Huesos no tan secos… Entrevista con Mary Schweitzer

Presenta la traducción íntegra de una entrevista a la paleontóloga Mary Schweitzer, mundialmente conocida por sus trabajos pioneros en el estudio de fósiles de tejidos blandos de dinosaurios.

22 DE ABRIL DE 2017 · 21:42

Mary Schweitzer.,Mary Schweitzer.
Mary Schweitzer.

A continuación se presenta la traducción íntegra de una entrevista a la paleontóloga Mary Schweitzer1, mundialmente conocida por sus trabajos pioneros en el estudio de fósiles de tejidos blandos de dinosaurios.

El trabajo de Schweitzer, que abiertamente proclama su fe evangélica, fue muy polémico en sus momentos iniciales, aunque actualmente está cada vez más reconocido dentro del campo de la paleontología; en los tres años que han pasado desde que se hizo esta entrevista el apoyo ha ido en aumento. En cualquier caso, sus estudios fueron publicados en una de las más prestigiosas revistas del mundo, la estadounidense Science. Sin embargo, sus descubrimientos han sido utilizados por los defensores del creacionismo de la tierra joven en apoyo a la idea de que los dinosaurios existieron en una época reciente (unos pocos miles de años) y convivieron con los seres humanos, algo que Mary Schweitzer rechaza de plano.

 

Emily Ruppel.

La entrevista original, realizada por Emily Ruppel, se publicó en la web de la Fundación BioLogos el 21 de Julio de 2014, y puede encontrarse aquí: http://biologos.org/blogs/archive/not-so-dry-bones-an-interview-with-mary-schweitzer (traducido con permiso de BioLogos; traducción de Sara de Felipe y Pablo de Felipe; fecha de acceso 17 de abril de 2017).

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En 2005 la paleontóloga Mary Schweitzer hizo un descubrimiento con grandes implicaciones para las ideas de los científicos sobre los fósiles, las células y lo que podemos saber sobre la historia de la vida en nuestro planeta. Mientras estudiaba el fémur de un Tyranosaurus rex desenterrado en el año 2000, Mary encontró la primera evidencia de tejidos blandos en un hueso de 68 millones de años. Cuestionando antiguas suposiciones sobre cómo se forman y preservan los fósiles, la investigación de Mary puede haber abierto la puerta a nuevas formas de estudiar y entender las numerosas criaturas que vivieron antes que nosotros.

Mary nos ha dedicado amablemente unos minutos para hablarnos sobre su vida, su fe, y el camino por el que llegó a la intersección entre la biología y la paleontología.

 

P. ¿Cómo empezó tu carrera como científica?

R. Supongo que podría decirse que empezó antes de que mi hermano mayor se fuese de casa para ir a la universidad, porque él me enseñó a leer, y después de irse me mandó libros para animarme a seguir leyendo. Uno de los que me mandó es un libro que todavía me encanta llamado The Enormous Egg (El huevo gigante). Cuando vino a casa para visitarnos le dije que sería paleontóloga. Tenía cinco años.

Dando un salto muy grande, después de tener a mis hijos decidí estudiar medicina, pero ya en los cursos preparatorios me di cuenta que con tres niños pequeños ese camino no iba a ser posible. Así que, en vez de eso, conseguí graduarme en educación secundaria con el objetivo de enseñar ciencias. Mi justificación era que quería estar dando clases en el instituto para cuando mis hijos llegaran allí… En esa época asistí también a una clase de Jack Horner sobre dinosaurios. Era mi primer curso de ciencias en mucho tiempo. El primer día, Horner entró en la clase con una caja llena de huesos y preguntó: “¿qué sabéis de esto?” Fue la más difícil de las asignaturas sin créditos que cursé; aunque trabajé mucho solo conseguí una nota bastante mediocre. Pero me enganchó.

Viniendo de un trasfondo cristiano conservador, lo que más me sorprendió de ese curso fue descubrir que no todos los científicos están empeñados en negar a Dios de cualquier forma posible. Lo que no nos habían contado cuando éramos jóvenes es que hay mucha ciencia, sólida y rigurosa, que permite interpretar la vida de los organismos aunque nunca los hayamos visto; comprenderlo me hizo reflexionar, porque conozco a Dios y sé que Él no engaña. Si das un paso atrás y dejas que Dios sea Dios, no veo ninguna contradicción entre la Biblia y lo que vemos en la naturaleza. Él no tiene ninguna obligación de cumplir nuestras expectativas: es más grande que eso.

Cuando empecé a dedicarme a estos temas tuve la enorme fortuna de vivir en Bozeman (Montana) donde podría estudiar con Jack, uno de los más destacados líderes de la paleohistología; alguien más interesado en la biología de los dinosaurios –lo cual obliga al estudio destructivo de las muestras cuando es necesario– que en lucirse mediáticamente con otro llamativo esqueleto.

Estaba claro que no iba a poder disponer de tres meses en el campo como otros paleontólogos, así que un proyecto histológico en el que cortas en láminas un hueso y lo estudias bajo el microscopio era ideal para mí. La primera lámina de T. rex que observé era de un esqueleto muy bien preservado de Montana Oriental, con los huesos alineados como en vida. Bajo el microscopio, me fijé en esas estructuras redondas rojas, únicamente presentes en los capilares, con una parte externa translúcida y un centro sólido que globalmente se parecía mucho a un núcleo. Jack me desafió a demostrar que NO eran glóbulos rojos, y a partir de ahí aprendí que el papel de la ciencia es refutar, no probar. Ese proyecto me inició en la observación de huesos de una manera diferente.

 

P. ¿Por qué piensas que fuiste la primera en hacer esta observación?

R. En parte porque yo tenía una buena base en biología, especialmente biología celular, mientras que la mayoría de paleontólogos en esa época provenían de la geología. Ese trasfondo en biología y el hecho de que este fuera un dinosaurio especialmente bien conservado fueron clave para nuestros descubrimientos. No fue planificado, no podría haberlo organizado si lo hubiera intentado, y creo que Dios merece mucho crédito por ello. Estoy segura de que hay una razón por la que Dios quiere que haga este trabajo, que no es fácil, porque la ciencia es conservadora. Si vas contra el pensamiento tradicional no serás muy popular, y el peso de la prueba recaerá sobre ti si haces afirmaciones que son novedosas.

Durante trescientos años pensamos que sabíamos cómo se formaban los fósiles: un animal moría, quedaba enterrado, y toda la materia orgánica se descomponía, dejando solamente pequeños espacios que luego se llenaban con minerales. Pero esta explicación nunca dio razón de algunas cosas que vemos en los fósiles, como la piel, por ejemplo. Sin embargo, lo que esto significaba, sus implicaciones, no fueron tomadas en cuenta por la mayoría de paleontólogos. Encontrar tejidos blandos que en muchos sentidos se podían analizar como materiales modernos sugiere que, después de trescientos años de mirar a estos objetos, no sabemos tanto como creíamos. Resulta difícil porque, siendo una bióloga evolutiva cristiana, recibo mucho correo que no resulta divertido. Otros cristianos sospechan de mi fe, y mis colegas científicos sospechan de mi ciencia. Pero yo no tengo ninguna agenda, excepto producir datos.

 

P. ¿Estabas nerviosa antes de publicar sobre tejidos blandos en huesos de dinosaurios?

R. Sí, mucho. Después de obtener los datos, estuve casi un año sin publicarlos. Estaba aterrada. Primero porque no me gusta ser el foco de atención, y sabía que esto iba a llamar mucho la atención. No me sorprendió que la respuesta de la comunidad científica fuera escéptica, e imagino que debo estar agradecida por ello porque el escrutinio me ha hecho mucho más cauta y con ello mucho mejor científica. Voy más allá de lo que se suele requerir para validar mis datos antes de publicar, y mis colegas hacen bien en ser escépticos, porque el trabajo de un científico no es probar cosas sino cuestionarlas.

Una cosa que sí me molesta, sin embargo, es que los creacionistas de la tierra joven se apropien de mi investigación para sus propios fines, y confundan a la gente. Los pastores y evangelistas, que están en posiciones de liderazgo, tienen la doble responsabilidad de comprobar los datos e informarse correctamente, pero me han citado mal y han tergiversado los datos. Conciben esta investigación en términos de una dicotomía falsa (ciencia contra fe) y eso no hace ningún favor a nadie. Sin embargo, no me sorprende que hayan reaccionado de esa manera; cuando entregué a Jack los primeros resultados del hueso que me había dado a estudiar su reacción fue de disgusto, y no fue hasta la tercera llamada que entendí porqué: “¡Maldita sea, Mary, vas a hacer felices a los creacionistas!”. Pero yo le contesté: “Es lo que dicen los datos, no me lo estoy inventando”.

No creo que mi fe cristiana tenga nada que ver con que los datos que propongo sean controvertidos. Solamente he encontrado una o dos personas que no confían en mi ciencia por causa de mi fe. Yo hago ciencia como es debido, y para la honra de Dios, y soy consciente de que cualquiera de mis resultados puede ser refutado mañana, por lo que mi trabajo es ser tan cuidadosa y cautelosa como puedo y no exagerar mis datos. Mi objetivo es hacer la mejor ciencia que puedo.

Lo cual me lleva a plantear dos interpretaciones alternativas: o los dinosaurios no son tan viejos como pensamos, o tal vez no sabemos exactamente cómo se preservan. Hace tiempo que sabemos que la piel se preserva. Pasa lo mismo que con otros temas controvertidos. Por ejemplo, hace décadas alguien propuso por primera vez que los continentes se movían, y todos se rieron y dijeron que era imposible. Actualmente si afirmas que no se mueven harás el ridículo. Igual sucedió con el ADN: al principio nadie quería creer que el ADN fuera el vehículo de la información biológica porque es una molécula demasiado sencilla.

Cuando te enfrentas a una teoría que ha llevado mucho trabajo establecer, por supuesto que es difícil cuestionarla. Esa es la razón por la que, cuando nos preparábamos para publicar, repetimos los experimentos una, otra y hasta tres veces. Incluso así, me criticaron diciendo que deberíamos haber tenido más datos, pero no había forma de obtener más datos sin más financiación, y no se podía conseguir más financiación sin publicar nuestros resultados iniciales. La respuesta científica fue exactamente la que debía ser: “esperar y ver”. Respeto mucho a quienes no aceptan inmediatamente nuestros resultados.

Incluso ahora, diría que aún no es generalmente aceptado que lo que estamos viendo sea tejido blando de dinosaurios. Lo que hace falta es que más gente siga investigándolo. Son resultados nada fáciles de obtener, y requieren mucha repetición en instrumentos especializados. Conseguir información molecular de huesos fósiles es un esfuerzo interdisciplinar, y resulta más fácil publicar en otros campos. Además, hemos encontrado que cuanto más tiempo está un hueso en la estantería, más difícil resulta encontrar algo, por lo que las piezas de museo, no importa lo ‘bonitas’ que sean no son lo mejor para nuestro trabajo. Los huesos que se convierten en fósiles han estado en equilibrio con un ambiente subterráneo durante millones de años, pero cuando se excavan se exponen a la luz y al oxígeno, con lo que la degradación que se había detenido bajo tierra empieza de nuevo. No creo que nuestra investigación tenga aceptación general hasta que otros grupos la reproduzcan sin problemas. Pero es un trabajo difícil, controvertido, caro y a realizar en un laboratorio, cuando a la mayoría de paleontólogos lo que les gusta es estar fuera, en el campo.

 

P. ¿Cómo ha influido tu investigación en tu fe y en tus relaciones con otros cristianos?

R. ¡Casi mejor que preguntes a otros cristianos! En realidad no lo sé. Voy a iglesias bastante conservadoras, y una vez estaba de visita en una cuyo pastor empezó a predicar que no estamos relacionados con los simios, y citó a una científica de Montana que había descubierto glóbulos rojos en huesos de dinosaurios: el pastor no sabía que yo estaba entre el público, ¡pero era de mi investigación de la que estaba hablando! Desgraciadamente, lo contó todo mal. Yo simplemente me levanté y me fui. No creo que esté desacreditando a Dios con el trabajo que hago, creo que estoy honrándole con las habilidades que me ha dado.

Una de las iglesias a las que voy es muy conservadora; pero el pastor y yo hemos hablado de lo que hago, y al final hemos acordado estar en desacuerdo en algunas cosas. Creo que esa es la actitud apropiada. En el fondo, Dios es el único que sabe con seguridad, el único que estaba allí.

Voy a la iglesia porque quiero aprender y actuar en consecuencia.  Quiero aprender más y más sobre lo que la Biblia enseña, y en muchas iglesias de las denominadas “progresistas” no se habla de la Biblia sino de organización, de proyectos de ampliación de instalaciones, etc. Todos deberíamos plantearnos nuestras necesidades espirituales, qué nos impulsa a asistir a la iglesia. En mi caso, la necesidad que satisfacen las iglesias a las que acudo es que predican directamente de la Biblia, y yo necesito eso. No voy a la iglesia para escuchar mensajes políticos ni para saber cuánto dinero necesitamos recaudar; voy para oír hablar de Dios.

 

P. ¿Qué desearías que el mundo sepa sobre ti?

R. Me tengo por una persona bastante normal. Cometo muchos errores e intento vivir mi vida lo mejor que puedo. Me tomo mi trabajo muy en serio porque creo que eso honra a Dios. Pero, no sé cómo decirlo exactamente, mi trabajo es lo que hago, no quién soy. Sé que podría equivocarme; como científica solo puedo decir lo que dicen los datos. En cambio, lo que me gustaría que todo el mundo supiese de mí es cuán orgullosa estoy de mis hijos, cuán bendecida soy al tenerlos en mi vida, y que son el mejor regalo –aparte de Jesús– que podría tener.

También debo decir que a lo largo de estos años me han llegado muchos e-mails crueles, agresivos y condenatorios. Si hay cristianos capaces de escribir esas cosas, no me sorprende que  mis colegas no quieran saber nada de la fe. El cristianismo es amor, y estas no son para nada respuestas con amor.

Si crees que la única postura válida para un creyente es una creación 24/7 y prefieres ignorar toneladas de evidencias de que la tierra tiene miles de millones de años y que la vida comenzó como algo simple que se hizo más complejo con el tiempo, allá tú. Por mi parte, voy a concederte que podamos estar equivocados en nuestra ciencia; en realidad, no creo que lo estemos, pero como científica tengo que dejar esa minúscula posibilidad abierta. Pero creo que los padres han de contar a sus hijos que hay muchas RAZONES por las que los científicos dicen lo que dicen, y que prácticamente NINGUNA de ellas supone negar la existencia de Dios. Una cosa no implica la otra. Muchos estudiantes han venido a mi oficina a lo largo de los años diciendo entre lágrimas: “No lo entiendo…” Mi punto de vista es que, si sigues la evidencia científica y finalmente resulta errónea, no creo que Dios te vaya a castigar por ello; Él nos hizo curiosos. Es bueno tomar distancia de los propios supuestos y considerar también otros puntos de vista, todo lo demás es no servir bien a Dios ni a nuestros hijos.

No tenemos todas las respuestas y nunca las tendremos. Cuando Dios dice que se revela en su creación, creo que significa que tenemos que cuidar lo que tenemos y entender de dónde venimos. Cuanto más entiendo cómo funcionan las cosas, más grande se hace Dios. Me lo habían pintado como un mago sacando cosas de su chistera, ¡y no hay comparación con cómo le veo ahora!

 

Agradecimientos: esta publicación ha sido posible gracias al apoyo de una donación de la Templeton World Charity Foundation, Inc. Las opiniones expresadas en esta publicación pertenecen al autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de la fundación.

 

1El CV de Mary H. Schweitzer cuenta con más de medio centenar de publicaciones, incluyendo ocho en la revista Science. Un listado de sus publicaciones más destacadas puede verse en https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/?term=Schweitzer%20MH%5BAuthor%5D&cauthor=true&cauthor_uid=28111950. Otro en https://apps.webofknowledge.com/OneClickSearch.do?product=UA&search_mode=OneClickSearch&SID=Q2hAWKCI8xLFiiiZCIJ&field=AU&value=SCHWEITZER, MH&ut=71218805&pos=2&excludeEventConfig=ExcludeIfFromFullRecPage.

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