Salomón y el detector de mentiras

I Reyes 3 :16-28, novelado

08 DE NOVIEMBRE DE 2015 · 11:40

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A la orden del rey el verdugo levanta su filosa espada. Sus ojos de hombre fiero y acostumbrado a ejecutar criminales se nublan por las lágrimas. Nunca había hecho antes lo que ahora le han ordenado hacer. Su espada cortante y sanguinaria había caído muchas veces con fuerza hercúlea sobre muchos criminales. Pero este caso era tan distinto.

Sobre una mesa de madera han colocado un recién nacido. Ha sido atado con cuerdas. Se retuerza y trata de cambiar de posición como si el pobre inocente presagiara lo que le van a hacer. Su cuerpecito es blanco; los deditos de manos y pies son perfectos. Su rostro parece una escultura de Miguel Ángel.

La orden ha sido dada y el ajusticiador sostiene su pesado instrumento listo a partir al niño en dos pedazos iguales. Esos brazos y piernas que se movían hacia todos lados en pocos segundos iban a ser inmovilizados para siempre.

Sobre el asiento judicial está sentado el rey. Su rostro es impenetrable. Parecería que no siente nada al dar la brutal orden. Los presentes hacen un gesto mostrando su estupor y horror. Algunos cierran los ojos.

Todo había comenzado la mañana anterior. Dos “mujeres de la vida” habían dado a luz con tres días de diferencia. Vivían bajo el mismo techo. Ni ellas sabían quien había sido el padre de esas criaturas. En esa casa había tan sólo una cama que las dos mujeres compartían. A la noche, mientras dormían, una de las madres sin darse cuenta asfixia con su cuerpo al recién nacido. Al despertarse nota que el niño no llora. Se da cuenta lo que ha pasado. El dolor brutal saca a luz sus tendencias más egoístas. Es como que hiciera resurgir sus instintos más crueles.

La vida con toda su dureza la ha enseñado a pensar rápido en una situación de crisis o de emergencia. Prontamente y sin que su compañera se dé cuenta cambia a su hijo muerto por el vivo. Cuando la otra se despierta advierte que “su hijo” no reacciona y empieza a llorar intensamente. Toma el cuerpo muerto del bebé y lo besa con todo cariño. Las lágrimas corren por el rostro de esta mujer que ha tenido muchos que le dijeron que la querían, pero esto solamente había sido por unas pocas horas. Ella sí amaba a ese niño a quien había acariciado tantas veces cuando estaba en su propio vientre. Quizás, por primera vez en su vida iba a amar a alguien puramente con todo su corazón.

Al mirarlo una vez más con sus ojos nublados por el torrente de su llanto se da cuenta que el bebé no tiene la “marquita” violácea arriba del ojo derecho. Una terrible sospecha cruza su mente. Su “compañera de trabajo” la consuela diciéndole que no se preocupe, que algún da a va a tener otro hijo.

La madre que ha sido engañada se acerca y observa al bebé que su “amiga” estrecha firmemente en sus brazos. Da un grito de dolor y furia como el ciervo que siente los dientes filosos del leopardo. ¡Se ha dado cuenta que le ha robado su hijo!

En vano grita, argumenta y explica. La ladrona, que es más fuerte que ella, ni le permite tocar su propio hijo.

Desesperada sale y hace saber a las autoridades lo que ha pasado. Van delante de un juez que no sabe que hacer. Las dos, vociferando a pleno pulmón, son llevadas a otro juez de más experiencia que tampoco sabe qué decidir.

No hay testigos para poder testificar. Por fin llegan al tribunal supremo que el mismo rey Salomón.

Pero regresemos a la sala de justicia. El verdugo sólo espera un gesto del rey para asestar el golpe brutal. El monarca ha ordenado que el cuerpo del niño se divida con una espada en dos partes iguales. A cada lado de la mesa donde reposa el bebé cada mujer grita lo mismo:

- ¡Es mío, es mío, es mío!

Los consejeros y los ministros han concurrido para ver como el rey resuelve el caso. La impostora ruge:

- Quiero mi parte, ¡que lo partan!

Su voz es fuerte y chillona. Sus ojos muestran dolor y odio.

A la verdadera madre , ya no le quedan lágrimas. Sus ojos expresan hondo dolor, pero en vez de odio muestra ternura. Toca por última vez el pequeño pie del bebé. Mira al rey con una mirada indescriptible y dice :

-¡Hay señor mío! Dad a ésta el niño vivo, no lo matéis” (v.26).

Insólitamente, sorprende a todos la inesperada reacción de la otra:

- Ni a mí, ni a ti; partidlo.

El rey ordena detener la ejecución. El recio soldado da un hondo suspiro y envaina su espada.

El monarca ahora dice:

- “Dad a aquélla el hijo vivo. No lo matéis, ella es su madre” (v.27)

La mujer toma al niño entre sus brazos, lo llena de besos y se va a su casa hablando sola por el camino: “Este, mi hijo, estaba muerto y ha vuelto a vivir” (Luc. 15:24).

 

La Historia Bíblica y nosotros.

Hace 2900 años que Salomón empleó una “maniobra” psicológica. La espada del ajusticiador actúa como un “detector de mentiras”.

De la misma manera que este instrumento puede sugerir quien está diciendo o no la verdad, la técnica que el sabio rey ha aplicado ha dado el mismo resultado.

Salomón ha escudriñado a estas dos mujeres y su veredicto es indudablemente correcto. El rey tiene conocimientos prácticos de psicología. Aún antes que la verdadera madre diga la frase “Dad a ésta el niño vivo” él ya ha visto en el rostro de esa mujer que ella tiene compasión y que está diciendo la verdad. Es la “falsa” madre quien se delata a sí misma. Sin saberlo, testifica en su contra delante de toda la concurrencia.

La determinación del rey para con el niño parecería algo estrafalario, sin sentido y despiadado.

El ser humano en los momentos de crisis y desesperación actúa a veces de una manera imprevisible. Pero quizás nos podemos preguntar como actuamos frente a la crisis, a lo inesperado, a la pérdida súbita.

Es interesante el principio que se observa. Hace 3 mil años aún los miembros de la sociedad que tienen vidas inmorales “tienen derecho a un justo juicio”. Esto es así aunque ello demande la atención de los dignatarios más altos del sistema judicial.

Mathew Henry dice: “Para encontrar la madre verdadera, él no podía intentar determinar a quien el bebé amaba más. Por lo tanto, el trata de encontrar quien es la que más ama al niño. Las dos pretendían afección al niño pero su sinceridad es probada cuando el niño está en peligro” (fin de cita).

Al verdugo le costó mucho conciliar el sueño esa noche después de esa experiencia imborrable en su mente.

Esta historia tan gráfica y casi brutal termina esplendorosamente. El amor y la verdad triunfan sobre el egoísmo y la mentira. Esta mujer que la vida (y/o su concupiscencia) la había llevado a está triste ocupación expresa un amor puro y profundo.

Al pasar de los años este bebé ha crecido y es un hombre maduro. El podría decir: Yo estoy en la familia que me ama porque mi rey tuvo sabiduría.

 

Notas al Margen

Salomón escribe mucho sobre el juicio en los Proverbios:

Repercusión a nivel nacional: “la Justicia engrandece la nación” (Prov.14:34)

Dificultades para hacerlo: “El testigo perverso se burla del juicio (Prov.19:18)

Importancia de hacerlo:“practicar la justicia y el derecho es mas aceptable al Señor que el sacrificio”. (Prov.21:3)

Remuneración espiritual: “le es alegría al justo practicar el derecho (Pr.21:15)

Favoritismo: “hacer acepción de personas en el juicio no es bueno” (Prov.24:23)

Consecuencias de estabilidad política: “el rey con el juicio afirma la tierra” (Prov. 23:4)

Va a ser universal: Dios traerá toda obra a Juicio (Ecl.12:14)

Notas Técnicas.

El detector de mentiras utiliza los registros de los cambios en varios elementos biológicos que se producen cuando alguien miente a diferencia de cuando alguien dice la verdad. (Presión arterial, pulso, respiración y conducción de la piel).

Es interesante que una de las óperas más famosas de Giuseppe Verdi (Il trovatore) tiene también como tema el intercambio de niños. Uno que muere y otro que vive.

Es muy probable que la justicia y sabiduría de Salomón le acompañara sólo durante el tiempo que el siguió los mandamientos del Señor. Hacia el final de su vida (murió a los 59 años) parecería que la situación cambió. Su propio hijo el príncipe Roboam lo describe como alguien que puso un yugo pesado sobre el pueblo y que lo castigó con látigos. (1 Rey.12:11). Es improbable actuar de esa manera y a la vez ser justo.

No se nos dice qué sucedió con la impostora. El mentir deliberadamente en un juicio es un delito grave. El resto de su vida lleva la triste carga de la muerte accidental de su hijo. Toda la ciudad sabía que era mentirosa y cruel.

Las armas que no llegaron a cumplir su nefasto propósito:

El cuchillo de Abraham (Gen.22:10)

La Espada del juicio de Salomón (1 Rey.3:24)

La espada de Herodes planeando ejecutar a Pedro (Hech 12:2,3)

La espada del carcelero de Filipos (Suicidio) “Sacando la espada se quería matar” (Hechos 16:27)

El arma que cumplió su propósito:

La espada que hirió al pastor: “¡Levántate espada, contra mi pastor y contra el hombre compañero mío, dice el Señor de los Ejércitos” (Zac.13:7)

Comparación con Juan 8: similitudes y contrastes

La ramera con el hijo vivo:

Era una ramera

Es traída a Salomón

Es juzgada

Peligro de perder su hijo

Una orden define la situación (v.25)

Salomón le hace justicia (v.27)

Resultado final: vida y alegría

La mujer adúltera:

Era adúltera

Es traída a Jesucristo

Es juzgada (v.4)

Peligro de perder su vida

Una pregunta define la situación (v.7)

Jesucristo le otorga el perdón (v.11)

Resultado final: vida y alegría

 

Liderazgo.

El líder tiene que poder discernir cuando hay un conflicto quien tiene la razón y quien no. Esto puede ser muy difícil. Si el líder voluntariamente tolera la injusticia se produce un efecto muy negativo en el equipo de trabajo. Se pone en tela de juicio si éste tiene en verdad las calificaciones morales para la función que trata de desempeñar. En general en una determinación o juicio tenemos la tendencia a favorecer la persona que nos gusta más, que tiene algo en común con nosotros o que coincide con nuestra filosofía. Sin embargo el juez justo tiene que mirar la situación por encima de todo esto.

Es muy probable que Salomón, que es una persona que conoce la naturaleza humana, ya sabe la respuesta de quien es la verdadera madre al escuchar sus palabras y ver el “lenguaje del cuerpo”. Sin embargo, la orden de dividir al niño en dos partes iguales sirve para que los presentes se den cuenta sin lugar a dudas, quien es la madre verdadera y quien la impostora.

El líder debe no solamente estar convencido a sí mismo al hacer un juicio que va a traer un cambio significativo, sino que tiene que poder presentar razones contundentes a su “equipo” como lo hizo Salomón.

Aquel que “es mas grande que Salomón” fue “probado muchas veces” y siempre demostró su sabiduría. Se le hicieron preguntas muy envenenadas que siempre el las respondió en forma admirable. (Ejemplo: ”¿ Es lícito dar tributo a César? Y su maravillosa respuesta: “Dad a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios” (Mat.22:17-21).

¿Qué es lo que la gente percibe en el líder? ¿Indiferencia; interés; espiritualidad; compasión? El rey vio la ternura de la madre verdadera.

Alguien dirá: - Yo nunca voy a tener la sabiduría de un Salomón. Es cierto que nadie tiene todo el conocimiento que es necesario para todas las situaciones de la vida. El creyente hoy tiene la guía del Espíritu Santo que mora en él y la promesa del Señor :“Si alguno le falta sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos con liberalidad y sin reprochar; y le será dada” (Stg.1:5).

 

Temas para maestros

La importancia de la sabiduría al hacer decisiones. ¿Cómo obtener sabiduría? (Stg. 1:5)

La mentira.

El testigo falso

 

Del libro LA LUCHA ENTRE LO BUENO Y LO MALO Dr. Roberto Estévez. Publicado por Editorial Mundo Hispano- Casa Bautista de Publicaciones.

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