Juan Simarro: Ser cristiano es vivir en compromiso
No se hace una auténtica lectura de la Biblia en clave de solidaridad, en clave de ese escándalo de la humanidad que es la pobreza en el mundo. Sin embargo, esas claves son centrales en la Biblia.
17 DE OCTUBRE DE 2015 · 21:28
Hoy, desde P+D, entrevistamos a Juan Simarro Fernández, Presidente de Misión Evangélica Urbana de Madrid. Abordamos el tema de los refugiados, los inmigrantes, la labor de Misión Urbana, y, sobre todo, recordado que el Evangelio es integral, la misión que nos dejó Jesús es integral, y debe atender las necesidades del hombre respecto a Dios, pero también sus necesidades de alimento, salud física y mental, amor, relaciones, techo, dignidad...
Pregunta.- ¿Cuál el balance después de treinta años de labor a través de Misión Urbana?
Respuesta.- El balance ha sido altamente positivo, pues lo más importante es que nos hemos ganado la confianza de las iglesias en el ámbito interdenominacional y de muchas familias y personas que reciben nuestra información y que están orando por nosotros y a nuestro lado compartiendo, orando y ayudando. Hemos trabajado, lógicamente, el ámbito de la pobreza urbana intentando reducir la miseria en las grandes ciudades y llevar ayuda a tantas y tantas familias como se mueven en exclusión o en dificultad social en medio de las grandes urbes, en este caso la ciudad de Madrid. Hemos trabajado, por tanto, en los focos de pobreza urbana, pero también hemos dedicado muchos esfuerzos a la infancia, no sólo con nuestro Programa Da Vida, que ha atendido a miles de bebés y a sus madres, sino que hemos trabajado con otros niños ya mayores en campamentos, fiestas, entrega de regalos… y lo más importante: hemos trabajado la concienciación social, la difusión del trabajo social evangélico que ha dado lugar a que Misión Urbana pueda decir que hoy hay muchas iglesias y entidades que hacen obra social siguiendo el ejemplo de la Misión. También, a causa de la promoción de la obra social de la Misión de Madrid, además del nacimiento de otras Asociaciones evangélicas, se ha dado lugar al nacimiento de las Misiones Urbanas de España, otras Misiones que surgen del compromiso que asumimos en estos trabajos de promoción de la obra social evangélica y de crear nuevo tejido social evangélico. Entre todas hemos dado un ejemplo fuerte de solidaridad cristiana en los ámbitos de pobreza.
P.- ¿Os habéis sentido apoyados por el entorno evangélico? ¿Por la sociedad en general?
R.- Yo diría que, fundamentalmente, nos hemos sentido apoyados por el entorno evangélico. Misión Urbana es una Federación de Iglesias y en el centro de su teología y de su trabajo ha estado siempre la iglesia local, entendiendo por iglesia local todas las iglesias que hay en una misma ciudad. El gran milagro de la Misión es que ha sido una ONG sostenida casi en su totalidad por fondos evangélicos. De estos fondos se han pagado todos los gastos de sus obreros, se han comprado locales y acondicionado otros como el de Da Vida que, aunque es propiedad de la Comunidad de Madrid, nos lo entregaron en “bruto” y hubo que hacer grandes gastos. También con estos fondos se ha llevado a cabo el sostenimiento de sus centros y de toda su actividad social con múltiples programas de ayuda en todos los sentidos. Estamos agradecidos al pueblo evangélico español. Es verdad que hemos tenido otras ayudas sociales, pero que representan un porcentaje muy pequeño en relación con la ayuda evangélica que hemos recibido.
P.- Últimamente las noticias nos muestran un éxodo dramático de refugiados sirios, palestinos, ucranianos, etc., ¿no le parece que cada vez más todos estos dramas humanos no nos sensibilizan ni nos llaman a actuar? ¿Cuál su opinión sobre la forma de dar respuesta a esta problemática desde Europa?
R.- El tema de los refugiados y el de los inmigrantes extranjeros en general siempre ha preocupado mucho a la Misión. Nombro también a los inmigrantes económicos en general, porque si es verdad que unos, los refugiados, huyen del fantasma de la violencia y de las guerras, también es verdad que los inmigrantes económicos huyen del fantasma del hambre. No debemos hacer grandes distinciones entre unos y otros, aunque entiendo que la sociedad se haya sensibilizado muy especialmente en estos días con el tema de los refugiados. Es verdad que cada vez estos dramas humanos en torno a los refugiados y migrantes en general nos “acostumbran” y nos da un poco vergüenza de sentirnos interpelados directamente y tendemos a mirar hacia otro lado cayendo en el pecado de omisión. Nunca debemos ser sordos al grito de los refugiados, al grito de los migrantes que huyen con el fantasma de la violencia o del hambre pegados a sus talones. Tiene que saltar en nosotros, los cristianos, tanto el sentido de la compasión como el sentido de la búsqueda de justicia. No debemos permitir nunca que nuestro sentido de la compasión se apague por acostumbrarnos a tantas noticias que, al ser de forma continuada, pueden mal acostumbrarnos rutinariamente y adormecer nuestra capacidad solidaria. En cuanto a Europa, desde luego que se podría hacer mucho más, pero hay demasiados miedos y demasiadas comodidades. El egoísmo y la comodidad hacen que se limite mucho la apertura de las puertas de Europa.
P.- ¿Por qué muchas veces hacemos oídos sordos ante el clamor de los menesterosos si en la Biblia hay una retahíla de recomendaciones acerca del trato que debía y debe dar su pueblo a los extranjeros, al huérfano, a la viuda...? ¿Deberíamos los cristianos dar ejemplo y animar a la sociedad, gobiernos y organizaciones a trabajar por la justicia y los valores del Reino?
R.- Ese ya es un clamor bíblico, un clamor profético ante el que Dios se queja y le lleva a cerrar sus oídos ante nuestros rituales y a rechazar tanto nuestro culto como nuestra ofrenda. Es difícil comprender cómo teniendo los ejemplos proféticos y las propias palabras de Jesús como las de Mateo 25, en donde nos dice que fue extranjero y lo rechazamos llegando a un juicio condenatorio, no nos hemos sensibilizado en torno al tema de que nuestro compromiso con los marginados, los pobres, las viudas y los extranjeros. Estas insolidaridades condicionan nuestro culto. Sin hacer justicia y sin amar al prójimo tendiéndole una mano de ayuda es imposible cualquier tipo de ritual. Si nos hacemos los sordos ante el grito del sufriente, Dios se hará el sordo ante nuestros rituales. Basta leer a los profetas para comprobar lo que aquí afirmamos. También es difícil entender cómo teniendo los valores del Reino de los Cielos que irrumpe en nuestra historia con la venida de Jesús al mundo, aún no nos hayamos dado cuenta de nuestra responsabilidad ante estos temas. Deberíamos ser ejemplo a la sociedad y evangelizar la cultura con todos esos valores que consideran a los últimos como a los primeros y nos sensibilizan y responsabilizan ante la tragedia del prójimo ante el cual no podemos pasar de largo. Esto produce la muerte espiritual.
P.- Dios protegió a los extranjeros y refugiados, un ejemplo lo encontramos en el libro de Rut. Incluso el mismísimo Jesús, cuando niño, junto a sus padres llegó a Egipto como un refugiado más que huía de la persecución, de la intolerancia... ¿Por qué estos ejemplos no nos animan a actuar?
R.- Muchos saben lo que yo me he esforzado en mis escritos en mostrar estos temas. He hecho un énfasis multitud de veces en el Jesús migrante o en el Jesús refugiado. No obstante, parece que no llegamos a ser conscientes de ello o, en su caso, en la iglesia se predica muy poco sobre este tema tan singular e importante. Yo recuerdo que, trabajando en un taller intercultural con usuarios de la Misión, hablé de este tema. Me extrañé de que algunos de los extranjeros de Latinoamérica que me escuchaban casi lloraban diciendo que ellos nunca habían oído hablar de esto en la iglesia. Les emocionó mucho y se sensibilizaron grandemente ante esta temática. La conclusión que yo saqué es que deberíamos sacar más este tema en nuestras congregaciones. Quizás los pastores y líderes tienen en esto una fuerte responsabilidad. Quizás no nos fijamos mucho en los ejemplos bíblicos que nombras porque la iglesia hoy está más pendiente del ritual, de la alabanza y de la búsqueda del gozo, que de sus responsabilidades para con el prójimo. Como si Jesús no nos hubiera dicho que el amor a Dios y el amor al prójimo están en relación de semejanza. No saben que si no cumplen con el mandato de projimidad que nos deja Jesús, no es posible tampoco la auténtica alabanza (leer Isaías capítulo 1). No debemos buscar un gozo insolidario si no nos motiva a la ayuda al prójimo en necesidad, en este caso los colectivos migrantes y sus muchas dificultades. Tenemos que trabajar más en nuestras iglesias el tema de la solidaridad, el amor y el compromiso con el prójimo en necesidad. Si no, es imposible que se dé la auténtica relación con Dios.
P.- ¿Debemos los cristianos apoyar los programas elaborados por los gobiernos y organizaciones que se dedican a velar por los desprotegidos del mundo? Ya sé que muchos tienen sus deficiencias...
R.- Si son programas gubernamentales que, realmente, se dedican a velar por los desprotegidos del mundo, claro que deberíamos apoyarlos al igual que debemos apoyar los Derechos Humanos. Lo que pasa es que la iglesia y los creyentes, si realmente seguimos al Maestro, deberíamos ir a la vanguardia y deberíamos estar demandando de los gobiernos el aumento de estas ayudas a los más débiles del mundo. No obstante la iglesia tiene que dar ejemplo, usar sus propios fondos, sus esfuerzos, voz y denuncia como testimonio de su fe al mundo. Yo creo que los esfuerzos de los cristianos no llegan a los niveles a los que deberían llegar en la defensa de los débiles. Parece que hoy no se hace una auténtica lectura de la Biblia en clave de solidaridad, en clave de ese escándalo de la humanidad que es la pobreza en el mundo. Sin embargo, esas claves son centrales en la Biblia. Se necesita trabajar en una pastoral del migrante, del refugiado, del pobre. Si no, quizás es que no hayamos entendido las Sagradas Escrituras en sus mensajes en torno al prójimo desprotegido.
P.- ¿Entonces, podemos ser ejemplo y ser una buena influencia?
R.- No solamente que podemos, sino que debemos. Debemos evangelizar la cultura, sus valores y no vivir los valores antibíblicos tan cercanos a los que no tienen esperanza. Se necesita un cambio de valores, un cambio de mente. Eso solamente pueden conseguirlo aquellos que conocen los valores del Reino que nos dejó Jesús, los valores bíblicos. La Biblia nos llama a ser el fermento y la luz que el mundo necesita… y esto no se puede hacer de espaldas al grito de los excluidos, de los pobres, de los migrantes tanto refugiados como por problemáticas económicas o sociales. Ser cristiano es vivir en compromiso. Vivir la espiritualidad cristiana es estar siempre mirando al Señor y dependiendo de él, mientras que miramos al prójimo en sus necesidades. Debemos ser manos tendidas de ayuda intentando ser también los pies de Jesús que se mueven en medio de un mundo de dolor.
P.- ¿Qué opina acerca de la implicación de los evangélicos en todo este drama de los refugiados? Más de la mitad son niños...
R.- El hecho de que más de la mitad de los refugiados que deambulan por el mundo sean niños, nos debería llevar de nuevo al tema del Jesús refugiado o del Jesús migrante. Quizás los evangélicos estamos poco acostumbrados a la acogida, al darnos al prójimo en necesidad. Habría que leer más Isaías 58. Cuando veo a sectores laicos, de la sociedad civil, ofreciendo sus casas y animando a la ayuda, me da un poco de miedo comparar con los sectores de las familias evangélicas. Quizás también haya muchos que tienen espacios muy limitados en casas pequeñas, pero los que pueden deberían estar más dispuestos a la acogida. Espero que las ONG evangélicas puedan ser cauces de ayuda, pero creo que la iglesia debería serlo también al igual que las familias evangélicas. Sé que es un tema complicado el de la acogida. Quizás es que tampoco haya muchas familias acomodadas y con casas ampliasen nuestros ámbitos evangélicos para lanzarse a un ofrecimiento de acogida, pero tenemos que buscar los caminos de ayuda, de solidaridad cristiana para con los que sufren. Dios quiera que, poco a poco, vayamos encontrándolos y que se conozcan también a las familias evangélicas por su solidaridad y amor cristiano para con el prójimo, por su capacidad de acogida.
P.- Acaban de aprobarse los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible. ¿Cuál su opinión sobre este tema? ¿Seguirán los evangélicos apoyando este proyecto como se hizo con los anteriores Objetivos de Desarrollo del Milenio?
R.- Para que los evangélicos puedan apoyar estos proyectos y trabajar por estos objetivos, se necesitaría mucha más información en nuestras congregaciones, más concienciación y sensibilización social. Yo creo que el pueblo evangélico es solidario pero que le faltan líneas de concienciación cristiana en estas áreas. Quizás desde foros evangélicos se debería concienciar más, desde nuestros seminarios, nuestras ONG, nuestras denominaciones. Se necesita más concienciación, sensibilización, información… porque el pueblo evangélico es solidario y sin duda si encuentra los cauces evangélicos adecuados va a ejercer esa solidaridad y acabará apoyando los objetivos del desarrollo sostenible.
P.- Para finalizar... Cuáles las necesidades y los retos a los que os estáis enfrentando en Misión Urbana.
R.- La Misión Evangélica Urbana de Madrid está enfrentada a grandes retos y grandes cambios en el futuro próximo. Después de tantos años de trabajo, vemos que ha pasado el tiempo tanto para obreros como para los cargos directivos a pesar de que, excepto yo mismo, hemos tenido renovaciones continuas. Creo que en tres años debemos tener tanto nuevos equipos directivos como nuevos profesionales del trabajo o de la educación social. Todo un cambio que debemos ir afrontando con la tranquilidad que nos da la confianza en el Señor.
En cuanto al trabajo social con las personas en exclusión, pobreza o dificultad social también habrá que ir aceptando nuevos retos. Uno nos viene ahora en torno a los refugiados, ver la forma en la que nosotros podemos aportar salidas y ayudas como ONG evangélica. Todo va a depender mucho de la visión que tengan los nuevos directivos y nuevos profesionales de la Misión.
En cuanto a las necesidades, un reto grande es mantener con eficacia y efectividad nuestro Servicio Da Vida que implica mucho gasto en leche y otros alimentos infantiles, pañales, ropa infantil, etc. Con la crisis hemos perdido capacidad económica y esperamos que podamos ir ganándola gracias a la solidaridad del pueblo evangélico.
Nos enfrentamos también al reto de la promoción y sensibilización social que yo he hecho con mis viajes a lo largo y ancho de España y que van a cesar. De hecho ya han disminuido muy sensiblemente. El reto de la promoción y sensibilización, así como la promoción de la obra social y búsqueda de nuevos donantes, implica también el trabajar los medios de comunicación, el escribir y relacionarse con todas las iglesias e instituciones evangélicas. Hasta ahora no hemos encontrado la persona que pueda asumir esa función que yo dejaré. No obstante, nosotros tenemos que decir que Dios proveerá. Si Él hasta aquí nos ha acompañado, estamos seguros de que lo seguirá haciendo. Por tanto quedamos confiados en su gracia y en su misericordia. Él irá dando la sabiduría a los que nos sucedan. Así ocurre en todos los ámbitos de la vida. También en las ONG evangélicas. También en la Misión Evangélica Urbana de Madrid a la que deseamos un feliz XXX Aniversario.
Finaliza la entrevista. Muchas gracias, Juan Simarro, por este recordatorio sobre el tema de los refugiados e inmigrantes. Enhorabuena por el treinta aniversario de Misión Urbana, y que Dios os siga dirigiendo en esta tarea de atender las demandas del prójimo necesitado.
Os sugerimos la lectura de algunos de sus libros: Diaconía o las Obras de la Fe; Jesús, Evangelio de Dios a los pobres; Desde el corazón de la ciudad (CLIE); Cristianos ante la pobreza (CLIE); Inmigrantes: el multiforme rostro de Dios (CEM). Hace poco publicó su primera novela: Mundos rotos.
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