El mito de los pinzones de Darwin (II)

Cualquier especie de pinzón se podría transformar en otra distinta, en unos pocos cientos de años. Esto parecía una demostración de la evolución en acción. Sin embargo, los picos de los pinzones tenían otra sorpresa que ofrecer.

16 DE AGOSTO DE 2015 · 18:00

Pinzón común. Foto: José Manuel Armengod (Flickr,CC),pinzón común ave
Pinzón común. Foto: José Manuel Armengod (Flickr,CC)

Volvamos ahora a la cuestión central acerca de si son o no, los pinzones de Galápagos, un ejemplo de evolución en acción. ¿Constituyen las variaciones del pico de estas aves una evidencia palpable de cómo la selección natural crea nuevas especies? Actualmente se considera que existen trece especies de pinzones repartidas por las dos docenas, más o menos, de islas volcánicas que constituyen el archipiélago de Galápagos. Una catorceava especie vive en la isla de Cocos, que pertenece a Costa Rica y no a Ecuador como las anteriores, y está situada a casi 400 millas al noreste de las Galápagos.

Estas catorce especies en total de pinzones difieren principalmente en el tamaño y la forma de sus picos y se cree que descendieron de las aves que llegaron del continente americano en un pasado remoto. Como los picos de los pinzones se adaptan bien a los diferentes alimentos que consumen, parece razonable suponer que todas estas especies son el resultado de la selección natural.

Unas de las personas que mejor conocen estas aves, ya que las han estudiado durante cuarenta años, son sin duda el matrimonio de ornitólogos formado por Peter y Rosemary Grant, profesores en Princeton (New Jersey). En mayo del 2009, estuvieron en España invitados por la Cátedra de Divulgación de la Ciencia de la Universitat de Valencia y el Institutd’EstudisCatalans. Con motivo del bicentenario del nacimiento de Charles Darwin y del 150º aniversario de la publicación de El origen de las especies, impartieron conferencias que versaron acerca de sus trabajos con los pinzones de Galápagos.

El diario EL PAÍS llegó a afirmar categóricamente que los Grant “en ese tiempo han tenido la oportunidad no sólo de reafirmar con solidez la teoría de la evolución, que Darwin desarrolló, en gran parte, gracias a lo que observó en ese archipiélago, sino de ver cómo la teoría funciona en directo”.[1] Sin embargo, independientemente de las interpretaciones, ¿qué es lo que los Grant han observado en realidad?

Las islas Galápagos sufrieron una sequía importante en 1977 que redujo notablemente la población de pinzones debido a la escasez de alimento. En la pequeña isla Daphne Mayor de este archipiélago, donde centraron su estudio, se pudo comprobar que el número de estas aves disminuyó alrededor del 15%. Los que sobrevivieron mostraban un grosor del pico ligeramente superior al de aquellos que no lo lograron. Se estimó que dicho aumento era del 5% aproximadamente -medio milímetro en el grosor total del pico- y esto se interpretó como una ventaja adaptativa que la selección natural había favorecido, ya que un pico más grande facilitaba el consumo de aquellas semillas más duras y grandes que quedaban en el suelo, después de que las blandas y pequeñas hubieran desaparecido. La conclusión parecía obvia. Si en tan poco tiempo, y como consecuencia de una sequía ocasional, aquellos pinzones habían logrado aumentar lo suficiente el tamaño de sus picos para sobrevivir a la escasez de recursos, resultaba razonable deducir también que cualquier especie de pinzón se podría transformar en otra distinta, en tan sólo unos pocos cientos de años. Esto parecía una demostración de la evolución en acción, no ya a lo largo de millones de años sino en períodos breves que cualquier científico podía comprobar durante su propia vida. Sin embargo, los picos de los pinzones tenían otra sorpresa que ofrecer.

El fenómeno del Niño, acaecido entre los años 1982 y 1983, trajo intensas lluvias sobre las islas que repercutieron en una gran abundancia de alimento. Las semillas que constituían la dieta de la mayoría de los pinzones proliferaron por todas partes, volviendo a ser de todos los tamaños y texturas. ¿Cómo afectó tal abundancia al pico de las aves? El tamaño medio del pico de los pinzones terrestres, estudiados por los Grant, regresó a las mismas proporciones que tenía antes de la sequía.[2]Todos los ornitólogos se dieron cuenta de que la selección natural puede oscilar entre los años secos y los húmedos, produciendo picos grandes un año y picos menores al año siguiente. A pesar de ello, Peter Grant escribió en la revista Scientific American, refiriéndose al pico de los pinzones: “Si las sequías ocurren una vez cada década, la selección natural a este ritmo podría transformar una especie en otra en sólo 200 años”.[3]

He aquí un ejemplo evidente de cómo las ideas preconcebidas, acerca de que todos los seres vivos se han originado por evolución, pueden influir sobre los resultados observados en la naturaleza. El profesor Grant y sus colaboradores realizaron un gran trabajo de campo sobre los pinzones terrestres medianos (Geospizafortis) de la pequeña isla Daphne mayor de Galápagos, pero lamentablemente se equivocaron en sus conclusiones ya que antepusieron su fe evolucionista en el poder de la selección natural a los hechos objetivos hallados.

La realidad es que el mínimo aumento observado en el tamaño de los picos, logrado en época de sequía, disminuye completamente a las medidas originales cuando llega de nuevo la abundancia de alimento.

Esto fue admitido bastante tiempo después por Peter Grant y su discípulo LisleGibbs, en la revista Nature.[4] De manera que no se trata de evolución en acción, como sus autores pretenden, sino de fluctuación en función del nivel de precipitaciones pero siempre dentro de un margen establecido. No ocurre ningún cambio neto en el pico de estos pinzones. Aunque se diga que la selección natural puede oscilar en dos sentidos, hacia delante y hacia atrás, lo cierto es que por mucho que oscile el péndulo de un reloj, por ejemplo, siempre lo hace en torno a un punto medio que no cambia.

Y esto parece ser lo que Grant observó en los miles de pinzones que midió. Tales fluctuaciones en el grosor del pico no constituyen el dato real que el evolucionismo gradualista está demandando sino, más bien, una “evidencia” ideológica asumida más por la necesidad de la teoría que por la constatación de los hechos. Semejante oscilación fluctuante no puede extrapolarse para explicar cómo surgieron las supuestas catorce especies de pinzones conocidas.

La misión de la ciencia es reflejar lo más fielmente posible la realidad natural, sin distorsionarla o entrar en especulaciones indemostrables. Las exageraciones de los fenómenos materiales con el fin de acomodarlos a una determinada teoría no deben formar parte de la verdadera investigación científica. Sin embargo, esto es lo que hizo el profesor Grant al decir que una especie de pinzón podía transformarse en otra distinta en tan sólo doscientos años. De esta manera, oscureció su propia investigación al afirmar un fenómeno que nunca había observado en la naturaleza.

Hay asimismo otro hecho que dificulta todavía más la creencia de que en Galápagos están apareciendo especies nuevas de pinzones o que existan realmente catorce especies distintas. Se trata del hibridismo entre especies. Como es sabido, una especie biológica viene definida por una población de individuos parecidos entre sí, con una morfología y características funcionales similares, que son capaces de aparearse y tener descendencia fértil entre ellos, pero no con miembros de otras especies diferentes. Pues bien, algunos ornitólogos dudan de las famosas catorce especies de pinzones, precisamente porque una significativa proporción de estas aves ha sido observada cruzándose entre ellas.

El propio profesor Grant admitió que el número de especies de pinzones del archipiélago ecuatoriano podría ser inferior a seis.[5] Los análisis genéticos indican también que no existen diferencias significativas entre estos pájaros y que no hay evidencia de una barrera genética absoluta entre las supuestas especies de pinzones.[6] Hoy se sabe que resulta posible cruzar varias especies de estos pájaros por medio de la hibridación, justo lo contrario de lo que cabría esperar de la evolución darwiniana. Según ésta, se esperaría que de una especie surgieran dos distintas, pero no que dos supuestas especies diferentes se hibridaran y quedara sólo una.

En resumen, las hipotéticas catorce especies de pinzones de las islas Galápagos podrían ser, en realidad, subespecies o razas de una única especie. De la misma manera que existen por todo el mundo razas de perros, caballos o palomas, obtenidas mediante selección artificial, o las propias razas humanas aparecidas de forma natural, también entre los pinzones de estas islas la selección natural ha podido conformar variedades distintas, dentro de la misma especie, según los diferentes hábitats o ambientes insulares.

Lo que se ha interpretado como evolución innovadora sería entonces simple variación genética dentro del potencial de la especie, que ya estaba presente en los ejemplares que arribaron por primera a las islas procedentes del continente. Es lo que se conoce como microevolución. Fenómeno comprobado que no cambia una especie en otra distinta porque no añade nueva información y, por tanto, no es evidencia de evolución en acción ya que no franquea las barreras genéticas existentes entre las especies.

Así pues, los mínimos cambios oscilantes detectados en el pico de los pinzones son insuficientes para derribar estos límites entre especies. En este sentido, y a pesar de ser tan emblemáticos para el darwinismo, la supuesta evolución de los famosos pinzones de las islas Galápagos es en definitiva otro gran mito que lamentablemente se hace pasar por genuina ciencia.

 

[1] “Testigos de la selección natural”, EL PAÍS, 28.05.2009.

[2]J. Wells, Icons of theEvolution,Regnery Publishing, 2000, p. 168.

[3]Peter R. Grant, “Natural Selection and Darwin’s Finches,” Scientific American, October 1991, p. 82-87.

[4]LesliGibbs, Peter Grant, “OscillatingSelectiononDarwin’s Finches”, Nature, vol. 327, 1987, pp. 511-513.

[5]Peter R. Grant, B. Rosemary Grant, “Speciation and Hybridization of BirdsonIslands”, in Peter R. Grant (editor), EvolutiononIslands, Oxford UniversityPress, 1998, pp. 127-137.

[6]James L. Patton, “Geneticalprocesses in theGalapagos”, BiologicalJournal of theLinneanSociety, Vol. 21, 1984, pp. 91-111; A. Sato, C. O’huigin, F. Figueroa, P. R. Grant, B. R. Grant, H. Tichy, J. Klein, “Phylogeny of Darwin’s finches as revealedbymtDNAsequences”, Proceedings of theNationalAcademy of Sciences, vol. 96, Issue 9, 27 April 1999, p. 5101-5106; P. MichaelaHau, Martin Wikelski, “Darwin’s Finches”, Encyclopedia of LifeSciences, 2000, g.els.net

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