Getsemaní y la personalidad de Jesús

Estructura y tectónica de la personalidad en el Nuevo Testamento (VII)

01 DE NOVIEMBRE DE 2015 · 13:45

Jardín de Getsemaní / Tripadvisor,
Jardín de Getsemaní / Tripadvisor

Decíamos la pasada semana que la estructura o tectónica de la Personalidad la tenemos apuntada en varios pasajes del Nuevo Testamento, pasajes que complementan lo revelado en el Antiguo.

Pero creo que para estudiar la estructura o tectónica de la personalidad no existe mejor metodología, desde el punto de vista teológico, que recurrir al ejemplo paradigmático por excelencia: es decir a la persona de Jesús de Nazaret.

Hay un momento excepcional en la vida del Maestro, cuando todos los estratos de su personalidad se manifiestan de una forma clara. Es un momento cristológico y soteriológico por antonomasia: Getsemaní.

Este momento histórico y kairótico, viene narrado en los evangelios sinópticos, que se complementan y nos dan una visión pan-existencialista del gran momento dramático del huerto de los olivos.

Así en el Evangelio de Mateo, encontramos: “Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse (gr. perilupos = rodeado de tristeza) gran manera.Jesús les dijo: mi alma está muy triste, hasta la muerte (gr.= tanatos); aquí y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mi esta copa; pero no sea como quiero, sino como tu. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido (lit.- tuvisteis fuerzas) conmigo una hora?.Velad y orad, para que entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto (gr.= animoso),pero la carne es débil.”

La petición al Padre la realiza por tres veces y al final termina diciendo si no puede pasar esta copa sin que yo la beba hágase tu voluntad.

En este segundo evangelio sinóptico, desde mi punto de vista, se explicita claramente lo que acontece en la persona de Jesús de Nazaret a nivel somático, psíquico y pneumático.

En esta experiencia tanática y salvífica de Getsemaní se ve como el drama soteriológico que se está deviniendo, repercute sobre su cuerpo (gr- soma), sobre su alma (gr.= psique) y sobre su espíritu (gr.= pneuma).

La angustia generada en la esfera de su intimidad, es la responsable de la tristeza que vivencia a nivel anímico y de las alteraciones somáticas que ocurren en su cuerpo.

Para entender lo que le sucede a nivel somático (corporal) tenemos la ayuda de la descripción que de sus trastornos nos hace el médico-evangelista Lucas: “y estando en agonía (gr.= lucha) mas intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lc. 22:44.).

Para que un ser humano sufra una extravasación de los elementos (en este caso hematíes o glóbulos rojos) formes de la sangre, por la vasodilatación de los vasos capilares dérmicos, el sufrimiento tiene que ser tan intenso y profundo que no disponemos de términos verbales adecuados que nos aproximen a su realidad más álgida y dramática.

La verdadera razón de estos trastornos está en la angustia de muerte que Jesús está experimentando y que conmueve todo su ser psicosomático.

Es el autor de la carta a los hebreos quién realiza la mejor y más excelsa exégesis para que de tal experiencia agónica podemos tomar conciencia: “Y Cristo (gr.= el que)en los días de su carne ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas (–gritos y entre lágrimas– según la magnífica traducción del teólogo alemán Oscar Cullmann) al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.

Y aunque era Hijo por lo que padeció aprendió la obediencia, y habiendo sido perfeccionado(e un término griego que significa realización, madurez), vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” Heb. 5:7-9.

Vemos, pues, como los diversos estratos de la persona de Jesús de Nazaret registran las alteraciones que conmocionan todo su ser.

A pesar de todo el sufrimiento desestructurador, de toda su persona, su espíritu permanece firme y dispuesto a llevar adelante la misión salvífica y soteriológica de reconciliar todas las cosas con Dios.

Su muerte y su resurrección traerían la posibilidad de que un día se produzca la pneumatización de la materia, finalidad última de la Historia de la Salvación.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cohelet - Getsemaní y la personalidad de Jesús