¿Por qué huimos de Dios?

La gran paradoja es que Dios nos persigue insistentemente con el incondicional amor de un Padre pródigo que nos espera con los brazos abiertos.

24 DE ABRIL DE 2016 · 14:40

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El libro de los Orígenes nos relata con gran simplicidad y con suma claridad la huída del hombre y de la mujer de la presencia de Dios después de la caída. Mientras estos trataban de esconderse en alguna parte, Dios llama a Adán y le dice ¿Dónde estás? y a partir de entonces se produce la verdadera desnudez del alma y la continua huida hacía adelante de toda la raza humana cual Adán, tal como nos describe el profeta Isaías “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino…”. Esta es una huida unipersonal y responsable.

En todos estos años he observado a diferentes tipos de personas, yo diría que a infinidad de ellas, y he podido darme cuenta que una inmensa mayoría huyen de Dios de mil maneras diferentes. Huyen de su influencia y en muchos casos huyen despavoridos confundiendo a este buen Dios con las rancias sombras de la religión organizada, siendo estas un burdo espejismo de la presencia de Dios. 

También son muchos los que huyen de un pasado desastroso, a estos sin duda les atormenta la idea de nuevos fracasos y prefieren huir en cualquier dirección que les produzca cierta tranquilidad y una necesaria estabilidad emocional. Muchas de estas personas, culpabilizan a Dios de sus desgracias personales y esta actitud bloquea muchas posibilidades de acercarse a Dios, por lo que prefieren huir en mil direcciones diferentes, ajenas completamente a la llamada divina.

Por otra parte son millones los que practican una completa indiferencia hacía el Todopoderoso, estos huyen en muchas direcciones manifestando su autosuficiencia y su repudio hacia esa pretendida Divinidad que según algunos se atribuye la autoría de todo lo existente. A lo largo de los años he podido comprobar como muchísimas personas desoyen la llamada del Señor cuando se les comparte el Evangelio de la salvación en Cristo Jesús. Al igual que muchos otros reniegan y declinan cuando se les invita abiertamente a tener un encuentro reconciliador con su Creador.

Pero también identificamos a un numeroso grupo de auténticos fugitivos del Señor; gente que tiene una percepción mucho más aguda que otros acerca de Dios pero que escapan cual ave fugaz, tratando constantemente de hacer oídos sordos a los frecuentes reclamos del Cielo hacía sus vidas.

Pero la gran paradoja es esta, que Dios nos persigue insistentemente con el incondicional amor de un Padre pródigo que nos espera con los brazos abiertos, mientras millares y millares de seres humanos siguen huyendo hacía multitud de destinos inciertos echando a perder sus preciosas y valiosas almas.

Huimos de Dios porque nos engañamos a nosotros mismos. Huimos de Dios porque nos hemos endiosado y también huimos de Dios porque hemos llegado a pensar que ya tendremos tiempo para pensar en El; mientras tanto podemos vivir la vida de cualquier manera sin ser censurados por un Dios que se nos presenta como alguien represivo que coarta nuestra pretendida libertad. Pero mi pregunta sigue sin contestarse ¿Por qué huimos de Dios? ¿Por qué huyes tú, querido amigo/a o quizás hermano/a de este buen Dios que tanto te ama?

La divina respuesta esta en Jesús, Él nos dice: Si alguno tiene sed venga a mí y beba. Beber de su Agua Viva aplaca la sed más profunda de nuestra alma. Jesús siempre nos invita a venir a Él, porque nos ama como nadie. ¡No huyas más querido lector, seas quien seas!, ven a Jesucristo y descansa en lugares de delicados pastos que este buen pastor tiene reservados para ti en este tiempo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - ¿Por qué huimos de Dios?