175 centímetros

Los cristianos nos deberían padecer por malas razones. La Iglesia no debería sufrir porque algunos de sus miembros exhiben su ignorancia en Internet o en las bibliotecas.

17 DE MAYO DE 2015 · 08:30

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Prologo

Todos entraron. Se sentaron alrededor de la mesa donde previamente se habían colocado unas botellitas de agua y un vaso por conferenciante, como en cualquier conferencia bien organizada. Los trajes eran bien cortados, los semblantes serios, sin ser graves. Un grupo de especialistas que todos se regocijaban con antelación de escuchar durante las dos próximas horas.

Después de haber esperado el fin de las conversaciones, el organizador tomó la palabra para presentar a los ponentes. Todos lucían un currículo por encima de cualquier sospecha. Dos doctores en física, un geógrafo, un ingeniero, y un sociólogo que iba a jugar el papel del Observador.

Por fin, el organizador abrió el debate: “Buenas tardes a todos. Bienvenidos a este acto donde examinaremos las pruebas de que Australia mide 1,75 metros de este a oeste, en lugar de los 4 000 kilómetros que nos vende la ciencia oficial”. Aplausos. Durante dos horas, los testimonios de los expertos se sucedieron. Todos denunciaron “el mito de los 4 000 kilómetros” y la dictadura del pensamiento único, censor descarado de cualquier oposición. Si no era posible cuestionar el consenso, ¿dónde estaba el espíritu científico?

Muchas pruebas fueron presentadas. La asistencia fue particularmente impresionada por unas fotos de Australia tomada desde la Estación Espacial Internacional, al pasar sobre el Pacífico. Cada uno podía, con sus propios ojos, darse cuenta de la extensión este-oeste del país. ¡Y algunos se empeñaban en negar lo obvio!

Por medio del debate, el Observador se arriesgó a decir que incluso si un libro que respetaba mucho parecía indicar que Australia medía 175 centímetros, a lo mejor, estaba un poco exagerado pretender que había pruebas científicas de ello. Los cuatro conferenciantes replicaron enseguida que existían pruebas irrefutables, como la imagen satélite que se acababa de mostrar, y que no había ninguna razón para no difundir masivamente la verdad en un mundo perdido en su error.

Tras el tradicional turno de preguntas, la mayoría de los oyentes se quedaron un momento para charlar entre ellos, o con los ponentes. El geógrafo y uno de los físicos dedicaron con sumo gusto su libro “El Libro de las 101 Evidencias”. Toda la asistencia se fortaleció en su convicción y se quedó aún más perpleja frente al resto del mundo, seguidor ciego del “mito de los 4 000 kilómetros.”

 

Vuelta al mundo real, aunque…

Por supuesto el lector habrá leído mi pensamiento. Pretender que el universo tiene 6.000 años en lugar de 13,7 mil millones, asciende a afirmar que Australia mide 1,75 metros de este a oeste, en lugar de 4 000 kilómetros. ¡175 centímetros! Creo que el paralelo basta para poner de relieve la enormidad de la propuesta.

Sin embargo, no es esta afirmación en sí que quiero denunciar aquí. Entiendo perfectamente que unos puedan sentirse bíblicamente obligados a opinar que el universo fue creado hace 6.000 años. Creer que el universo debe tener 6.000 años, porque “la Biblia lo dice”, es totalmente comprensible y respetable. No estoy de acuerdo, pero no tengo ninguna razón para no entender o no respetar.

En cambio, mantener que existen evidencias científicas para un universo joven es absurdo. Por lo tanto, este artículo no es de ninguna manera una crítica contra la visión bíblica de que el universo es joven. Este artículo tiene como propósito denunciar la tesis según la cual existen pruebas científicas para un universo joven. Mi objetivo aquí es el llamado “creacionismo científico”.

 

¿Amor de la verdad?

Al leer la introducción, seguramente pensaron que el reducido tamaño de Australia visto desde el Pacífico era un efecto óptico. Si los ponentes u los oyentes se hubieran preguntado cómo sale una foto tomada desde la vertical del país, hubieran descubierto la verdad. Nada demasiado complicado. El hecho es que no sólo tienen un problema con la geografía. Tienen un problema con el amor a la verdad.

Es exactamente la sensación que tengo al leer las listas de “evidencias” de un universo joven. Las pruebas de un mundo de más de 6.000 años emanan de la geología, la astronomía, la glaciología, la dendrocronología, por citar solo unas1. Literalmente cientos de millones de estrellas y galaxias están catalogadas, todas más lejanas de 6.000 años luz, cada una siendo una prueba independiente que el mundo tiene más de 6.000 años (y no, la velocidad de la luz no ha variado en los últimos millones de años. Es una observación, no una teoría2).

Mientras ignora dichas observaciones, el creacionismo científico se conforma con reiterar una y otra vez argumentos débiles, ya refutados en varias ocasiones3. No puedo resistir la tentación de citar algunos para resaltar su ineptitud:

  • Andy MacIntosh, muy conocido en el mundo creacionista, pretende en su libro “Génesis para Hoy” que el método geométrico del “paralaje” (un método ultra-fiable de medir distancias) no puede medir la distancia a estrellas más distantes que 300 años luz4. Es totalmente falso. La edición en inglés que tengo entre las manos es del 2010. En esta época, se conocían al menos 20 objetos celestes cuya distancia medida por el método de la paralaje, excede 6 000 años luz5. Podéis imaginar entonces que 300 años luz no plantea absolutamente ningún problema.
  • En 1950, el astrónomo holandés Jan Oort calculó que los cometas de largo período tienen una órbita inestable. Claramente, después de un “cierto tiempo”, deben desaparecer. Como sabía que el sistema solar era más viejo y que aun vemos este tipo de cometas, postuló, mucho más allá de la órbita de Plutón, un depósito de cometas. Se llama la “nube de Oort”, y aún no se ha observado. El creacionismo científico se ha apoderado del asunto con mucho gusto. Su razonamiento es simple: Si no observamos la nube, es que no existe (sic). Si no existe es que el sistema solar es joven, porque al final de un “cierto tiempo” dichas cometas desaparecen. Entonces, el Universo es joven.
  • ¿Problemas? Varios. ¿Qué quería decir Oort por “un cierto tiempo”? Basta con leer su artículo: 1 o 2 millones de años6. No 6 000 años. Pero incluso si Oort hubiera calculado 10 000 años, lo no-detección de su nube no querría decir que no existe. E incluso así, llegaríamos a la conclusión que el Sistema Solar es joven. No el Universo.
  • Otro científico creacionista explica que “todos los átomos radiactivos de origen natural emiten helio cuando decaen”. La atmosfera debería entonces estar saturado con helio, si la cosa dura desde miles de millones de años.
  • ¿Problemas? Varios, de nuevo. Si esta persona tuviera razón, todos deberíamos estar llenos de helio. ¿Por qué? Porque nuestro cuerpo contiene potasio-40, completamente natural, que es radiactivo. ¿Acaso emite helio cuando se desintegra (en calcio)? De ningún modo. Hay átomos radiactivos que emiten helio cuando decaen. Pero hay un gran número de átomos radiactivos de origen natural, como el potasio-40 o el famoso carbono-14, que emiten otra cosa. El fundamento mismo del argumento es completamente falso.

El rigor de éstas supuestas pruebas científicas explica que ninguna haya conseguido jamás pasar la etapa de la revisión por un experto, en una revista científica rigurosa.

¿Cómo personas tan honestas en su vida, estoy convencido de ello, pueden convertirse en tales piratas intelectuales? ¿Cómo puede uno despreocuparse tanto del rigor y de la verdad, cuando por otro lado tiene la Biblia como guía para su vida? ¿Y cómo pueden estos argumentos seguir dando vueltas por internet, pese a su evidente falsedad? Misterio. Pero sea lo que sea, estas palabras tienen consecuencias desastrosas.

 

Unas consecuencias desastrosas

El creacionismo científico es nocivo para los creyentes. Les mantiene en la ignorancia. Echa leña al supuesto conflicto entre ciencia y fe, de forma totalmente innecesaria. Algunos cristianos criados en iglesias donde se enseña el creacionismo científico, perderán la fe al entrar en la universidad7. Otros, aunque muy brillantes, nunca estudiarán, convencidos de que los profesores solo quieren destruir su fe.

El creacionismo científico es nocivo para los no creyentes. El 3 de abril de 2013, salió en la portada de la web del diario francés “Le Monde” un artículo titulado “conservadores estadounidenses niegan la relatividad de Einstein.” Se trataba de una denuncia feroz de una página de la web Conservapedia, ardiente defensora del creacionismo científico. Lemonde.fr, tiene cerca de 2 millones de visitas al día8. La página estadounidense en cuestión listaba 48 supuestas pruebas de la falsedad de la relatividad. ¿Pueden imaginar el impacto sobre los no creyentes? ¿A eso realmente se refiere Jesús cuando nos exhorta a dejar nuestra luz brillar delante de los hombres?

Poco antes, el 3 de marzo de 2013, un pastor español reconocido en el país, Doctor en Filosofía, escribió en Protestante Digital que el sol gira alrededor de la tierra y que la ciencia no puede demostrar lo contrario. Aquí, estamos hablando de unas 700 000 visitas al mes9. Más de 20 000 por día. De nuevo, ¿puede imaginarse el impacto sobre un no creyente?

Lamentablemente no son hechos aislados. El creacionismo científico no deja de dar un lamentable espectáculo, y arrastra el Cristianismo en su ridículo. ¿Cuántos lectores de los artículos que acabo de mencionar no abrirán la Biblia por culpa de ello?

El mundo se burlará de nosotros porque creemos que Jesús resucitó. Muy bien. También se burlará porque creemos que hay un Dios y que además, este Dios nos ama. Que así sea. Igualmente se burlará porque nuestra esperanza no termina con la muerte. Que se burle. Razones abundan para ser objetos de burla, como cristianos. Sin embargo, que “ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno” (1 Pedro 4:15). Los Cristianos nos deberían padecer por malas razones. La Iglesia no debería sufrir porque algunos de sus miembros exhiben su ignorancia en Internet o en las bibliotecas.

Más allá de la Iglesia, es la Biblia, el Cristianismo, quien está sufriendo las consecuencias del creacionismo científico. En Lucas 17.1-2, Jesús tiene duras palabras para cualquier persona que pone obstáculos a la fe de los demás. Incluso si no es intencional, el creacionismo científico es un obstáculo en el camino de los creyentes y de los no creyentes. El creacionismo científico es un tropiezo.

A lo mejor me dirán, “Si de verdad siento que la Biblia enseña que el mundo es joven, mientras innumerables observaciones demuestran lo contrario. Y si el creacionismo científico al que contaba aferrarme resulta nada más que humo, ¿cómo reconciliar el mensaje de la Biblia con la observación de la naturaleza?” Pueden primero recordar que Dios no es engañoso y que necesariamente tiene la solución. Y hasta que Dios les ilumine, pueden dar a su pregunta la más noble, la más respetable y la más humilde de las respuestas: “No sé.” Sería infinitamente mejor que ceder a las sirenas del creacionismo científico, que un comentario de CS Lewis describe perfectamente10

“una ciencia retorcida en interés de la apologética sería un pecado y una locura”

 

1 Mi objetivo no es enumerarlas aquí. Hay más de 101 millones... (literalmente). El artículo Wikipedia sobre la edad del universo es un excelente punto de partida para años de lectura.

2 Ver por ejemple en capítulo 4 de mi libro The World in not 6 000 years old. So what? Antoine Bret, Cascade Books, 2014.

3 Por ejemplo en inglés o francés: http://www.oldearth.org/youngministry.htm, http://la-terre-est-elle-jeune-exemples-de-reponse-a-quelques-faux-arguments/ , http://www.scienceetfoi.com/ressources/terre-jeune-ancienne-age/

4 Genesis for Today, Andy McIntosh, Creation Points, 2010, p. 189.

5 The World Is Not Six Thousand Years Old. So What? p. 49.

6 The structure of the cloud of comets surrounding the Solar System and a hypothesis concerning its origin, Oort, J. H. Bulletin of the Astronomical Institutes of the Netherlands, vol. 11, p. 91-110 (1950). Se puede leer aquí http://adsabs.harvard.edu/abs/1950BAN….11…91O

7 El enfrentamiento con las enseñanzas de la ciencia moderna es los EE.UU. una de las principales razones por las que los jóvenes abandonan la iglesia. Ver Finding Faith, Losing Faith: Stories of Conversion and Apostasy, Scot McKnight, Hauna Ondrey. Ver también en Protestante Digital Los creacionistas echan a los jóvenes de la Iglesia.

8 Ver http://www.ojd.com/Support/lemonde-fr

9 Ver http://protestantedigital.com/editorial/31492/Protestante_Digital_mas_de_55_millones_de_paginas_y_900_mil_visitas_en_un_mes

10 En ingles, “Science twisted in the interests of apologetics would be sin and folly”. CS Lewis, God in the Dock, Wm. B. Eerdmans Publishing, 2014, p. 91.

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