El amor, la manera de ser un colaborador

Nunca veremos a Dios hablar de amor sin demostrarlo de alguna forma.

31 DE ENERO DE 2016 · 12:45

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¿Preferiría un médico que le coja de la mano mientras se muere o uno que le ignore mientras mejora?” Dr. House

Esta frase define a uno de los personajes televisivos más carismáticos de lo que llevamos de siglo. Un medico que apasionado por resolver las misteriosas enfermedades pero que rechazaba cualquier contacto personal con sus pacientes. Ser tratado por el Dr. House era sinónimo de ser avergonzado, humillado, ignorado, pero al final del capítulo, en la mayoría de las ocasiones, ser salvado de una enfermedad mortal. Era la forma natural de actuar de este médico semana tras semana.

Todos tenemos una forma propia de hacer las cosas, que nos define. Una forma propia de comunicarnos, de organizarnos, de pensar, de enfadarnos y también de arreglarnos. Somos seres humanos y por lo cual diferentes los unos de los otros. Los más cercanos a nosotros son capaces de identificar estas que nos hacen seres únicos.

Los colaboradores de Dios también tienen una manera propia de comportarse, de ser. No es una manera original, porque no ha sido inventada por ellos mismo sino mandada por la persona que imitan.

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Mt. 22:37-39

Cuando nos planteamos ser colaboradores de Dios en la vida de otras personas, sea cual sea el contexto, la manera de hacerlo es con amor. Porque este amor es la manera de hacer las cosas de Dios. Es Su manera. Sin amor podemos regañar a alguien pero con amor lo corregimos, sin amor podemos enseñar historias bíblicas a un grupo de niños pero con amor los educamos en los caminos de Dios. Sin amor un joven puede seguir las órdenes de sus padres pero con amor se deja guiar por ellos. Este amor lo cambia todo.

Dios nos pide este amor porque forma parte de lo que Dios es (1 Jn. 4:7-9). Dios ama y lo demuestra. Cuando hablamos del amor de Dios queremos decir que eternamente Dios se da a otros. Se entrega por otras personas, lo merezcan o no. Esta definición entiende el amor como entrega de sí mismo para beneficio de otros.

Una característica de este amor de Dios es que el amor de Dios es un amor puesto en práctica, no es un amor teórico que se queda en palabras, Dios no sólo ama, sino que ama y por eso actúa. Nunca veremos a Dios hablar de amor sin demostrarlo de alguna forma, sea proveyendo salvación, liberando a su pueblo, proveyéndoles una tierra que fluye leche y miel, dándoles reyes buenos a pesar de no querer que Dios gobernara sobre ellos. Dios demuestra amor por cada una de las acciones que vemos escritas en la Biblia.

Otra característica del amor de Dios es que Dios ama antes de esperar ser amado. En la sociedad egoísta en laque vivimos el amor sólo sirve si es correspondido, si me aman amo, a las personas que no corresponden a mi amor no estoy obligadas amarlas, y aquí no hablo del amor romántico sino de las personas que nos rodean. Puedo amar yo primero, pero si los que me rodean no corresponden a mi amor tengo el derecho de protegerme, de que no me hagan daño, pero Dios no es así, sino que su amor es total. Este amor de Dios no es un amor condicional, no podemos hacer nada para activarlo o pararlo, da igual las veces que pequemos Dios siempre va a amarnos para tener la oportunidad de arrepentirnos. Esto es así porque el amor de Dios no nace de los sentimientos, sino de la decisión de amar. Esa es la razón por la que el amor de Dios nunca falla, porque Dios no me ama por lo que yo hago o dejo de hacer sino porque antes de la fundación del mundo, antes de mi existencia ya decidió en su corazón amarme.

Este es el tipo de amor que debemos tener nosotros. Esto es lo que diferencia el amor de Dios del resto de los amores. No amamos por los sentimientos que nuestros hermanos nos transmiten, sino que amamos porque tomamos la decisión en nuestra vida de amar a nuestros hermanos y da igual cual sea su actitud, porque mi amor por ellos no depende de lo que ellos hagan bien o mal sino dependerá de mi actitud hacia ellos.

De esta manera el amor de los hermanos que sirven en el tiempo de alabanza no dependerá de las muchas o pocas personas que asistan. Ni el amor con que enseñe una profesora dependerá del valor que los padres le dan a la escuela dominical. Sino que el amor es la manera natural con que desde un principio he decidido usar mi vida para colaborar en la obra de Dios en la vida de los que nos rodean.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Sed de Dios - El amor, la manera de ser un colaborador