Simpáticos, antipáticos ¿o empáticos?

El tema del Evangelio de Jesucristo no está centrado en la simpatía o la antipatía sino la empatía. 

13 DE SEPTIEMBRE DE 2015 · 16:30

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Simpáticos, antipáticos ¿o empáticos?

 Debido a la gran diversidad social que se da cita en las ciudades, a menudo nos encontramos con personas que despiertan en nosotros sentimientos bien definidos.

La forma de hablar, de mirar, de caminar o de vestir nos causa una sensación momentánea o perdurable, según sea la fuerza con que nos impacte. Intuimos que con unas podríamos entendernos mejor que con otras.

Para congeniar hay personas que utilizan ciertos mecanismos para ‘romper el hielo’. Otras, exageran su manera de socializar con actitudes histriónicas1. Las hay, por el contrario, que viven encerradas en su interioridad, las que se abroquelan en un castillo defensivo que las vuelve inexpugnables a cualquier intento de aproximación.

Al andar las calles céntricas inmersos en la marea humana que nos rodea a veces sentimos que somos parte de una realidad que ignoramos o que nos ignora.

Para convivir de manera placentera tendemos a caer en el simplismo de ver a los demás como simpáticos o antipáticos, según nos caigan bien o mal. Los demás lo hacen también con nosotros. Nos brindamos a unos, evitamos a otros.

 

¿Qué nos dice Don Diccionario?

Simpatía. Nombre femenino

1. Sentimiento, generalmente instintivo, de afecto o inclinación hacia una persona o hacia su actitud o comportamiento, que provoca encontrar agradable su presencia, desear que las cosas le salgan bien, etc. Ejemplos:

"trató de ganar la simpatía de los espectadores; les tengo simpatía a todos ellos; nunca había sentido por ella la menor simpatía"

2. Manera de ser y actuar de una persona que la hacen atractiva y agradable a las demás.

 

Antipatía. Nombre femenino

1. Sentimiento, generalmente instintivo, de repulsa o rechazo hacia una persona o hacia su actitud o comportamiento, que provoca encontrar desagradable su presencia, no desear que las cosas le salgan bien, etc. Ejemplos:

"sentía una profunda antipatía por los que la habían juzgado sin conocerla; este hecho le ha valido la antipatía de los seguidores; ¿no has notado la antipatía que nos tiene?"

2. Manera de ser y actuar de una persona que la hacen desagradable a las demás. Ejemplo:

"su mayor defecto es su antipatía"

 

Aclarados los dos conceptos, podemos afirmar que los demás nos ven en uno de los dos grupos; y esto, independientemente de cómo nos veamos a nosotros mismos.

 

¿En cuál grupo entramos los ‘cristianos’?

La tentación es responder: ¡En el primero! Pues ¿quién quiere ser tildado de antipático?

En el lugar de culto –al que llamamos ‘la iglesia’- se reúnen personas que calificamos como simpáticas o antipáticas.

La ‘casa de Dios’ como algunos llaman al edificio, en las pocas horas semanales que cobija a la familia de Dios se convierte en el sitio donde la simpatía pareciera ser la regla de oro. ¿Quién no quiere ser considerado simpático, simpática? Quien tenga simpatía lidera; y muy probablemente llegará a ocupar ‘altos cargos’ dentro de la comunidad (salvo, eso sí, el de tesorero).

¡Cómo duele cuando desde varios sitios nos llega el rumor que somos antipáticos!

Estudiando el Evangelio, podemos asegurar que, a la hora de hablar la verdad, al Señor Jesucristo y a sus Apóstoles esto de los sentimientos de simpatía o antipatía no les pesaba en absoluto.

El Mensaje de Redención se diferencia de nuestros pensamientos en que trae el pensamiento de Dios al pecador. Ya el profeta nos lo advertía desde el AT:

Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”.2

El Evangelio cumple la profecía al pie de la letra por el Espíritu que la envió. Nadie puede escapar del castigo divino por más simpático que sea con los demás; pues Dios no hace acepción de personas; todos somos igual de pecadores ante Él:

Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” 3

 

El Evangelio de las Buenas Nuevas es empático.

Trato a menudo con personas de buena voluntad que se debaten en medio de fuertes pensamientos de duda y temor. Confiesan que por más que ayudan a los demás nunca reciben palabras de gratitud. Posiblemente en más de una oportunidad esto también nos pase a nosotros. Nos cae mal la ausencia de un gesto de gratitud de parte de los otros.

La clave del Plan de Redención es que Dios al derramar su amor no esperó de nosotros un gesto de simpatía hacia Él, y mucho menos estar libres de pecado para entonces amarnos. Claramente lo pone así el apóstol Pablo:

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” 4

Es aquí donde encontramos la puerta a la libertad plena. Si reconocemos que estamos perdidos, que no hay manera de salvarnos del naufragio total, y que el amor de Dios es suficiente para nuestras aspiraciones, no hemos de necesitar seguir buscando por dónde encaminar nuestros pasos para liberarnos de la mochila de la culpa y el dolor.

En esto se aprecia el amor de Dios, en que Él fue empático con nosotros.

La empatía5 de Dios por la situación del pecador y la pecadora consiste en que Él ‘se puso en nuestros zapatos’ al enviarnos a su Hijo. Sabía que no podríamos salvarnos por nuestros propios medios y que nos hundiríamos en el mar del pecado sin remedio.

Él sabe que no estamos en condiciones para nadar hasta la orilla salvadora.

Por esta razón puso a Jesucristo, el hombre perfecto, en el altar del sacrificio supremo como precio que cubra nuestra deuda eterna con Él. La Biblia llama a esto ‘justificación’.

Dios perdona nuestra deuda gracias al sacrificio voluntario de Jesucristo.

 

Ponernos en lugar del ‘otro’ u ‘otra’

Un proverbio indio dice: “Te presto mis zapatos para que andes un rato con ellos”.

Solo cuando nos ponemos en lugar de los demás podemos comprender mejor la situación por la que esa persona está atravesando. Dios ha hecho por nosotros lo mismo visitándonos en la tierra en la persona de Jesús de Nazaret 6.

La Buena Noticia se disfruta y comprende a medida que permitimos al Espíritu el guiarnos a la verdad. Hemos sido alcanzados por la gracia inmerecida de Dios para ponemos en los zapatos de otros que pasan por necesidad.

¿Cómo se hace esto? Jesús enseña el camino de la empatía:

Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto.

Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.”

 

Ser ‘agentes de cambio’ es justamente eso: cambiar nosotros primero, teniendo conductas generosas hacia los demás, por amor a Jesucristo.

Pidamos en oración, cada día, el ser los primeros en hacer algo por otros, sin esperar nada a cambio.

Aunque sea por un rato, pongámonos hoy en los zapatos de alguien.

 

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Notas

La ilustración es más que didáctica: nos hace pensar a los varones que ponernos en el lugar de las mujeres es tan difícil como calzarnos sus zapatos; ni hablar de hacer el intento de andar con ellos. Esto va más allá de lo simbólico. Ser empático con una mujer no requiere cambiar el género masculino por el femenino; implica un cambio de actitud hacia ella, considerarla igual (o superior) a nosotros mismos. No siendo hipócritas que buscan de ella solo aquello que satisfaga nuestro ego. Es estar siempre a tiro; en especial cuando más necesita de nosotros. Y esto, hacerlo con todos, con independencia de género, situación social, racial o religiosa.

01. Histrionismo. Nombre masculino 1. Exageración y afectación en la manera de expresarse de una persona. Ejemplo: "sobraron quizá un histrionismo falsote y un lagrimeo mal entendidos" 2. Oficio de histrión.

02. Isaías 55:8,9.

03. Romanos 3:22b, 23. Ver también: Deuteronomio 10:17; Lucas 20:21; Hechos 10:34; Romanos 2:11; Gálatas 2:6; Efesios 6:9; Colosenses 3:25; Santiago 2:1,9; 1ª Pedro 1:17.

04. Romanos 5:8; ver también 1ª Juan 4:9

05. Empatía: nombre femenino. Participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona.

"la película rechaza los escenarios que pudieran ofrecer comodidad, alivio o cualquier tipo de empatía; en el 90% de las personas sometidas al tratamiento (y en dos de las que recibieron el placebo, quizá por empatía) se produjeron los efectos esperados"

06. Juan 3:16.

07. Lucas 6:31-38. Negritas del autor para enfatizar. 

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