Testificando del evangelio ahora más que nunca

Los cristianos no debemos recatarnos en proclamar atrevidamente la salvación en Cristo Jesús siempre de manera amable y sencilla, a la vez que clara y persuasiva.

09 DE JULIO DE 2016 · 13:55

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Cuando todos los valores sociales y espirituales del primer mundo se descristianizan a marchas forzadas en nuestra sociedad, cada vez más secularizada y donde se están implantando valores alternativos o antivalores, los cristianos parecemos estar ausentes y en muchos casos parapetados en la trinchera del miedo por el rechazo cada vez más creciente hacia todo tipo de expresiones religiosas. El temor al qué dirán y el sentimiento de vergüenza que padecemos los creyentes hoy en día son más alarmantes que toda la oposición que se pueda estar viviendo hacia el evangelio por parte del infierno entero. Cuando no, la pereza y la desidia que nos envuelven nos mantienen paralizados en nuestra supuesta misión de ganar a los perdidos para Cristo. 

Otra reflexión que surge ante nosotros, viendo la desmovilización existente es: ¿Será que nos hemos creado falsas expectativas acerca de la Gran Comisión? ¿O  será que nos hemos rendido demasiado pronto ante los nuevos baales  de turno que anestesian nuestra conciencia? La respuesta está en el mandato de Jesús a los suyos de ir y hacer discípulos a todas las naciones o de ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura.

Existen sectores que discuten o incluso cuestionan los llamamientos de rigor que se realizan en las diferentes campañas de evangelización alrededor del mundo. Otros nos hablan de posibles manipulaciones por parte de algunos pícaros, que de haberlos haylos igual que las meigas gallegas. Sin embargo, dejando aparte las diversas metodologías de evangelismo, yo soy de los que creen que todas las formas imaginables, bien sean directas o indirectas, son pertinentes; mientras sean esencialmente bíblicas, legales y respetuosas, aunque algunos de nuestros interlocutores se incomoden no tanto por la forma como por el fondo del mensaje en cuestión que en su pura esencia es irrenunciable. Me llama considerablemente la atención la desfachatez que emplea el nuevo ateísmo en sus ataques furibundos contra la fe judeocristiana y también la cara dura de otros para descalificar fácilmente al que no piensa como ellos. Si las tinieblas emplean tal insolencia y ese contumaz atrevimiento muchas veces grosero y maleducado para ridiculizar el glorioso mensaje del evangelio de nuestro Señor Jesucristo, los cristianos no debemos recatarnos en proclamar atrevidamente la salvación en Cristo Jesús siempre de manera amable y sencilla, a la vez que clara y persuasiva. 

Porque queridos amigos, hoy sigue siendo muy cierto que el reino de los cielos sufre violencia y los valientes lo arrebatan. El evangelismo personal, sin duda alguna, es el método más eficaz en cuanto a la forma de testificar a nuestros amigos y, por supuesto, también el valor del testimonio personal sigue siendo una expresión viviente del poder del evangelio en nuestra propia experiencia que es insustituible y poderosamente convincente para muchos de nuestros interlocutores.

Ahora más que nunca debemos emplear nuestras mejores destrezas como sembradores y también las habilidades necesarias como pescadores de almas, agudizando el ingenio y la sabiduría del Espíritu Santo para acercarnos adecuadamente a los diferentes perfiles humanos que nos encontramos por el camino de la vida y testificarles sin complejos y sin reparos del amor de Cristo hacia cada uno de ellos. 

Finalmente, solo cabría recordarnos cómo fuimos ganados cada uno de nosotros para Cristo y en qué circunstancias de nuestra vida se produjo el gran momento de nuestra propia conversión…

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - Testificando del evangelio ahora más que nunca