Juan Amador y la vertiente endógena del protestantismo mexicano

El aporte de Leopoldo Cervantes-Ortiz es de gran valor y contribuye a que la obra de Juan Amador no se pierda en el pasado, logrando que un muerto hable con los vivos.

30 DE ABRIL DE 2016 · 09:29

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El único modo en que nosotros, como historiadores, podemos llenar nuestra responsabilidad con los muertos es asegurarnos de que sus obras no se pierdan en el pasado –en otras palabras, levantarlas del cementerio de los contextos muertos y ayudarlas a tener nueva vida entre los vivos–. El mejor modo de respetar a los muertos es ayudarlos a hablar con los vivos.

David Harlan

El protestantismo enraizó en México porque hubo procesos internos que facilitaron su presencia y actores locales que se identificaron con la nueva propuesta religiosa. Desconocer esto ha llevado a explicar el origen y crecimiento protestante entre nosotros como resultado de las tareas misioneras de anglosajones avecindados en el país.

Abraham Téllez Aguilar, cuya tesis de 1989 fue presentada para obtener la licenciatura en historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (Proceso de introducción del protestantismo desde la Independencia hasta 1884), aportó un buen cúmulo de datos que respaldaron su interpretación sobre que el activismo de nacionales fue la vertiente principal para el asentamiento de la propuesta protestante en la nación mexicana. El punto medular de su trabajo, apunta Téllez Aguilar, “es la actividad de los pioneros, tanto extranjeros como mexicanos, antes de la llegada de las misiones; porque consideramos que son ellos, sobre todo los mexicanos quienes introducen y alientan el protestantismo en México” (p. 2).

Diez años después de la investigación de Abraham Téllez, otra tesis presentada igualmente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, para obtener el grado de maestro en Estudios Latinoamericanos por Daniel Kirk Crane (La formación de una Iglesia Nacional Mexicana, 1859-1872), se ocupó de seguirle la pista a los Padres Constitucionalistas. Estos fueron sacerdotes católico romanos que apoyaron la Constitución liberal de 1857, y se organizaron para crear un movimiento religioso alternativo al catolicismo conservador. Algunos de ellos serían personajes clave para el surgimiento de células protestantes entre 1864 y 1867. Este fue el caso de Manuel Aguilar Bermúdez.

El reciente volumen de Leopoldo Cervantes-Ortiz (Juan Amador, pionero del protestantismo mexicano, CUPSA-Ayuntamiento de Villa de Cos-CENPROMEX, 2015), se centra en estudiar a un liberal radical converso al protestantismo en Zacatecas. Amador (1817-1876), estuvo involucrado en lides libertarias como apoyar decididamente la Constitución de 1857, combatió a los conservadores, se opuso férreamente a la invasión francesa y al Imperio de Maximiliano, obtuvo el gado de coronel y fue presidente municipal de Villa de Cos entre 1861 y 1868. 

Para Juan Amador, lo demuestra muy bien el autor de la obra, era imprescindible quebrar el dominio político, económico y cultural de la Iglesia católica romana. Por ello se identificó decididamente con la Constitución liberal de 1857, lo que se comprueba en el discurso que dirigió al pueblo de Villa de Cos en “la solemnidad del juramento de la Constitución” el mismo año que fue promulgada. La pieza oratoria está incluida en los apéndices del libro.

Juan Amador, observa Cervantes-Ortiz, inicia su discurso con una referencia bíblica (Tito 3:1), porque “era un lector agudo de las Escrituras en clave política. El documento, aderezado con otras citas bíblicas (del profeta Miqueas y los Evangelios), no duda en calificar a la Constitución, en sus párrafos introductorios como ‘código santo’ [en el cual] ‘habéis visto consignados nuestros legítimos derechos, nuestras garantías individuales y los vínculos sagrados con que nuestra libertad se ha emancipado de la infame tutela de los déspotas y opresores’” (p. 28). En ese 1857, Amador “fue un promotor de las libertades laicas y, al mismo tiempo, un fervoroso anunciador de las verdades evangélicas, sin ser aún protestante en sentido estricto” (p. 30).

Al igual que Amador, los Padres Constitucionalistas hicieron una constante defensa de la Constitución impugnada por el conservadurismo mexicano. Juan Amador en Zacatecas y los Padres Constitucionalistas en la ciudad de México se identificaron con los postulados que dejaban abierta la posibilidad de que en el país hubiera expresiones públicas de otras confesiones religiosas y no solamente de la Iglesia católica romana. 

Diez años después de su discurso a favor de la Constitución de 1857, ya cercano al protestantismo, Juan Amador publica El despertador de los fanáticos. Extracto de los retratos de varios papas. Su crítica al sistema papal, resume Leopoldo Cervantes, la conforma “una larga revisión histórica del papado desde los inicios del cristianismo” y “es un ejercicio de análisis bíblico, teológico e histórico, notable por el énfasis moral con que se aborda el comportamiento de los obispos de Roma” (p. 35). El propio Amador afirma cuál es el fundamento de su crítica: “el Evangelio es el manantial de donde se derivan nuestras creencias religiosas, así que todo lo que de él se separe o se le oponga, es con la misma evidencia una falsedad y una mentira”. 

Sería el contacto e intercambio de ideas con protestantes de Villa de Cos y otros lugares fuera de Zacatecas, proceso bien documentado por Leopoldo Cervantes, lo que llevó a Juan Amador hacia las filas del protestantismo. El converso inicia en 1869, junto con otros, la publicación de La Antorcha Evangélica, primer periódico protestante del país, y es su director hasta 1873.  

Los esfuerzos y las acciones del grupo que se identificaba con el protestantismo en Villa de Cos recibieron impulso de fuera cuando comenzó a visitarlo Martín Westrup, del núcleo evangélico de Monterrey, Nuevo León. Westrup, a mediados de 1868, bautizó por aspersión (no obstante que era bautista) a más de treinta personas, todos varones, entre ellos Juan Amador y su hijo Elías (Tomás Martín Westrup, Principios: relato de la introducción del Evangelio en México. Escritos del protagonista principal en dicha obra (editados por su hijo Enrique Tomás Westrup), s/e, Monterrey, Nuevo León, 1948, p. 70).

En comunicado hecho publicar originalmente en Don Simón, de Fresnillo, y reproducido por El Siglo Diez y Nueve en la ciudad de México el 7 de marzo de 1869, casi cincuenta protestantes, entre ellos Juan Amador, su hijo Elías, Severo Cosío y Julio Mallet Prevost, dieron a conocer que en junio de 1868 “Tomás Westrup estableció en esta villa una congregación religiosa de cristianos evangélicos, que ha podido no sólo conservarse, sino aumentar su número a pesar de la encarnizada oposición del clero y el frenético despecho de los romanistas, que han puesto en juego cuantos medios reprobados les sugiere su malicia para lograr extinguirla”. Este grupo, junto con otros que se le agregaron, construyó un templo que fue inaugurado el 12 de junio de 1870, con el nombre de Iglesia Evangélica. Ese día la dedicación del lugar y la predicación las tuvo a su cargo Juan Amador. El perfil presbiteriano comenzó a tenerlo hacia finales de 1872, con la llegada del primer misionero estadunidense, Paul H. Pitkin. El núcleo liderado por Juan Amador se transformó en la Iglesia Presbiteriana El Sinaí.

En distintas partes de su obra, Leopoldo Cervantes-Ortiz critica, con justificada razón, la escasa producción historiográfica oficial, u oficiosa, presbiteriana que data los orígenes del presbiterianismo en México a la llegada de los misioneros estadunidenses. Una óptica semejante, reitera Leopoldo, ha marginado procesos y personajes nacionales previos al arribo misionero. Los datos apuntan hacia que los esforzados trabajos de nacionales, y algunos extranjeros que por su cuenta hicieron obra evangélica, fueron muy significativos para que sobre ellos se construyera el trabajo misionero foráneo.

El aporte de Leopoldo Cervantes-Ortiz es de gran valor. No solamente ha visibilizado a Juan Amador y su legado liberal y protestante en Villa de Cos, Zacatecas, sino que, como afirma David Harlan en la cita que encabeza este artículo, cumplió bien la responsabilidad del historiador: contribuir para que la obra de Juan Amador no se pierda en el pasado, y ha logrado que un muerto hable con los vivos. 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Juan Amador y la vertiente endógena del protestantismo mexicano