectos sobre el desarrollo de las redes neurales del cerebro, en el momento en que empieza la sexualización.[1] El estrés que sufre la madre gestante puede alterar el equilibrio hormonal en el feto y como consecuencia repercutir en su orientación sexual.

De la misma manera, también hay pruebas de la existencia de un gen que estaría directamente implicado tanto en la homosexualidad como en la heterosexualidad.

¿Cómo puede ser esto? Se trata de un gen que presenta una variante capaz de predisponer a la homosexualidad, en el caso de los hombres, pero a las mujeres las haría más fértiles. Esto respondería a la cuestión de por qué la homosexualidad no ha sido eliminada por la selección natural. Al aumentar la fertilidad femenina, dicho gen tendría un efecto positivo sobre la especie humana.

Más recientemente, se ha vuelto a señalar la existencia de genes en el cromosoma 8 y en el cromosoma sexual X -el antiguamente debatido Xq28- que podrían influir también en la orientación sexual masculina.[2]

En fin, si el origen biológico de la homosexualidad se debe, como decimos, a una alteración del equilibro genético y hormonal durante el desarrollo embrionario, causado por ciertas influencias negativas del medio ambiente, algunos se preguntan, ¿será posible erradicar la homosexualidad en el futuro, cuando resulte factible detectarla durante la gestación?

La polémica está servida porque la genética se sigue moviendo a mayor velocidad que la ética.

 

[1] Bueno, D., 2012, 100 controvèrsias de la biología, Cossetània, Valls, p. 85.

[2] Sanders, A. R. y otros, 2014, “Genome-wide scan demonstrates significant linkage for male sexual orientation”, Phychological Medicine, Cambridge University Press, pp. 1-10.

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