La llave, de Febe Jordá

En esta novela, la protagonista es Dalila, la muchacha filistea que Sansón escogió por segunda esposa.

23 DE ENERO DE 2016 · 20:27

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Continúo con mi donoso escrutinio, intentando liberar algunos libros de la quema en una hipotética hoguera.

Hoy abro el día con La llave, un libro escrito por Febe Jordà y publicado por el Grupo Nelson (2008).

Ha sido interesante adentrarme en la trama de esta novela con anclaje bíblico, ya que utiliza el pasaje del libro de Jueces que menciona la historia de Sansón y Dalila. La escritora Febe Jordà desplegará todo su arte literario para ir llenando escenas y tiempos no conocidos por los lectores. En la novela, la protagonista es Dalila, la muchacha filistea que Sansón escogió por segunda esposa, pues como de cierto todos recordamos, la primera había sido otra joven filistea de Timnat. Antes de empezar, se me ocurrió releer el pasaje de Jueces que nos habla de estos personajes. Desde allí me traje a los dos, seres de carne y hueso como todos nosotros. Con sus luces y sus sombras.

Me atrevería a encuadrar el libro como novela con fondo histórico, donde la historia se narra en primera y tercera persona. Febe nos amplía (en la ficción, claro) el relato que se nos presenta en la Biblia, mostrándonos a los personajes en su día a día, con sus sentimientos, contradicciones; su lucha entre decantarse entre el bien y el mal, y las consecuencias de la toma de decisiones. Hoy la protagonista es Dalila, cuyo nombre significa "la que tiene la llave", tal como le repetía su madre: "Tú tienes la llave de tu vida, Dalila". Ella es la que nos va relatando su propia historia y en la que de pronto se inserta Sansón, quien  gobernó sobre Israel durante veinte años, y que había sido consagrado a Dios antes de nacer.

 

La llave, de Febe Jordá

En su libro, la autora le concede a Dalila una oportunidad, o por lo menos, es lo que he percibido. Nos describe a la niña que se va convirtiendo en una jovencita muy atractiva. Cargada de sueños, deseos de aprender, conocer otros mundos. Una joven confiada, inocente, que se cree todo lo que le dicen.  Que piensa que todos son sinceros en sus apreciaciones hacia su persona, y que el tiempo no pasa sino que todo lo que posee durará para siempre. Ya en sus tiernos años, a los seis, pierde a su madre, quien constituía un valiosos soporte en su pequeña vida.  Pronto tiene que hacerse cargo de cuidar a Numar, su hermano menor. Tiene una abuela que la apoyará mientras le quede un poco de aliento, ya que el padre está muy entregado con su profesión como militar y ansioso de colaborar con los dirigentes que buscan ampliar el poder sobre los pueblos vecinos; ella se da cuenta de lo que se cuece en su entorno y, como todo niño, se pregunta por qué no es posible la concordia, no entiende de rencillas y venganzas. Pero todo llega.

Quiero destacar que, en ciertos pasajes de la narración, Febe Jordà hace uso de una bella prosa poética para describir los paisajes, las estaciones, los sentires de los personajes... "Se intuía el canto de los pájaros y el sonido del viento al columpiar los árboles, pero lo que predominaba era el agua abriéndose paso después de caer en forma de lluvia toda la noche en lo alto de las montañas...".

A través de Dalila, Febe nos va mostrando las consecuencias que puede tener  la andadura de una joven sin la orientación pertinente. Dalila no conoce todavía las imperfecciones de un mundo caído. La verdad es que el libro me fue encadilando, pues presenta algo nuevo como es darle una oportunidad a la Dalila que siempre hemos conocido. Pienso que es lo que ha intentado la autora del libro en cuestión.  Refrescarnos acerca de las virtudes y debilidades del ser humano, y  reflexionar acerca de la única manera de salir airoso en la confrontación entre ellas.  

Dalila va creciendo y surgen los pretendientes. Su soledad y ansias de ternura la llevan a enamorarse y amar sin reservas. Pero no tardan en llegar los desengaños y las decepciones. El abandono de los supuestos enamorados, pues la ambición puede  más. Todos estaban obsesionados en acabar con el pueblo enemigo, y, sobre todo, con Sansón, aquel que, según decían, "no se puede controlar y que actúa según sus impulsos, haciéndose castigador sistemático de nuestro pueblo". Sansón, el que solito podía matar a miles de hombres. Todos se preguntaban cuáles eran los dioses que acompañaban a ese hombre... Era el ser más buscado y sujeto a traiciones y deslealtades, incluso desde las filas de sus propios hermanos israelitas.

Por su parte, Dalila constata que su padre y hermano, y todos aquellos a los que decidió amar, tenían sus propios intereses. Empieza a conocer la deslealtad, la falta de amor... En ella empieza a anidar la desconfianza, la amargura. Se vuelve más dura. Y en medio de ese cuadro, rescato la figura de esa abuela que a pesar de ya no poseer las fuerzas de antaño, resiste y lucha por los demás con esa actitud que tienen las mujeres valientes que se resisten a claudicar. Me recuerda a tantas abuelas de hoy que retardan su jubilación como madres, sustentadoras y consejeras para apoyar a los suyos en momentos de crisis.

Pero no puede con todo. No puede quitarle a Dalila las responsabilidades que ha tenido que heredar desde muy temprano, de velar por cubrir las necesidades de los suyos, lo cual no le ha permitido curar esa nostalgia perenne ocasionada por la pérdida irreparable de un ser querido. Tampoco tenía una aljaba llena de amigos. Apenas se le conoce una, Qala, pero que tendrá la valía de muchos. A ratos, intuyes que se sentía encadenada, que quiere volar, crear...

Y es esa soledad que la torturaba, ese ahogo que sentía la lleva a encariñarse incluso del enemigo número uno de los filisteos, Sansón. Aquel al que traicionará por esas ansias de poder de los dirigentes, que también la salpicarán a ella, porque la cercanía, si no estás inmunizada, propicia los contagios. La falta de paz la agobia; esa guerra constante entre pueblos vecinos. Decisiones de los gobernantes que atrapaban a los demás: al pueblo, a los soldados...

No obstante, Febe nos muestra que todos deben tener su oportunidad. No importa dónde hayas nacido, de qué color eres, tu genealogía, tu curriculum vitae... Dios ama de tal manera que su gracia está puesta en bandeja para todos los que decidan aceptarla. En el libro, no solo Sansón tiene esa última oportunidad de resarcirse. Dalila también. Percibo que el medio para tal suceso en la vida de ella es el propio Sansón, que se introduce en su vida, la ama a tal punto de desobedecer y contarle cuál era el secreto de su fuerza. Y vemos cómo para engañarlo ella le pide que le hable de su Dios, ése en el que él confiaba, aunque con fisuras. La misma Dalila se da cuenta de ello. Pero la fe viene por el oír, así que después de los sucesos que siguen, Sansón muriendo para salvar a su pueblo, perdonándola y salvándola a ella. Dalila se arrepiente, toma consciencia de que las monedas que había recibido a cambio, aun cuando la habían presionado con amenazas contra su padre y hermano, no le reportarían la paz que tanto necesitaba.

Como apreciamos, la autora nos presenta otro posible desenlace para la historia que se nos narra. No contradice los textos bíblicos, sino que parte de ellos y crea un final verosímil. Lo importante es que transmite a los lectores que todos pueden tener la ocasión de alcanzar la misericordia y la justicia de Dios. Dalila se arrepiente de su proceder y es perdonada por Sansón y por Dios. Se acoge bajo sus alas, tal como lo hicieron Rahab, o Rut.  Dos extranjeras. Dos prosélitas

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