Hace 14 años

De nuevo se bendicen los cañones. De nuevo los clérigos “santifican” las bayonetas del poder humano.

06 DE SEPTIEMBRE DE 2015 · 11:20

Un edificio de Belgrado, bombardeado por la OTAN. Foto: Oscar Cuadrado (Flickr,CC),Belgrado bombardeo OTAN
Un edificio de Belgrado, bombardeado por la OTAN. Foto: Oscar Cuadrado (Flickr,CC)

Por las fechas, tengo que dejar a Antonio del Corro con su explicación de la salvación por medio del ejemplo de un injerto, y ponerles unas notas que me parecen de interés. Las escribí como nota pastoral el 21 de septiembre de 2001, al poco del 11. La encontré en una limpia de papeles, y vuelvo a escribirla copiada, pues estaba impresa.

La referencia que tengo presente inmediata a los acontecimientos es la actuación de la OTAN contra la República Federal de Yugoslavia, en la que durante diez semanas, 24 marzo-10 junio, de 1999, sin autorización de la ONU, se bombardeó por la mayor potencia militar, a un Estado reconocido, sin declararle la guerra siquiera. Luego quisieron vender la infamia como “intervención humanitaria” o “injerencia humanitaria”. Nada; simple uso de la fuerza para “forzar un arreglo político”. La quiebra absoluta del derecho internacional. Quien tiene armas, y las puede usar, tiene el derecho. Los terroristas, los dictadores, etc., son malos si no sirven de soporte a la potencia militar de turno, si son su soporte en su estrategia, entonces son gobernantes en sus Estados, a los que se debe respetar su independencia; si son grupos armados, entonces son luchadores por la libertad. La infamia internacional; la nueva ética (aunque es algo antigua, ya la Antigua la puso en manos de los suyos) internacional; el nuevo orden internacional. La democracia y el derecho a bombazos; de estos bombazos vienen los actuales cascotes.

La OTAN, que no podía intervenir si no es en defensa de un Estado miembro, atacó por el aire, tal vez por eso de las potencias del aire, demoniacas, y probó sus armas tan costosas. Ya vendría luego la excusa, y la justificación. Dirigida por los Estados Unidos, con Solana al frente, destruyeron la libertad social, todo aquello en lo que se sustenta el derecho internacional. Lo que viene luego es cuestión de tiempo, hasta hoy.

Les copio aquella posición pastoral.

Tu justicia es justicia eterna, y tu ley la verdad (Salmo 119:142)

“Los súbditos ignorantes y engañados, cuando rinden homenaje a la bestia, lo hacen realmente al diablo –de quien deriva su poder-. A tal degradación se reduce el hombre por la obediencia ciega a un poder despótico, sea civil o religioso. ¡El hombre se gloría en las cadenas que lo atan! Y esta es la condición real y voluntaria de la mayoría del cristianismo en nuestra hora presente

…Si no puede devorar como león rugiente, trabajará para engañar y seducir como serpiente astuta. Por tanto, debemos mirar a las ‘herejías destructoras’ que prevalecerán, acompañadas de conmociones sociales e inmoralidad. La época en que vivimos se caracteriza especialmente por sistemas falsos y teorías impías. El ateísmo especulativo provocó la revolución francesa, y condujo a la creación del gobierno de los Estados Unidos, el cual, tras declarar su independencia de Inglaterra, al poco, la declaró también de Dios. Francia, Alemania, Inglaterra y los Estados Unidos se han impregnado de sentimientos ateos y de rebelión contra Dios…

…Razón, tolerancia, humanidad, amor y libertad, son términos que han seleccionado (y profanado) los siervos del diablo para ‘engañar el corazón de los simples’. Se han convertido tanto en lema del engañador religioso como del agitador político. ¿Qué propuesta o herejía, por absurda que parezca: o qué conducta, por inmoral que sea, no halla cabida y patrocinio en la prensa de hoy; o amparo y tolerancia bajo las maternales alas de la iglesia o del estado?...

…Cuando hacemos un recuento de los errores y sistemas de errores, hostiles al honor del Mesías y de la libre gracia de su evangelio, ¡qué pocos se encuentran en las diferentes naciones de la tierra, que ‘han vencido por medio de la sangre del cordero’!”

Estas notas –referidas a los capítulos 12 y 13 del Apocalipsis- del pastor David Steele, suponen un acertado juicio sobre nuestra época, aunque él analizaba la suya, y ya han transcurrido bastante tiempo desde que las escribió (Notes ontheApocalypse, Philadelphia, 1870, pp. 171 y 186).

Los conocidos sucesos del pasado día 11 son una muestra más de las muchas que el creyente está recibiendo para que se alegre en las obras poderosas de Dios, y una su voz en los Salmos proclamando la grandeza de nuestro Dios y sus justos juicios. Habíamos oído, y también nuestros ojos han visto, la mano de nuestro dios dominando y reinando sobre todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Toda la creación convoca a la adoración. Toda la Historia nos invita a la alabanza. Es tiempo de solemne adoración, de oír atentamente su Palabra, y de proclamar su testimonio.

Juicios y responsabilidad. Los juicios del Señor vienen a veces por vía de instrumentos naturales, otras veces los ejecuta por medios humanos. Cuando esto último se produce, debemos aplicar el principio que encontramos en Isaías 10. Los terribles ejércitos asirios son una “vara en la mano del Señor” para castigar a su pueblo, pero Asiria misma será castigada por la soberbia de sus obras, pues piensa que son sus dioses y su mano y sabiduría quienes proporcionan sus victorias. La voluntad soberana de Dios no excluye, antes bien, es la garantía de la responsabilidad humana. Esta es la regla para medir los recientes atentados terroristas. Una lectura legítima consiste en reconocer lo ocurrido el pasado día 11, como un “daño colateral” contra la soberbia de una nación y sus satélites europeos, consecuencia de su inicuo ataque para arruinar a otra nación sin ni siquiera declararle la guerra. Las bombas contra Yugoslavia sembraron vientos internacionales. La soberbia islámica también recibirá su juicio.

Comunión y comprensión con el dolor. Con las personas que sufren los daños y crueldad de unos y otros, nuestra comunión y nuestra comprensión. Comunión con los que son parte de la común familia de la fe –somos miembros de un mismo cuerpo- y comprensión con los demás.

El Islam. En la Reforma se contempló el Islam como un elemento claro de las bestias que aparecen en la Biblia. Lo veían como un peligro para la fe, lo mismo que veían a Roma. Su propia naturaleza es anticristiana (si alguien lo duda, que se ponga a predicar el cristianismo en un país musulmán). Unas veces ha tenido más virulencia, otras menos, pero su enseñanza es incompatible con el cristianismo que reconoce el señorío del Mesías. La regla (bíblica) que señala el reconocido pensador calvinista no se ha aplicado con el Islam: “Pero con los impíos no se deben hacer alianzas en tiempo de guerra. Ex. 23; Dt. 7; Os. 6, 7 y 11; 2 Cró. 16 y 18; 1 R. 22; 2 R. 15 y 16; 2 Cró. 25 y 28; Is. 20 y 30.” (J. Altusio: Política, XXXIV, 49. 1ª ed. 1603)

Semejanza de cordero, lenguaje de dragón. La bestia religiosa, con su apariencia de cordero, pero con su discurso de dragón, ha quedado expuesta claramente ante los ojos de los creyentes que “guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. De nuevo se bendicen los cañones. De nuevo los clérigos “santifican” las bayonetas del poder humano. El antiguo/nuevo orden internacional con la “bendición” eclesiástico otra vez. La iglesia con apariencia de cordero, ¡pidiendo la bendición para la bestia anticristiana, con su poder militar y económico! ¿Bendecirá Dios a quien pisotea la ley y el nombre de su Ungido? ¿Se puede invocar a un Dios común por evangélicos, católicos, judíos y musulmanes? Se suele decir que todos tienen, en el fondo, un Dios único, pero ¿tienen al mismo Cristo de Dios? Si piensan que tienen un Dios sin Cristo, lo que les queda es un dios común, ciertamente, el dios de este mundo, el padre de mentira, el diablo. ¿Cómo se puede pedir la paz, cuando no se reconoce al Príncipe de Paz? De nuevo los edificadores desechan la piedra principal. ¡Cuántos cultos, cuántas reuniones de oración, cuánta confusión! ¡Hasta que la Iglesia del Cordero salga de su desierto!

El anticristo. Según la Palabra de Dios, los anticristos ya estaban en tiempo de Juan (1 Jn. 2:18,22; 4:3; 2 Jn. 7). Antimesías es toda fórmula –y sus proponentes- que usurpa el lugar de la persona de Cristo. Cuando la Reforma ve en el papado la presencia del anticristo, lo hace con unos razonamientos válidos, aunque no exclusivos. El “espíritu del anticristo” es más extenso que la institución y acción del papado. Además, sólo una lectura de la Biblia en la que el reino de Cristo se reduzca a lo eclesiástico, apuntará al anticristo como relacionado exclusivamente con la esfera religiosa. Quien usurpe el lugar de Cristo, en la iglesia o el estado, es un anticristo.

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. (Isaías, 26:3)

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Reforma2 - Hace 14 años